Caricaturas, otra arma contra el régimen
AL-QUSAYR.- "El día que caiga Bashar al-Assad lo dibujaré dentro de un cohete en dirección a la Luna para que no pueda volver nunca más", dice Mazir mientras mira por televisión, junto con tres amigos, los combates que libran en Damasco las tropas del régimen y los rebeldes.
Una vez por semana, estos sirios se reúnen en una casa de Al-Bueda, en la provincia de Homs, para preparar los carteles que los vecinos de las localidades cercanas usarán en las manifestaciones de los viernes.
"Cada dibujo o eslogan tiene como fin último ridiculizar a Al-Assad y dejarlo como un mentiroso, un asesino, un arrogante. El es la cara visible de este régimen que nos masacra. Queremos que la gente que sale a la calle vea el cuerpo de un burro y la cabeza de Bashar y se rían de él, que dejen de tenerle miedo", explica Mazir.
"El ingenio es nuestra arma. No sirvo para matar gente. Yo sirvo para pintar y dibujar caricaturas", señala, por su parte, Iyman, el creador de este pequeño núcleo de artistas que encontraron en sus dibujos su mejor arma contra el régimen que los reprime desde hace 16 meses.
"Empecé pintando caricaturas para llevarlas a las manifestaciones para demostrar mi disconformidad. A la gente le gustó y cada semana llevaba más, hasta que acabó convirtiéndose en una vocación", agrega Iyman. "Bashar, vete después de que te demos una patada en el culo", escribe sobre una enorme tela blanca apoyada contra una pared de la casa.
A algunos de estos jóvenes, pintar caricaturas o eslóganes contra el régimen les trajo graves problemas con la policía secreta. "Mi padre estuvo preso diez días. Lo torturaron, y todo porque un vecino me delató y dijo que era el responsable de las pancartas de las protestas -cuenta Mazir-. Pero ya no tengo miedo. Si tengo que morir, lo haré sabiendo que contribuí a derrocar al régimen."
Pero no todos los integrantes de este grupo tienen un discurso tan pacifista. "Tengo claro que las caricaturas no acabarán con Al-Assad. En cambio, las armas sí lo harán. A la violencia sólo se responde con violencia", dice Ibrahim, miembro del opositor Ejército Sirio Libre (ESL).
No muy lejos del lugar donde se reúnen estos jóvenes hay un museo peculiar. Hace un mes, dos hermanas de 15 y 23 años decidieron contribuir a la revolución de la única forma que podían: dibujando. "Es para mostrar al mundo cómo nos están matando", dice Doha, la menor, que se convirtió en una de las caras más populares de la revolución en Al-Bueda.
"Somos hijas de este país y ésta es nuestra revancha contra el régimen. Al-Assad mata a muchísima gente y nosotras no tenemos armas, pero tenemos pinturas y con ellas luchamos contra el régimen", sentencia.
Antonio Pampliega
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