Intentan evitar el juicio político a Bill Clinton. Crece el apoyo a una moción de censura
Cuatro representantes republicanos que aprobaron el impeachment ahora piden al Senado que no lo destituya.
WASHINGTON.- El líder republicano del Senado, Trent Lott, partidario del juicio político a Bill Clinton y, al principio, única voz en contra del bombardeo a los dominios de Saddam Hussein, ve cada vez más reducido su campo de acción.
Ayer, apenas tres días después de que la Cámara de Representantes aprobara por segunda vez en la historia el impeachment, cuatro de los republicanos que votaron en su favor expresaron la conveniencia de que el presidente sea censurado, no destituido.
La carta, remitida a Lott por Sherwood Boehlert y Ben Gilman, de Nueva York; Michael Castle, de Delaware, y James Greenwood, de Pensilvania, refleja, en cierto modo, el grado de confusión que impera en estos días en las filas republicanas, conmovidas, inclusive, con el súbito aumento de la popularidad de Clinton (trepó del 63 al 73 por ciento, según una encuesta divulgada ayer por CNN, Gallup y el USA Today, y alcanzó el récord de Ronald Reagan).
"Escribimos como republicanos que votamos en favor del impeachment del presidente Clinton -dicen los cuatro representantes-. Hicimos ese solemne voto porque creemos que el presidente mintió bajo juramento, y porque su conducta ha sido suficiente mérito para juzgarlo y considerar su caso en el Senado. Sin embargo, mientras este asunto serio y difícil pasa al Senado, lo urgimos a aceptar una fuerte censura como remedio".
En el Senado, mientras tanto, el demócrata Robert Byrd, un experto en cuestiones legales, procura hallar la forma de que el juicio político devenga en censura, una pena menor en comparación con la eventual destitución. "Pero la decisión debe ser tomada por los senadores, así se trate de un juicio o de cualquier otra solución, y debe haber para ello un acuerdo de la Casa Blanca con todos nosotros", advirtió.
Por esa alternativa, rechazada por los republicanos durante todo el trámite en la Comisión Judicial de la Cámara de Representantes y en la votación del sábado, abogan desde anteayer los ex presidentes Gerald Ford (republicano) y Jimmy Carter (demócrata), vía un artículo que rubricaron en conjunto en The New York Times, y el vicepresidente Al Gore, convertido desde el comienzo del escándalo en el defensor número uno de Clinton.
Vigilia precipitada
"No estamos convencidos, y no queremos que nuestros votos sean interpretados como si pensáramos que la remoción es la única conclusión razonable de este caso -dicen los representantes que se inclinan ahora por la censura-.Mientras algunos cuestionan que la Cámara de Representantes tenga autoridad para considerar las alternativas del impeachment, es claro que el Senado debe tener la autoridad para considerar las opciones. Estas opciones deberían incluir una propuesta de censura que impondría una multa y bloquearía toda posibilidad de perdón".
La vigilia hasta el 6 de enero, día fijado para el comienzo formal del juicio político, parece precipitarse. Quizá los Reyes se encuentren con Papá Noel, así como Clinton se encontró con el fiscal Kenneth Starr en la tapa de Time dedicada al hombre del año. Con valor agregado en 1998. Sólo falta Monica Lewinsky entre los dos.
La broma de Joe Lockhart, vocero de la Casa Blanca, es que la revista hizo bien en elegir a los jefes de los partidos Demócrata y Republicano.
Aseguró, además, que considera que la carta de los republicanos "es un signo positivo de que los miembros del Capitolio no creen que el presidente deba ser destituido y quieren hallar un camino bipartidista para dejar esto atrás de forma rápida".
"Pienso que el caso abrirá un montón de puertas y de alternativas -dejó entrever, por su parte, el senador republicano Bailey Hutchison-. La censura puede ser una de ellas".
En favor de ella, como posibilidad, también se pronunció el presidente del Comité Judicial, Orrin Hatch, otro republicano.
"Sospecho que casi todo el mundo estaría de acuerdo en que no tenemos los 67 votos necesarios", dijo Hatch. "Pero nadie sabe si habrá otros hechos que salgan a la luz".
Gore, a su vez, observó: "Espero que el Senado de los Estados Unidos sea en estos momentos, como lo ha sido habitualmente, la voz de la razón, del debate y de la cura que necesitamos".
Esperar y ver
Lott, en Mississippi por las fiestas, usa la vieja táctica de aquellos que deben demorar sus decisiones: esperar y ver (wait and see), ya que el problema no pasa sólo por el futuro de Clinton, sino por el presente de los propios republicanos mientras, después de la renuncia a la presidencia de la Cámara de Representantes de Bob Livingston a raíz de una relación extramatrimonial, Larry Flint, el editor de Hustler, promete inquietantes revelaciones de otros congresistas. Pagó por cada una de ellas un millón de dólares.
De ahí que la búsqueda del sucesor de Newt Gingrich, tras la renuncia de Livingston antes de asumir, apunte, más que todo, a un republicano inteligente, hábil, y, sobre todo, fiel a su mujer.
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