El ala dura del chavismo ya piensa en una Venezuela sin Maduro y busca a su reemplazo
Desde distintos bloques se preparan para una posible destitución del mandatario bolivariano en medio de la crisis
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CARACAS.- El chavismo está preocupado. El bloque duro del movimiento político, los funcionarios más adeptos a las políticas del fallecido Hugo Chávez saben bien que la crisis actual no es una simple revuelta mediática y que el actual presidente, Nicolás Maduro , no convence.
La primera gran derrota del movimiento en diciembre pasado, que le dio la mayoría de la Asamblea Nacional a la oposición, es un indicio que acelera los tiempos y pone a la cúpula bolivariana en acción.
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De acuerdo al diario El Nuevo Herald, como reacción a la crisis económica, social y política que enfrenta el gobierno de Venezuela, distintos bandos chavistas ya mueven sus fichas para prepararse ante una posible destitución de Maduro: uno de ellos es el del ministro de Defensa, Vladimir Padrino López; otro el del gobernador de Aragua, Tareck El Aissami; y el tercero, el del ex ministro de Relaciones Interiores, Miguel Rodríguez Torres, quien sostiene una relación cercana con el jefe del ala militar del chavismo, Diosdado Cabello , y que por eso su bloque es el que mejor posicionada está cuando se habla de continuar con el legado de Chávez.
"Rodríguez Torres y Diosdado Cabello son quienes podrían brindarle las mayores garantías a Maduro. Padrino López y Tarek no le dan ese mismo grado de seguridad", dijo una fuente que no quiso dar su nombre al diario.
La estrategia del mandatario bolivariano sería esta: ante la posibilidad de que la oposición avance con su plan de sacarlo del poder, Maduro estaría dispuesto en breve a nombrar a Rodríguez Torres como vicepresidente para blindarse. De esta forma, si de hecho debe abandonar la presidencia, el general podría asumir la presidencia, terminar el resto del mandato y proteger al destituido.
La situación que vive Venezuela preocupa a nivel nacional y también internacional: hay desabastecimiento de comida, crisis energética, despidos, falta de medicamentos, enormes colas para conseguir los productos básicos que se necesitan para vivir y un descontento social sin antecedentes.
LA NACION