Con una fuerte advertencia, las cuatro grandes potencias occidentales desafían a Rusia
PARÍS.- En una declaración conjunta sin precedente desde los años más angustiantes de la Guerra Fría, las cuatro grandes potencias occidentales exigieron ayer a Rusia que explique el ataque con un gas neurotóxico contra el exespía exiliado en Gran Bretaña Sergei Skripal, y advirtieron que un acto de esa naturaleza "pone en peligro la seguridad mundial".
"Exigimos que Rusia aclare todos los interrogantes que rodean ese ataque", dijeron Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania. "Nos hallamos ante un ataque contra la soberanía de Gran Bretaña [...] Compartimos la conclusión británica de que no hay alternativa posible" a la responsabilidad rusa, agregaron.
Si bien el texto anuncia una respuesta más precisa y coordinada por parte de los aliados de Londres, no da detalles sobre las medidas que podrían tomar si Moscú persistiera en su negativa a cooperar. La OTAN también se sumó a la presión.
El organismo señaló que el ataque es una "violación a las normas y acuerdos internacionales".
El contundente tono usado en el texto para condenar a Rusia fue el resultado del enorme esfuerzo realizado por la diplomacia británica, que pasó toda la semana tratando de persuadir a sus aliados de asumir esa intransigente posición. La parte más difícil de esa operación fue al parecer con el gobierno francés, después de que un vocero del presidente Emmanuel Macron "advirtió a Londres sobre los peligros de practicar una 'política de fantasía'", reconoció una fuente allegada al Palacio del Elíseo.
Pese a todo, a fin de mostrar su desagrado con el comportamiento de Moscú, Macron boicoteó ayer el pabellón oficial de Rusia cuando visitó la Feria del Libro de París, que está precisamente dedicada a la literatura rusa. La utilización del agente neurotóxico conocido con el nombre de Novichok, sostienen los cuatro grandes en su contundente declaración, es una clara violación de la Convención Internacional contra el uso de Armas Químicas y del derecho internacional. Como lo hiciera Theresa May el lunes ante la Cámara de los Comunes, los líderes occidentales reiteraron a Moscú la exigencia de que devele todos los detalles de su "programa Novichok" a la Organización para la Prohibición de Armas Químicas con sede en La Haya.
Moscú persiste en afirmar que no tienen nada que ver con el envenenamiento de Skripal y de su hija Yulia, y siguen pidiendo a Londres que les envíe una muestra del gas usado para el atentado.
Skripal y su hija están entre la vida y la muerte desde el 4 de marzo, cuando fueron hallados inconscientes en un banco en la ciudad de Salisbury (al sur de Londres). La sustancia letal también provocó una víctima colateral: un agente de policía que intentó socorrer a la pareja, que ya se encuentra fuera de peligro.
Excoronel del GRU, los servicios de inteligencia militares de Rusia, Skripal denunció a decenas de agentes a la inteligencia británica antes de ser arrestado en Moscú en 2004, y sentenciado a 13 años en prisión en 2006. En 2010, Gran Bretaña le otorgó el asilo, en el marco de un intercambio de espías.
La situación es extremadamente delicada para el presidente Vladimir Putin, en momentos en que se apresta a ganar las elecciones presidenciales de pasado mañana, que le permitirán permanecer en el poder por un cuarto período. El presidente ruso convocó a su Consejo de Seguridad Nacional para estudiar una eventual respuesta a las exigencias occidentales, informó el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov.
Desechando las versiones que sugieren que el ataque podría responder a un intento interno de desestabilización contra el mismo Putin, Theresa May y sus aliados occidentales acusan públicamente al presidente ruso de ser el responsable directo del ataque.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, afirmó ayer que el ataque contra el exespía ruso refugiado en Gran Bretaña es coherente con el comportamiento de Rusia durante los últimos años. Stoltenberg agregó que, aunque no hubo ningún pedido de parte de Gran Bretaña de activar la cláusula de ayuda mutua de la organización, Londres puede contar con su total solidaridad.
En el marco de esa escalada, Moscú debería responder con extrema energía a la expulsión de los 23 diplomáticos rusos basados en Londres. Putin, que desde que sucedió a Boris Yeltsin en 1999 intenta devolver a Rusia el antiguo poderío de la época soviética, acusa sistemáticamente a Occidente de querer fragilizar a su país.
"Nuestra respuesta ante la posición irresponsable de Gran Bretaña no tardará", dijo ayer Peskov.
Coherente con ese principio, la cancillería rusa declaró que las acusaciones británicas son una simple manipulación propagandística del gobierno de May para ocultar sus dificultades ante el Brexit.
"La popularidad de su gobierno no cesa de caer. Esa forma de organizar provocaciones en torno de Sergei Skripal desvía la atención", comentó con desdén ante la prensa el canciller ruso Sergei Lavrov.
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