Ballottage en Chile. Con 6 puntos de ventaja, cerró Bachelet su campaña
Masivo acto en Santiago; el cierre de Piñera, en Valparaíso
SANTIAGO, Chile.– Fueron dos verdaderos carnavales tropicales, epílogos de una campaña electoral que se insinuaba tediosa cuando comenzó y fue electrizante cuando terminó.
Estuvieron llenos de batucadas, cantantes, banderas de todos los colores, papel picado, globos y decenas de miles de caras ansiosas. Unas por ver, por primera vez, a una mujer al frente de Chile. Otras por saber si pasado mañana la derecha es capaz de cortar con una racha de cuatro mandatos y 16 años consecutivos de gobiernos de centroizquierda.
Con actos multitudinarios, la candidata socialista, Michelle Bachelet, y su rival de centroderecha, Sebastián Piñera, cerraron ayer una de las contiendas más disputadas y con más altibajos desde el regreso de la democracia a Chile. Ambos, confiados por igual en convertirse en el sucesor del presidente Ricardo Lagos.
En la fiesta de la ex ministra de Defensa, que virtualmente colapsó el centro de Santiago, con cerca de 200.000 personas, la alegría era más que visible. El día había comenzado con la mejor noticia posible para la médica pediatra. Un sondeo de la encuestadora Mori predecía su triunfo sobre el multimillonario empresario con el 53% de los votos contra el 47%, una diferencia bastante mayor que la que Lagos logró sobre el conservador Joaquín Lavín en el ballottage de 2000. De acuerdo con la encuesta, Bachelet tiene el 45% de intención de votos y Piñera, el 40%. En las elecciones, en donde votos nulos y blancos no son contabilizados, eso se traduciría en una amplia victoria para la Concertación.
Bachelet eligió el feudo electoral de la oficialista Concertación para dar el toque final de su carrera hacia la Moneda. Piñera optó por Valparaíso, ciudad central de una región que la favoreció con sus votos en la primera vuelta.
Sin embargo, como si fuera un reflejo de la última encuesta, Santiago fue, por lejos, escenario de una celebración masiva. Al cierre de esta edición, sin cifras oficiales, la prensa chilena estimaba que Bachelet había logrado convocar a cerca de 200.000 seguidores, mientras que unas 13.000 personas habrían participado del acto de Piñera.
En caso de que la realidad confirme pasado mañana las predicciones de las encuestas, la candidata socialista entraría, el 11 de marzo próximo, al Palacio de la Moneda con paso firme. Y contaría con un Congreso donde el oficialismo será, por primera vez, mayoría. Apenas conocida la encuesta de Mori, Bachelet dijo, confiada como se deja ver desde hace una semana, que el sondeo no hacía más que confirmar que ella va "a ser la primera presidenta de Chile".
Algo fastidiados porque las últimas tres encuestas no lo favorecen, los asesores y aliados de Piñera desestimaron el valor del estudio por completo. "La verdad es que la trayectoria de la empresa Mori no es precisamente para sentirse orgulloso. No anduvo, como se dice, ni por las tapas en la segunda vuelta del 99 [cuando otorgó a Lavín 5% menos de votos de los que obtuvo]", dijo Rodrigo Hinzpeter, jefe de campaña del empresario de centroderecha.
De la misma forma que Lavín sorprendió a los chilenos al pasar a la segunda vuelta en 1999, Piñera conmocionó al país hace unos siete meses cuando rompió la tradicional coalición electoral de la derecha y la centroderecha y se lanzó a la campaña.
Pocos esperaban entonces, cuando Bachelet asomaba como una triunfadora segura en la primera vuelta, que el empresario alcanzara el ballottage. Ese fue el primer imprevisto de esta campaña electoral.
El segundo fue el gradual descenso en los sondeos de la candidata. Pese a la altísima popularidad de Lagos y al avance en los comicios legislativos de la Concertación, ella recibió, en la primera vuelta, la menor cantidad de votos que un candidato presidencial oficialista haya logrado desde 1990.
Tan grande fue la desilusión de la coalición gobernante y la expectativa de la alianza de derecha, que la primera semana de la carrera hacia el ballottage terminó en una comedia de enredos para la Concertación y en una racha de triunfos simbólicos para la oposición.
