Marianela Kapitanchuk está embarazada hace cuatro meses y, junto a su marido, está varada en Nueva Delhi. Esta mujer, de 35 años, y su esposo salieron de la Argentina el 2 de marzo para la India, antes de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara la pandemia por el coronavirus el 11 de ese mes, y antes de que el presidente Alberto Fernández aconsejara no salir del país para evitar la propagación del virus. Pero diez días antes del regreso que tenían pautado cerraron las fronteras y cambiaron las reglas para todos.
Antes de emprender el viaje hicieron todos los trámites necesarios. Ella solicitó la autorización de su obstetra, se hizo los chequeos que debía, se dio las vacunas y gestionó su seguro de viaje. Sin embargo, la Argentina que dejaron atrás antes de despegar dista mucho de la actual. En ese entonces, no existía la cuarentena ni los permisos para circular. Tal es así que en el aeropuerto de Ezeiza no les hicieron ningún control médico ni de temperatura y tampoco les dieron ninguna advertencia en Migraciones porque la India no era considerado un país de riesgo.
Hasta el 20 de marzo, el coronavirus no invadió su viaje. Pudieron conocer la ciudad de Benarés, el estado de Goa y descubrir allí nuevas técnicas de yoga: su objetivo en esta aventura, dado que él es docente de esta disciplina y ella es consultora psicológica. Esa fue la antesala. Todo cambió cuando llegaron a Nueva Delhi.
El gobierno local declaró el cierre de las fronteras; una medida que, en principio, solo iba a durar un día, pero que luego decidieron extender. "La policía sacó a los extranjeros a la calle", relata al hablar con LA NACION. Según cuenta, quedaron a la deriva porque los hoteles no reciben turistas, la ciudad vive un fuerte desabastecimiento y tampoco cambian divisas.
Día a día la situación se torna más compleja, inyectada por una fuerte dosis de incertidumbre y una pregunta constante: ¿hasta cuándo? En este contexto, se canceló el vuelo que debían tomar el 30 de marzo, cerraron los aeropuertos y, tal como otros 200 argentinos en la India, se convirtieron en "varados" y se vieron forzados a entrar en una dinámica en la que las aerolíneas les reprograman el viaje y, luego, lo vuelven a cancelar.
Marianela aclara que no pretende volver gratis pero que lo único que pide es que alguien les asegure que podrán volar seguros. Tal como dice, desde la embajada y el consulado les piden paciencia pero no les brindan ayudas concretas ni asistencia para gente mayor o niños. "No sabemos adónde está el embajador. Nunca se contactó con nosotros", dice.
Ella y su marido pudieron hospedarse en uno de los pocos hoteles que alojó extranjeros. Allí convive junto a cinco argentinos; uno de ellos es médico y les controla la temperatura y los signos vitales. "Las puertas están cerradas, así que no entra ni sale nadie", cuenta. De todos modos, hay una excepción: la policía, que pasa por los hospedajes y le sella los brazos a la gente para ponerla en cuarentena. "Todos los días conocemos historias de argentinos que son perseguidos o echados de sus hospedajes", dice.
Para esta futura madre "lo más difícil es la incertidumbre y la falta de información oficial" acerca de cuándo terminará esto y podrán volver a su hogar. Sumado a esa sensación, cuenta que el costo de vida, entre hospedaje y comida, es de US$100 diarios por lo que se les están acabando los recursos económicos y corren el riesgo de quedarse sin comida. Ni hablar de que ella pueda atenderse con su obstetra y llevar adelante el embarazo dentro de un entorno en el que se sienta segura y acompañada.
En medio de este temor, Marianela cuestiona a las agencias de viaje "por querer lucrar y cobrar punitivos".
"Hay personas a las que las agencias le dicen que tienen que pagar un nuevo ticket, cuando las aerolíneas todavía no están reprogramando vuelos", explica. Y agrega: "La mayoría volvió a sacar pasajes a precios desorbitantes, de 2000 o 3000 dólares. Incluso, nos han pedido más y aún así no salieron".
Más allá de los costos, hoy le faltan garantías. Por eso pide que alguien les asegure que podrán volver a su hogar para que ella pueda transitar los últimos meses de embarazo en la Argentina.
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