El desafío al régimen comunista: crece la presión internacional por los Juegos Olímpicos. Caos y protestas por la antorcha en París
Los responsables de la seguridad tuvieron que apagar la llama en varias ocasiones; suspendieron el último tramo del recorrido
PARIS.- Los franceses, incluida una parte de la clase política, condenaron ayer la represión china en el Tíbet con una serie de protestas e incidentes en el corazón de París, que obligaron a apagar la antorcha olímpica y subirla a un ómnibus para protegerla.
A pesar del impresionante dispositivo de seguridad organizado por el gobierno, que incluía 3000 hombres e importantes medios técnicos, varios incidentes graves se produjeron durante el recorrido de la antorcha, que debió ser apagada en tres ocasiones y trasladada al interior de un ómnibus.
El Ministerio del Interior indicó en un comunicado que se adoptó ese procedimiento de seguridad "a pedido de las autoridades chinas".
La llama debía ser transportada alternativamente por 80 figuras del deporte francés, que iban a desplazarse en medio de una burbuja de seguridad de 200 metros formada por 65 motociclistas, 100 policías en rollers y 100 bomberos joggers, más una protección aérea y cobertura fluvial cuando el trayecto pasaba junto al Sena.
Ese dispositivo resultó completamente ineficaz frente a las fulminantes acciones de protesta, organizadas como operaciones comando por militantes ecologistas y refugiados políticos tibetanos. Por lo menos 18 personas fueron detenidas en los 23 incidentes que estallaron durante las cinco horas que duró el trayecto de la llama en un ambiente lúgubre, debido al frío y la lluvia, que azotaron a la capital francesa.
Además de los carteles con inscripciones hostiles a China desplegadas por la organización Reporteros sin Fronteras (RSF) y las banderas tibetanas, que flamearon en todo el trayecto, el gesto de protesta más importante se produjo cuando unos 40 diputados de todos los partidos interrumpieron la sesión de la Asamblea Nacional y salieron a la calle a manifestarse en favor de las libertades en China. Los legisladores, que portaban la clásica banda tricolor cruzada sobre el pecho, interrumpieron el paso de la caravana olímpica y entonaron La Marsellesa. En el alto enrejado que rodea la Cámara de Diputados se veía una bandera con los colores del Tíbet y una enorme banderola con la inscripción: "Respeto a los derechos humanos en China".
RSF, que el 24 de marzo logró perturbar la ceremonia de encendido de la antorcha en Olimpia, esta vez desplegó banderas negras con los cinco anillos olímpicos transformados en esposas. Los lugares simbólicos elegidos fueron la Torre Eiffel, la avenida de los Campos Elíseos, la municipalidad y la catedral de Notre-Dame.
Después de haber recorrido dos tercios de los 28 kilómetros del trayecto, con un gran atraso sobre el horario previsto, los organizadores decidieron suprimir las últimas etapas y optaron por trasladarla en ómnibus hasta el estadio Charlety, desde donde salió pocas horas después con destino a San Francisco, Estados Unidos.
Luego de los disturbios de anteayer en Londres, los nuevos incidentes tuvieron tanta repercusión internacional que las autoridades de Pekín no pudieron ocultar la realidad. Por primera vez, el telediario de la principal cadena de televisión china CCTV hizo una breve mención a los incidentes.
Esta escalada de incidentes puede dar un nuevo impulso al movimiento internacional de protesta contra las autoridades chinas por las violaciones de los derechos humanos y la reciente represión en el Tíbet. Aunque no lo admiten en voz alta, las autoridades olímpicas temen que estallen nuevos disturbios en la próxima etapa de la llama en San Francisco, ciudad con una numerosa población asiática (ver aparte).
A medida que transcurren los días resulta evidente que, poco a poco, el recorrido de la llama cristaliza el movimiento de protesta contra Pekín.
En primer lugar, ese fenómeno coloca en difícil posición a las autoridades deportivas. Poco antes del estallido de los disturbios en París, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Jacques Rogge, había apelado al gobierno chino para lograr una "solución rápida y pacífica de la crisis" del Tíbet. Al mismo tiempo, anticipándose a los acontecimientos de la tarde, afirmó que, "la violencia no es compatible con los valores olímpicos".
En segundo término, la escalada de protestas comienza a crear dificultades a las autoridades políticas occidentales que se comprometieron a asistir a la inauguración de los Juegos Olímpicos. En los Estados Unidos, la precandidata presidencial demócrata Hillary Clinton le pidió a George W. Bush que boicoteara la ceremonia. Un movimiento similar comienza a surgir en Europa. Pese a la presión, el primer ministro británico Gordon Brown aseguró el domingo pasado que estará presente el 8 de agosto en Pekín. Por su parte, desde hace unos días el presidente francés Nicolas Sarkozy emplea un doble lenguaje difícil de descifrar.
Algunos países europeos temen que el boicot a la ceremonia pueda afectar las relaciones económicas con China. En su último viaje a Pekín, a fines de noviembre, por ejemplo, Sarkozy firmó contratos por valor de 30.000 millones de dólares. El presidente francés, como otros líderes políticos que no quieren perder un cliente tan importante, parece dispuesto a razonar con la calculadora.
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