Malestar por la falta de acuerdo en EE.UU.
WASHINGTON.– No será el cacerolazo porteño, pero se le parece.
A punto de que el país caiga en default, muchos miles de norteamericanos hicieron colapsar ayer los teléfonos y las páginas web del Congreso y de oficinas gubernamentales con mensajes en los que reclamaron que el gobierno y los legisladores "dejen de jugar con fuego" y trabajen seriamente en una solución de la crisis que, ahora saben, hará mella en sus bolsillos.
"¡Ah! Pero qué buena idea: van a crear una comisión parlamentaria", exclamaba uno de los mensajes, repetido a lo largo de la tarde como emblema de un creciente malhumor social, que se dispara tanto contra republicanos como contra demócratas.
"¿Hay alguien allí que trabaje en serio?", decía otro de los mensajes más repetidos en las redes sociales. Algunos, con su contundencia, daban cuenta de que, a la hora de reflejar indignación popular contra la ineficacia tanto del gobierno como de la oposición, los idiomas no implican diferencia. Por lo menos, eso es lo que puede deducirse del también repetido: "Ustedes sí que se ganan la plata fácil".
Pero ni esa ola de indignación popular fue capaz de penetrar "el circo de tres pistas" en que -en palabras del propio presidente Barack Obama - se ha convertido el agotador espectáculo de legisladores y funcionarios de uno y otro bando incapaces de alcanzar un acuerdo que evite la "catástrofe" financiera.
De hecho, los demócratas de Obama y sus rivales republicanos se encaminaban anoche a un nuevo choque por sus planes rivales para abordar la crisis de deuda, que se originó al agotarse el techo de 14,29 billones de dólares para que el gobierno pueda, legalmente, emitir deuda pública.
Hasta ahora, nada -ni tampoco el "cacerolazo cibernético" que montaron los norteamericanos- ha sido capaz de aventar la amenaza de una moratoria en este país que, según coinciden expertos, sería "catastrófica" dentro y fuera de su territorio.
Con ambos partidos más alejados que nunca y la amenaza de una inminente rebaja de la calificación de la deuda norteamericana por primera vez en siete décadas, la nueva titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, llamó a una solución urgente de la crisis.
"El reloj está corriendo y es evidente que hay que encontrar cuanto antes una solución a esto. No voy a comentar sobre un plan u otro, no me corresponde a mí hablar de esto", dijo, con evidente preocupación por lo que una caída en default implicaría no sólo en Estados Unidos sino "para la economía global en general".
"Honestamente, una declaración de moratoria o una rebaja significativa en la calificación asignada a Estados Unidos sería algo muy, muy, muy grave", insistió.
Una vez más, y al igual que anteayer, las principales bolsas del mundo reflejaron la tensión y la incertidumbre, pero sin llegar a las ventas masivas que reflejan pánico. Tanto el dólar como las acciones en Wall Street reflejaron retrocesos, mientras que el oro -considerado el refugio por excelencia en momentos de nerviosismo financiero- alcanzaba un nuevo récord.
Aun así, los operadores coinciden en que, por debajo de la corriente de tensión, hay un magma de confianza en que la crisis se superará, aunque lo cierto es que el plazo se agota y el entendimiento no está a la vista.
Menos certeza había para la posibilidad de que Estados Unidos pueda retener la máxima calificación -AAA- para sus títulos de deuda. Anoche, de hecho, se generalizaba la impresión de que el castigo de una disminución estaba ya "muy cerca".
Sin embargo, el acuerdo no parece sencillo. Por ley, el gobierno necesita del Congreso para poder emitir más deuda a partir del martes próximo. Pero el acercamiento para votar esa autorización no parece fácil, ya que el Capitolio está dividido, con la Cámara de Representantes en manos republicanas y el Senado, en demócratas.
Hasta ahora lo único que ha ocurrido es que un brazo parlamentario bloquea lo que hace el otro en la materia. "No es por falta de ideas, es por puro cálculo político", sintetizó ayer el "independiente" Joe Lieberman.
Lo mismo entendieron los miles de norteamericanos que se lanzaron a protestar por las redes sociales, en un fenómeno que por primera vez se produce en este país donde, hasta ahora, había sido considerado como una exteriorización más propia de frustraciones políticas extremas.
"Estamos hartos de que jueguen con nosotros", dijo uno de los participantes en un programa de la Radio Pública dedicado a dar cuenta de la rabia.
Respuesta al presidente
Muchos explicaban ayer el fenómeno como una respuesta directa a la convocatoria que hizo el propio Obama quien, en un recurso desesperado, pidió anteanoche a los norteamericanos que "hagan oír su voz" ante el Congreso para superar la parálisis.
"Hemos votado por un Congreso con diferencias, pero no por un Congreso disfuncional", dijo el presidente en uno de los párrafos de la alocución que más repitieron sus colaboradores.
Pero si bien es cierto que la reacción tiene mucho de respuesta al convite presidencial, también empujó el hecho de que, a partir de ayer, numerosos programas se volcaron a analizar el impacto que tendría "en el bolsillo del ciudadano" un castigo a la nota crediticia del país.
"No jueguen con mis deudas ni con mi tarjeta de crédito" fue, palabras más, palabras menos, la respuesta de una sociedad que vive sobre la base de gastar el dinero que no tiene. Con eso, la ira se hizo imparable.
Hoy habrá un nuevo round en el Congreso, seguramente alimentado al calor de este cacerolazo cibernético de verano.
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