Colosal inyección de dinero en Europa
Los principales países del bloque aprobaron un rescate bancario de 2,5 billones de dólares, tres veces mayor que el de EE.UU.
PARIS.– En el operativo financiero más ambicioso desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial, los grandes países europeos aprobaron ayer un colosal paquete de unos 2,5 billones de dólares para sostener los planes nacionales de rescate que permitirán, por un lado, garantizar los préstamos interbancarios y, por otro, recapitalizar a las entidades con dificultades.
Nunca antes había actuado Europa en forma tan coordinada y con tantos recursos para hacer frente a una crisis que amenazaba con asfixiar el sistema financiero y paralizar el funcionamiento del circuito económico. Ese plan corresponde, en líneas generales, a las ideas sugeridas por el primer ministro británico, Gordon Brown.
Sumando los 700.000 millones de dólares del plan Paulson en Estados Unidos, los países occidentales tienen ahora una masa crítica de más de más de tres billones de dólares para aplicar terapia intensiva al sistema financiero hasta que éste recupere la confianza y pueda funcionar en forma normal.
Conforme con los principios delineados en la cumbre del Eurogrupo, que se celebró anteayer en París, cada país adoptó medidas adaptadas a su situación particular.
La decisión más significativa, destinada a quebrar la desconfianza que paralizaba el circuito crediticio entre bancos, fue la garantía acordada a las operaciones entre instituciones. Para sostener esa medida, que regirá hasta el último día de 2009, las garantías serán de 548.000 millones de dólares en Alemania, de 438.000 millones en Francia, de 275.000 millones en Holanda, de 137.000 millones en España y de otro tanto en Austria. En Italia serán de 55.000 millones y en Portugal, de 28.000 millones, en ambos casos para recapitalización bancaria. Hace unos días, Gran Bretaña fijó su garantía en unos 860.000 millones de dólares.
"Hay que desbloquear el mercado interbancario. El dinero ha dejado de circular", afirmó el presidente francés, Nicolas Sarkozy, al anunciar el plan para su país.
En forma paralela, varios países adoptaron medidas excepcionales para reconstituir los capitales de los bancos que estaban en situación crítica. La recapitalización se hará mediante la compra de activos o la adquisición de acciones especiales en una ampliación del capital. Cualquiera de esas medidas significa, en la práctica, una nacionalización parcial.
El ejemplo más categórico es el caso de Gran Bretaña, que invertirá 90.000 millones de dólares para adquirir partes del capital de tres de los mayores bancos del país (RBS, HBOS y Lloyds TSB). Alemania consagrará un máximo de 110.000 millones de dólares y Francia, 55.000 millones de dólares, a la compra de activos bancarios. España anunció la misma intención sin proporcionar cifras.
A cambio de esta oportuna intervención, los gobiernos exigirán que los bancos adopten códigos éticos adaptados a las circunstancias. Eso se traducirá en la eliminación de las primas y bonos exorbitantes que solían cobrar los ejecutivos o la suspensión de dividendos a los accionistas de los bancos en dificultades, como decidió Gran Bretaña. Francia, por su parte, se comprometió a separar a los dirigentes que llevaron sus bancos al borde de la quiebra y requieran la ayuda del Estado.
España, que además de la crisis financiera sufre las consecuencias del estallido de la "burbuja inmobiliaria", decidió crear un fondo de 41.000 millones de dólares para comprar activos de empresas constructoras en dificultades.
La Unión Europea (UE) decidió elevar, durante un período inicial de un año, de 27.000 a 68.000 dólares el umbral mínimo de garantía bancaria de los depósitos personales en caso de quiebra de la entidad.
A fin de restablecer la confianza de los ahorristas en los bancos, varios países aumentaron las garantías del Estado a los depósitos a un mínimo de 140.000 dólares y otros, como Austria, Irlanda, Eslovenia y Eslovaquia, decidieron otorgar una garantía total.
Las bolsas acogieron con entusiasmo y euforia ese paquete sin precedente, que constituye un auténtico electroshock para volver a poner en funcionamiento un mecanismo que estaba totalmente bloqueado. Después de una semana de vertiginoso descenso, los índices bursátiles marcaron récords de recuperación.
Para algunos países, sumarse a ese programa conjunto representó un abandono de doctrina. La canciller alemana Angela Merkel, que hasta hace una semana rehusaba participar en una acción común, no sólo tuvo que resignarse a integrar el frente monetario europeo, sino que terminó admitiendo la necesidad de una regulación internacional: "Los planes funcionarán mejor si hay un refuerzo de regulación internacional para poner término a los excesos del mercado", declaró ayer en Berlín.
El artífice de esa excepcional recuperación, según la opinión unánime de los economistas, fue el primer ministro británico, Gordon Brown. Después de haber organizado el rescate del sistema bancario de su país, Brown convenció a Merkel y a Sarkozy de abandonar el integrismo doctrinario para aplicar una política "realista" a fin de resucitar un sistema que había entrado en estado de coma profundo.
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