Enfrentamiento inusual
A partir de allí, Bachelet y Piñera protagonizaron un enfrentamiento inusual para una campaña chilena. Ninguno de los dos cuestiona el exitoso modelo económico o las bases de las políticas sociales del actual gobierno por lo que, uno tras otro, se sucedieron los ataques personales.
El último round tuvo lugar entre anteanoche y ayer a la mañana. Irónico, el empresario, a quien Bachelet había acusado de gastar sumas "obscenas" en su campaña, preguntó a su adversaria cuál era el cachet que ella, tan frugal en sus gastos, había pagado a las varias estrellas extranjeras que cantaron ayer en su acto.
Dudaba Piñera de que figuras como Miguel Bosé, Ana Belén o Ismael Serrano se hubiesen ofrecido a viajar y cantar gratuitamente, por más sintonía política que tuviesen con Bachelet.
La respuesta al empresario no tardó en llegar desde el comando de la médica socialista. Un asesor advirtió que la única forma que tenía Piñera de llenar el escenario de su acto era si lo hacía "en el mall del Parque Arauco", una versión santiaguina del Patio Bullrich porteño.
Poco hubiesen cabido los miles de seguidores que ayer festejaron con Piñera en Valparaíso en ese shopping center. Pese a que el acto había comenzado con unas 4000 personas, terminó con unas 9000 más en una marcha hacia el centro de la ciudad.
Hubo fervor y cantantes locales, pero no estrellas ni políticos de otros países ni saludos de artistas famosos extranjeros como en el de Bachelet.
"Los chilenos estamos cansados de que nos mientan. Yo quiero ser el presidente que les diga a los chilenos que quieren trabajar, que sí van a encontrar un trabajo digno. Yo quiero ser el presidente que derrote para siempre la pobreza", dijo el multimillonario y principal accionista de la empresa Lan para cerrar su acto.
Piñera hizo referencia así a dos de los temas que más preocupan a los chilenos, pese a que sus indicadores causarían envidia en los vecinos regionales: un desempleo que ronda el 8% y una pobreza que, si bien se redujo a la mitad en la última década, alcanza al 18 por ciento.
No lejos de esos temas estuvo Bachelet en su discurso de cierre. Su blanco fue la desigualdad en un país en el que el 10% más rico gana 15 veces más que el 10% más pobre.
"Mi gobierno será igualitario, de las y los mejores. Diré lo que pienso y haré lo que digo", dijo Bachelet, desde el estrado, rodeada de cantantes y de una finalmente sonriente dirigencia de la Concertación.
La ex ministra se mostró segura de su carisma y de una de las cualidades que más la catapultaron en las encuestas: la franqueza.
"Ella te da un feeling de energía, te da una seguridad de que no te va a mentir como otros", dijo a LA NACION Eugenia Sánchez, una joven estudiante de publicidad, que parecía vestida más bien para una fiesta electrónica que para un acto político, cuando llegaba a la celebración oficialista.
Jóvenes, familias enteras, hombres de traje recién salidos del trabajo y mujeres, mujeres y más mujeres poblaron La Alameda ayer al atardecer para ver a la candidata.
"Votá, votá, votá por Bachelet y no por los secuaces que son de Pinochet", cantaban los seguidores oficialistas mientras se acercaban al escenario.
Banderas enormes y de todos colores, bombos, silbatos, puestos de choripanes y cánticos de rima forzada se mezclaban entre las decenas de miles de personas, que hicieron silencio cuando cantaron las estrellas, y estallaron en una ovación cuando subió Bachelet.
Alfonsín, presente
- El ex presidente argentino Raúl Alfonsín viajará mañana a Santiago de Chile para esperar los resultados de las elecciones presidenciales junto a la candidata socialista Michelle Bachelet. Según se informó en un comunicado, Alfonsín fue "invitado por el comité de campaña de Michelle Bachelet, y se alojará en el hotel donde la candidata y sus allegados esperarán el resultado de la elección para luego participar -de ser ganadora- de los festejos programados". Por su parte, el ex presidente del gobierno español Felipe González llegó ayer a la capital chilena para apoyar a Bachelet.