Con una batería de misiones, Pekín desafía la hegemonía de Washington en el espacio
SHANGHAI.- China encaró una ambiciosa misión a la cara oculta de la Luna, el más inmediato de una serie de hitos que tiene planeados para desafiar la tradicional supremacía norteamericana en el espacio.
La sonda Chang'e-4 fue la primera del mundo en aterrizar en el lado oscuro de la Luna, donde despachará un rover -dispositivo de exploración a control remoto- dentro de un gigantesco cráter para explorar las capas interiores.
Y aunque se trata de una misión de por sí impresionante, no es más que un paso hacia objetivos aún más ambiciosos: para 2030, China planea tener una base lunar operada por humanos y guiar al mundo hacia una nueva era de exploración del espacio.
Estados Unidos , por su parte, está reimpulsando su programa espacial tripulado, tras haberlo dejado languidecer en favor de la exploración sin tripulantes. Un decreto de política espacial firmado por Trump en diciembre de 2017 traza el programa de misiones tripuladas a la Luna y Marte y lanza los preparativos para una nueva fuerza espacial que contrarreste el desarrollo de armamento espacial de las fuerzas militares chinas.
Esas medidas fueron tomadas después de una audiencia llamada "¿Estamos perdiendo la carrera espacial con China?", que celebró en diciembre de 2017 la Subcomisión Aeroespacial de la Cámara de Representantes, donde expertos del área testificaron que el país corría el riesgo de quedar eclipsado en ese campo del desarrollo. El presupuesto de la NASA para 2019 será de 21.500 millones de dólares, casi el doble que su contraparte china.
Ya rivales sobre la Tierra, ahora Estados Unidos y China son también los principales competidores de una carrera para determinar "quién estará en condiciones de alzarse con los vastos recursos del espacio, asegurar las rutas y poner las reglas del comercio espacial", dice Namrata Goswani, experta en el programa espacial chino del Futures Lab de la Universidad de Auburn en Alabama.
"China está mejor posicionada para ganar", dice Goswani, gracias a un programa metódico que tiene objetivos claramente definidos para varias décadas por delante.
Competidor tardío en la carrera espacial, China realizó su primer vuelo tripulado al espacio recién en 2003, 42 años después de que la Unión Soviética y Estados Unidos lograran la hazaña.
Desde entonces, los líderes chinos han descripto la conquista del espacio como un indicador esencial del ascenso del país y han apoyado esa ambición con abundante financiamiento. La Agencia Espacial Nacional de China es la segunda entre las de más presupuesto, después de la NASA, y su desarrollo de capacidades militares como el arma antisatélites y su intenso cronograma de misiones espaciales han puesto en guardia a Estados Unidos.
"Es una competencia donde lo que está en juego es de alto valor estratégico", dice Dean Cheng, experto en desarrollo espacial chino de la Fundación Heritage, con sede en Washington.
Aunque el tema espacial ha vuelto a importarles a los planificadores políticos norteamericanos, según Cheng, los esfuerzos de Estados Unidos han perdido el foco. Desde la cancelación del programa del Transbordador Espacial, en 2011, Estados Unidos tuvo que depender de otros países para enviar a sus astronautas al espacio. Y según algunos analistas, el cronograma para llevar astronautas a la Luna en 2023 y a Marte en 2033 parece difícil de cumplir y bien podría ser víctima de un cambio en las prioridades políticas del país.
China también sufrió reveses. En 2017, una falla en el segundo despegue del Long March 5, el nuevo vehículo de lanzamiento orbital pesado, hizo retroceder dos años su programa espacial, según se vio por los cambios en el cronograma de misiones.
Así y todo, el presupuesto de los chinos ha estado mejor enfocado durante un largo período de tiempo, con objetivos claros, cronogramas cumplibles y un apoyo inclaudicable de las elites del poder. Estados Unidos, por el contrario, empezó financiando un programa para volver a llevar astronautas a la Luna y acto seguido, en 2010, lo canceló.
"China se pone objetivos a largo plazo y los cumple -dice Goswani, de la Universidad de Auburn-. Ellos ven la Luna como una vasta fuente de recursos energéticos para el desarrollo sustentable. Su plan es industrializar la Luna".
En 2018 China puso por primera vez más cohetes en órbita que cualquier otro país: 36, comparados con los 30 de Estados Unidos. Además de la actual misión en la Luna, China tiene programado el despliegue de una estación espacial para 2022 y establecer la primera base lunar permanente de la humanidad ocho años más tarde.
Está previsto que el sistema global de navegación Beidou, que comprende 35 satélites, esté plenamente operativo en 2020 y se convierta en el verdadero rival del GPS norteamericano, que actualmente tiene 31 satélites en funcionamiento.
En un mensaje a los astronautas chinos a bordo del primer laboratorio espacial orbital de China, en 2013, el presidente Xi Jinping describió la exploración espacial como "una parte de ese sueño de hacer más fuerte a China". Desde entonces, las autoridades de la agencia espacial china han comparado la carrera espacial con el reclamo que mantiene el país por las disputadas islas en los mares de la China Meridional y de la China Oriental.
"El universo es como el océano: la Luna es como las islas Daioyu y Marte es como el arrecife Scarborough -dijo Ye Peijian, jefe de las misiones lunares chinas, en una entrevista con la televisión estatal en 2017, apelando a los nombres que da China a los territorios en disputa en el Mar de la China Meridional-. Si no vamos al espacio, nuestros descendientes nos culparán... y otros llegarán antes que nosotros".
En las próximas semanas China cosechará los primeros frutos de su planificación espacial a largo plazo. Operar en la cara oculta de la Luna es una hazaña en sí misma, ya que desde allí no es posible la comunicación directa con la Tierra. En junio, China logró colocar un satélite de relevo 80.000 kilómetros más allá de la Luna, para permitir las comunicaciones con el rover de exploración.
El rover peinará y recolectará muestras en el lado oscuro de la Luna. Dentro de un año, otra misión, el Chang'e-5, recuperará esas muestras y las traerá de vuelta a la Tierra.
Algunos científicos chinos ven en las abundantes reservas lunares de helio-3, un isótopo no radiactivo, una potencial fuente de energía de fusión nuclear.
The Wall Street Journal
Trefor Moss
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