Cesare Battisti ya está en Italia y el gobierno populista se adjudica el logro
ROMA.- Matteo Salvini transmitió hoy en vivo por su cuenta de Facebook la llegada al aeropuerto romano de Ciampino de Cesare Battisti, "un asesino comunista que tiene que pudrirse en la cárcel". Como era de esperarse, el ministro del Interior y hombre fuerte del gobierno populista italiano, celebró como un triunfo el arribo al país, después de una huida de 37 años, del ex terrorista de izquierda, Cesare Battisti. Capturado por Interpol en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, el sábado pasado -luego de haberse refugiado durante años en Brasil hasta que la elección del presidente Jair Bolsonaro cambió su destino-, Battisti, de 64 años, aterrizó en un avión militar del gobierno poco después de las 11.30 locales.
Enfundado en una campera de la policía, el líder de la xenófoba y ultraderechista Liga lo esperaba en la pista, junto al ministro de Justicia, Alfonso Bonafede. Mientras medio país miraba las imágenes en directo por TV, Battisti -condenado a prisión perpetua por cuatro homicidios cometidos en la década del '70-, bajó de la aeronave sin esposas, vestido de jeans y campera. Y con una barba rojiza que se dejó crecer para despistar a quienes los buscaban desde el 13 de diciembre pasado, cuando, después de una larga batalla judicial, el Supremo Tribunal de Justicia de Brasil autorizó su captura y el ex presidente Temer autorizó su extradición a Italia.
Entonces Battisti, consciente de que las cosas habían cambiado abruptamente con la elección de Bolsonaro, ya había dejado su casa de la pequeña localidad paulista de Cananéisa y se había esfumado. En medio de un operativo de búsqueda en el que participaron agentes italianos, brasileños y finalmente bolivianos, el exterrorista había huido a Bolivia, donde había pedido asilo político. Y donde finalmente terminó una fuga de la justicia italiana que duró casi 40 años. Para su captura no sólo fue determinante "el cambio político que hubo en Brasil con la elección de un nuevo gobierno", tal como aseguraron fuentes judiciales italianas, sino también la alta tecnología utilizada para rastrearlo, a través de su celular, y a un wi-fi a al que se conectó el día de Reyes, que resultó el fin.
"Sé que iré a prisión", fueron las primeras palabras de Battisti, que después de algunos trámites policiales fue enseguida trasladado a la cárcel Oristano, en la isla de Cerdeña, "para que la seguridad esté garantizada en el mejor de los modos", anunció el ministro de Justicia. Según los funcionarios del equipo antiterrorismo que viajaron en avión junto a él desde Santa Cruz de la Sierra, Battisti lució resignado, casi como "liberado de un peso", según La Repubblica. Durante el vuelo habló de su vida, pero también de su fuga de Brasil a Bolivia. No mostró signos de desesperación -pese a que le espera la cárcel de por vida- y durmió tranquilamente.
En la década de 1970 -los aquí denominados "años de plomo"-, Battisti fue líder del grupo Proletarios armados para el comunismo (Pac). Tras evadir la cárcel en 1981, en 1993 fue condenado en ausencia a cadena perpetua por cuatro homicidios, que siempre aseguró no haber cometido. Pero recibió asilo, como refugiado político, primero en México y luego en Francia, donde se convirtió en un famoso escritor de novelas negras y aprovechó la llamada "doctrina Mitterand", que le daba protección a los terroristas políticos italianos que renegaban de la lucha armada.
Cuando Francia cambió esa política, en 2004 huyó a Brasil. Arrestado en una playa de Copacabana en 2007, estuvo detenido en una cárcel de Brasilia hasta junio de 2011 por haber ingresado con documentos falsos al país. En su último día en el cargo, el 31 de diciembre de 2010, el expresidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, rechazó su extradición a Italia, al afirmar que podía ser víctima de persecución política. En junio del año siguiente, el Tribunal Supremo Federal de Brasil confirmó esa decisión, y Battisti recuperó la libertad. En 2015 y 2017 volvió a ser arrestado, pero liberado poco más tarde. Hasta que todo cambió con Bolsonaro, que ya durante la campaña electoral había prometido que si ganaba la presidencia iba a extraditar al activista de izquierda italiano, un "regalo" para Italia.
La vuelta de Battisti, que significó el cierre de un doloroso capítulo de historia reciente italiana, fue celebrado por todas las fuerzas políticas. Pero el gobierno populista se adjudicó el logro y lo festejó como una verdadera victoria.
"Lo hemos capturado y ahora deberá pudrirse en la cárcel", dijo Salvini, que destacó el hecho de que el ex terrorista con el pasar de los años se convirtió en un personaje que para muchos fue transformado por los franceses en un virtual héroe perseguido. "Cesare Battisti no es un perseguido o un simple escritor de novelitas: es un terrorista comunista. Un asesino, un cobarde. Durante décadas se refugió en el exterior para no pagar sus culpas y fue protegido por mujeres y hombres de izquierda, presuntos intelectuales, vip y políticos", denunció.
"El arresto de Battisti es un punto de partida no de llegada", también aseguró Salvini, que prometió el arresto de "otras decenas de delincuentes y asesinos que están dando vueltas por el mundo disfrutando de la vida".
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