A 25 años del golpe que derrocó a Allende. Chile, aún lejos de la reconciliación
Por primera vez, los militares no recordarán la fecha con un acto público
SANTIAGO, Chile.- Chile recuerda hoy el golpe militar de hace 25 años, marcado profundamente por un episodio que quedó en la historia del país y de cuyos efectos aún no se recupera. Aunque hay signos o esfuerzos por acercar a los dos bandos en que se dividió el país hace un cuarto de siglo, los ánimos no se han aplacado del todo. La reconciliación está lejos de ser un hecho.
La permanencia de Augusto Pinochet en el escenario político, como senador vitalicio, sigue siendo un motivo de perturbación para sus detractores. El octogenario militar continúa ejerciendo una influencia política importante.
Pero la entrega que hizo en marzo de la jefatura del ejército ha permitido que su institución y las otras ramas de las fuerzas armadas hayan dado pasos tal vez decisivos en la búsqueda de una reconciliación con la civilidad.
Por primera vez, este aniversario no será celebrado por los militares y el ejército. Con su nuevo comandante en jefe, Ricardo Izurieta, las fuerzas armadas sólo realizarán una misa privada. Se eliminó la tradicional ceremonia de elogios y besamanos del mandato pinochetista.
Este año será la última vez que esta fecha sea feriado. Un amplio acuerdo político, que también suscribió el anciano ex general, permitió la derogación legislativa de la controvertida fecha nacional. El ambiente político, sin embargo, ha estado caldeado y Pinochet, con polémicas declaraciones, hizo su aporte importante.
Universitarios realizaron a diario protestas callejeras que derivaron en disturbios de condena al aniversario y de apoyo a la mítica figura del derrocado presidente Salvador Allende.
Pinochet y sus partidarios consideran que en 1973 le dieron al país su segunda independencia, liberándolo del peligro marxista que según ellos se cernía con el gobierno de Allende, el primer socialista elegido democráticamente en las urnas.
La búsqueda de una mayor justicia social, según los partidarios de Allende, o una situación de caos, de acuerdo con sus detractores, no alcanzó a durar tres años. La inédita experiencia fue clausurada violentamente por un golpe militar que dejó una marca indeleble en todos los chilenos. Millares de izquierdistas o sospechosos de serlo fueron detenidos, encarcelados, torturados, asesinados, hechos desaparecer o debieron exiliarse. Al mismo tiempo, se imponía un modelo económico de un gran costo social, pero que despertó entusiasmo y admiradores en el exterior. El obispo conservador Orozimbo Fuensalida, un amigo de Pinochet, reflejó la situación del país en una frase: "La leche todavía está hirviendo".
Al menos en grupos de izquierda y sectores juveniles el olvido no ha llegado. Tampoco en familiares de víctimas de la represión, que demandan conocer el paradero de los 1102 detenidos-desaparecidos y el encausamiento de los responsables.
Esos sectores están empeñados en pasar hoy por un costado de la sede presidencial cuando marchen rumbo al cementerio general de Santiago, donde están la tumba de Allende y un memorial en homenaje a las víctimas de la represión. El gobierno prohibió su paso, arguyendo que la policía tiene antecedentes de que grupos violentos desatarían disturbios.
El codiciado costado del palacio presidencial de La Moneda, donde tenía sus oficinas Allende, se ha visto cubierto en los días previos de ofrendas florales.
El gobierno programó una misa en memoria de Allende, quien se disparó luego de resistir el golpe con un puñado de seguidores cuando La Moneda ardía tras los bombardeos.
Si bien este aniversario suscita controversia, también a vastos sectores de chilenos parece serle indiferente. Y millares iniciaron un éxodo fuera de Santiago para aprovechar los tres días de asueto.