May negocia alternativas con el líder laborista, pero nadie se hace ilusiones
PARÍS.- En medio de un clima de rebelión en el Partido Conservador, la primera ministra británica, Theresa May, y su adversario laborista, Jeremy Corbyn, mantuvieron ayer conversaciones "constructivas" con el objetivo de sacar al Brexit de la parálisis y evitar una salida sin acuerdo de la Unión Europea (UE) el 12 de abril. Mientras tanto en Bruselas, se polarizaban las posiciones sobre la necesidad de acordar una prórroga suplementaria a Gran Bretaña para dejar el bloque.
En la primera reunión mantenida ayer por la tarde, May y Corbyn acordaron "un programa de trabajo", con la intención de hallar un acuerdo que pueda ser presentado al Parlamento antes de la cumbre excepcional de la UE del 10 de abril. Cada partido nombró un grupo de negociadores, que desde anoche comenzaron a estudiar los detalles técnicos de cada propuesta.
Ese trabajo no será fácil pues, hasta ahora, ambos líderes defendieron posiciones diametralmente opuestas. "No hubo tanta evolución como esperaba", declaró Corbyn después de su primera reunión con la primera ministra a la que calificó de "útil, pero no concluyente". El jefe laborista lamentó, por ejemplo, que May haya descartado la opción de un segundo referéndum que, para el laborismo, podría sacar al país de la parálisis política.
También hay diferencias de posición sobre otras opciones: la primera ministra quiere que su país salga del mercado único para poner fin a la libre circulación de las personas, y de la unión aduanera, para que Gran Bretaña pueda hacer su propia política comercial. Corbyn quiere todo lo contrario, y el lunes pasado así votó en el Parlamento, cuando la Cámara de los Comunes intentó infructuosamente ponerse de acuerdo sobre una alternativa al acuerdo obtenido por May con la UE. La dirigente conservadora tendió la mano a Corbyn anteanoche, al mismo tiempo que anunció su intención de solicitar una nueva postergación del Brexit a los europeos. "No demasiado extensa -dijo-, para no tener que participar en las elecciones europeas del 23 de mayo".
May decidió obtener la ayuda de la oposición, después de constatar la imposibilidad de salir del bloqueo con el apoyo de los ultra-Brexit de su partido: "Es simple, la primera ministra parece haber decidido que cumplir con el Brexit es más importante que sus obligaciones partidarias", analizó el diario The Guardian.
Pero esa decisión desencadenó la furia del ala más dura del Partido Conservador, que quiere un Brexit ya, sin acuerdo alguno. El líder de los conservadores euroescépticos, Jacob Rees-Mogg, acusó a la jefa del gobierno de "haber entregado el proceso a la oposición laborista anti-Brexit y colocar a su propia formación al borde del estallido".
Otras reacciones no se hicieron esperar. Ayer renunció a su cargo el secretario de Estado encargado de preparar una salida sin acuerdo, Chris Heaton-Harris, en desacuerdo con la decisión de May de pedir una nueva postergación del Brexit a la UE. Poco antes, el diputado conservador Nigel Adams había anunciado a su vez que dimitía de su puesto de ministro a cargo de Gales.
"Todo parece indicar que usted y su gabinete han decidido que pasar un acuerdo con un marxista que jamás puso primero los intereses británicos [Jeremy Corbyn], es mejor que un no deal", explicó.
La agitación política también era visible ayer en las capitales europeas, donde se debatía la pertinencia de acordar una nueva prórroga a Londres. "Seamos pacientes, aun cuando sigamos sin saber cómo terminará todo", escribió en un tuit el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, conocido por su actitud conciliadora frente a Londres. Para Tusk "todas las opciones siguen abiertas: un acuerdo, un no deal, una larga prolongación e incluso una anulación del Brexit".
Si Theresa May llega a Bruselas el 10 de abril con un acuerdo transpartidario aceptado por fin por la Cámara de los Comunes, el bloque debería acordarle fácilmente una nueva postergación del Brexit hasta el 22 de mayo.
Las cosas serán distintas si la primera ministra británica se presenta con las manos vacías y sin la intención de participar en las elecciones europeas.
"No creo que en ese caso obtenga un nuevo plazo. Los líderes europeos no están dispuestos a correr a Bruselas cada vez que la clase política británica hace un capricho", analizó una fuente diplomática europea.
El presidente francés, Emmanuel Macron, se muestra inflexible: "La UE no puede convertirse en rehén de la crisis británica. Si el Reino Unido no logra un plan alternativo creíble, habrá escogido de facto una salida sin acuerdo. Nadie puede evitar el fracaso en su lugar", advirtió.
Por su parte, los irlandeses son presa del pánico y los alemanes no dejan de alertar sobre los riesgos económicos y las consecuencias geopolíticas de un no deal.
"Me esforzaré hasta último momento para evitarlo", repite la canciller alemana Angela Merkel.
Una cosa es segura, mientras sea posible, la UE nunca tomará la decisión de forzar la salida de uno de sus miembros.
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