Con el desafío de pasar de palabras a hechos, se vuelven a ver Trump y Kim
Diez meses después de su primera cita en Singapur, los líderes se reúnen para negociar la desnuclearización del régimen norcoreano; las expectativas de un acuerdo firme son bajas
HANOI.- Kim Jong-un y Donald Trump ya están en Hanoi para perseverar en un proceso de desnuclearización empantanado. Kim llegó tras una odisea de 60 horas en tren. No era la elección más ortodoxa, porque bastan cuatro horas en avión para cubrir esos 4200 kilómetros que separan la gélida Pyongyang de la tropical Hanoi. Pero Corea del Norte no ha labrado su reputación desde la ortodoxia. Su entrada en la capital a bordo de su formación ferroviaria, robusta como un pánzer, confirmó que no hay ningún líder mundial que iguale esa expectativa. Las masas se agolparon tras las vallas para verlo agitar la mano. Trump llegó en avión y su recepción popular palideció sin remedio.
Se verán de nuevo las caras en una cena esta noche para aceitar las cruciales negociaciones de mañana. Hanoi medirá el compromiso de Pyonyang, las concesiones de Washington y la capacidad para aprender de sus errores de Trump. Aquel triunfalismo tras la firma del acuerdo en Singapur pronto chocó contra su falta de concreciones. De Hanoi se esperan menos declaraciones pomposas y más acuerdos.
El fracaso se resume en que, diez meses después, Corea del Norte posee todas sus armas nucleares y Estados Unidos no ha levantado ni una de sus sanciones económicas. De Singapur apenas se puede rescatar la afinidad personal entre Trump y Kim, que evitó el desastre cuando el proceso atravesaba por turbulencias. Pero la tarea va a requerir más que sonrisas.
Pyongyang y Washington ni siquiera se pusieron de acuerdo en qué entienden por desnuclearización. Para la segunda, es la destrucción de todo el arsenal norcoreano; para la primera, la ausencia de armas nucleares en toda la península. Es decir: el improbable final de décadas de paraguas militar estadounidense sobre Seúl.
Las expectativas son necesariamente más bajas en Hanoi. Trump había prometido en las vísperas de Singapur que se levantaría de la mesa si Kim le negaba la desnuclearización completa, inmediata e irrevocable (CIVD, por sus siglas inglesas).
Solo la insistencia de expertos en que el desarme de un país no se completa en una mañana sino que requiere muchos años lo forzó a bajar los objetivos. El realismo se ha impuesto. La prensa surcoreana ha revelado que el presidente norteamericano contempla un plan gradual y este admitía recientemente que "no hay prisa".
Las partes han escondido las cartas, pero el consenso de los académicos apunta a Yongbyon, el icónico centro donde Corea del Norte ha fabricado sus seis bombas nucleares estalladas hasta la fecha.
Será la principal exigencia de Washington, seguida del listado íntegro de sus instalaciones nucleares, el libre acceso a inspectores internacionales y un calendario de cierres.
Estados Unidos, a cambio, podría aflojar la asfixia económica del régimen levantando sanciones o con ayuda humanitaria, proponiendo la apertura de una oficina en Pyongyang o incluso el fin de la guerra de Corea. La firma del tratado de paz que releve el armisticio de 1953 se enfrenta a impedimentos legales, pero un acuerdo de paz, que el presidente está facultado a firmar sin el apoyo del Congreso, sería viable.
Escollo
Queda, sin embargo, el escollo eterno: cómo convencer al régimen de Corea del Norte de que entregue la carta que ha permitido su supervivencia física durante décadas mientras veía desfilar los cadáveres.
Son suficientes razones para que los observadores teman otro espectáculo mediático que colme el ego de ambos líderes y con la misma vacuidad sustancial.
"Trump quiere usar el asunto para promocionare como un pacificador, el hombre que resolvió una crisis en la que fracasaron sus predecesores, especialmente Obama. Solo hay narcisismo maligno y patológico. Su objetivo final es el Premio Nobel de la Paz", opina Peter Kuznick, historiador de la American University y experto en Asia.
Bastaron dos ediciones para que las cumbres Trump-Kim Jong-un se conviertan en un género propio. También en Hanoi se ven las camisetas conmemorativas, los cócteles y hamburguesas bautizados para la ocasión y los imitadores de Singapur. Los sosias habían amenizado las vísperas frente a la Casa de la Ópera hasta que el gobierno vietnamita expulsó al falso Kim alegando presuntos problemas con su visado. "La medida es absurda y despreciable", sostiene la organización Human Rights Watch.
Las autoridades definieron la cumbre como la mejor campaña de relaciones públicas global. Arreglos florales salpican sus parques, espaciosas avenidas y el lago que linda con el distrito antiguo.
Ahí, en ese ovillo de callejuelas que conserva su delicioso caos de motos y triciclos, los turistas encuentran estos días souvenirs con los ubicuos rostros de Kim y Trump, convertidos ya en íconos pop.
Otro esperado encuentro de final incierto
¿Qué se logró en la primera cumbre?
Trump y Kim llegaron ayer a Hanoi para lograr avances nucleares. Ambos líderes mantuvieron en junio pasado una reunión en Singapur, que terminó con un vago comunicado sobre esfuerzos de Pyongyang para avanzar hacia un desarme nuclear, pero sin plazos ni metas claramente establecidas. Además, Corea del Norte insiste en que ese desmonte de su programa nuclear debe ir acompañado del levantamiento de las sanciones internacionales adoptadas contra el régimen.
¿Quién se encarga de la negociación?
Los diplomáticos norcoreanos son algunos de los negociadores más experimentados del país, que han discutido hábilmente con varios gobiernos norteamericanos. Entre ellos están Ri Yong Ho, un diplomático que representó a Corea del Norte mientras se celebraban las "negociaciones a seis bandas" en la década de 2000 y que ahora es canciller. En los últimos meses se retiraron muchos de los veteranos del Departamento de Estado con mayor experiencia en Corea del Norte, por lo que el equipo de Trump está menos familiarizado con los temas y sus pares norcoreanos. Pero las miradas estarán dirigidas al republicano y Kim.
¿Pueden llegar a un acuerdo?
La cumbre en Singapur terminó en una declaración algo difusa, que acordó una "desnuclearización completa" de Corea del Norte. Una repetición de esa declaración se vería en Estados Unidos como una derrota. El mejor resultado para Trump sería un acuerdo verificable paso a paso en el que los norcoreanos se comprometan a terminar su programa nuclear más allá de las promesas verbales. Muchos ven ese escenario como improbable.Trump busca resultados más concretos
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