Giro político en Alemania: el impacto en el continente. Cayó un símbolo de la unidad alemana
Golpe: la derrota de Kohl derriba el mito de invulnerabilidad de los grandes artífices de la reunificación germana.
BONN.- La derrota de Helmut Kohl, el hombre que fue canciller alemán durante 16 años y uno de los artífices de la reunificación de su país, marca el fin de una etapa, pero su nombre ganó un lugar en la historia también como promotor de la unidad europea.
Kohl afrontó el desafío que habría de llevarlo a esta derrota convencido de que podía ser reelegido por quinta vez consecutiva, frente al peligro real de perder su cargo ante el candidato socialdemócrata Gerhard Schroeder.
El veterano líder se afanaba por conseguir la reelección para completar la reforma económica alemana, que considera inconclusa. Pero por primera vez desde que asumió el cargo, en 1982, las urnas no lo respaldaron.
A los 68 años, Kohl desarrolló una campaña electoral con una fortaleza que nada tuvo que envidiar a la de Schroeder, catorce años más joven. Su caída marca el fin del mandato más largo en la historia de la República Federal Alemana. Aún más largo que el de su fundador, Konrad Adenauer.
Ahora, después de un cuarto de siglo al frente de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), anunció que también dejará la presidencia del partido.
El canciller saliente fue el protagonista indiscutido de los grandes acontecimientos europeos en la pasada década. Consiguió la unificación de Alemania en 1990, once meses después de la caída del muro de Berlín, y fue el principal promotor de la moneda única europea, el euro, que será lanzada el 1º de enero de 1999.
Canciller de la unidad
En 1976, Kohl fracasó por escaso margen en alcanzar la Cancillería. Pero en 1982 fue elegido jefe de gobierno por el Parlamento cuando el canciller socialdemócrata Helmut Schmidt perdió el apoyo del Partido Liberal en la Cámara baja.
Su papel como "canciller de la unidad" lo convirtió en un referente de la política alemana. Tras la caída del muro de Berlín las multitudes, al grito de "¡Helmut! ¡Helmut!!", no se cansaban de aplaudirlo, sobre todo en el este de Alemania.
Nueve años después, acabada la euforia y las esperanzas de una rápida recuperación económica, su estrella comenzó a languidecer. Hoy, muchos alemanes culpan al canciller de la crisis económica y de un índice de desempleo que rebasa el 17 por ciento en el territorio de la antigua Alemania comunista.