Berlín busca recetas para "refundar" la alianza con EE.UU.
BERLÍN.- El gobierno alemán hace equilibrio entre la necesidad de dar una respuesta contundente al reincidente "fuego amigo" del espionaje de Estados Unidos y la evidencia de que debe seguir contando con su aliado más poderoso e incluso irreemplazable en el contexto internacional.
Un día después de ordenarle al jefe de la CIA en la embajada de Berlín que abandone el país, ante los reiterados casos de espionaje a puntos muy sensibles de la política alemana, el gobierno de Angela Merkel decidió ayer aplicar la palabra "refundación" a las relaciones bilaterales.
Hay que "dar nueva vida" a esas relaciones, sobre "fundamentos sinceros", declaró el ministro de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, para quien la medida tomada contra el representante de la CIA fue "correcta" y "hasta necesaria".
"Queremos cuidar un intercambio de pareceres abierto", agregó el jefe de la diplomacia alemana, al recordar que el actual contexto de conflictos desplegados en todo el mundo -como Irán, Ucrania, Medio Oriente y Afganistán- hace más necesario que nunca mantener la estrecha alianza entre su país y Estados Unidos.
Washington es para Berlín el aliado transatlántico por excelencia, desde la posguerra, la Guerra Fría y la reunificación nacional que siguió a la caída del Muro de Berlín. No hay una "alternativa" -en palabras de Steinmeier- a esa situación.
La detención, la semana pasada, de un doble agente que filtró información a Washington de la comisión parlamentaria que investiga las actividades de inteligencia de la NSA, fue un golpe a los intentos de calmar las aguas en el persistente escándalo del espionaje norteamericano.
A la detención siguieron las sospechas, días más tarde, en el Ministerio de Defensa, de que otro infiltrado transfería información sensible de esa cartera a Washington.
Desde el gobierno de Merkel se trató de minimizar los efectos de esos dos casos y el ministro del Interior, Thomas de Maiziére, tachó de "ridiculez" la información que se podía adquirir con esos métodos. En paralelo, se buscaron soluciones rápidas a la situación creada y, rehuyendo una confrontación total con Washington, se optó por pedir al enviado de la CIA que dejara el país.
El vocero del gobierno, Steffen Seibert, aseguró ayer que el gobierno no evalúa replantear las negociaciones del tratado de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea, por mucho que el problema del espionaje entre aliados tenga preocupada a la industria.
La búsqueda de esa "refundación" de las relaciones sobrevolará el encuentro entre los jefes de la diplomacia de ambos países, Steinmeier y John Kerry, este fin de semana, durante las negociaciones nucleares con Irán en Viena.
Oficialmente, no hay en la agenda una reunión bilateral entre los ministros, aunque se da por hecho que el contacto tendrá lugar, según revelaron fuentes del gobierno. Es probable que también en Viena se defina cómo se materializará el discreto relevo del jefe de la CIA.
El vocero declinó explicar cuándo se produciría ese relevo, cómo se resolverá la vacante o cómo será su salida efectiva del país, con el argumento de que esos pasos le corresponden a Estados Unidos.
Sí insistió, en cambio, en que Berlín y Washington comparten la voluntad de no "restringir" o bajar al nivel mínimo la cooperación entre sus servicios de espionaje. Salió al paso así de una versión del diario sensacionalista Bild, según el cual Alemania pretendía limitar a lo imprescindible la colaboración con la inteligencia de Estados Unidos.
"No existen tales instrucciones", dijo Seibert, aunque añadió que a él no le correspondía dar informaciones sobre el "trabajo operativo" del espionaje alemán.
Gemma Casadevall
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