Crece la tensión en Egipto: detuvieron al líder de los Hermanos Musulmanes
Los militares retienen a la cúpula del movimiento islamista por "incitación a la violencia"; la agrupación convocó a una "manifestación pacífica" para el viernes próximo
EL CAIRO.- La situación en Egipto tras el golpe de Estado continúa inmersa en una fuerte tensión entre los militares, artífices del derrocamiento de Mohammed Morsi, y los islamistas Hermanos Musulmanes, a cuya agrupación pertenecía el derrocado presidente. Al arresto domiciliario del ex mandatario y otros miembros del grupo, se sumó hoy el del Guía supremo del movimiento, Mohamed Badie.
Badie fue detenido hoy por la policía militar "en Marsa Matruh (noroeste de Egipto) a pedido de la fiscalía por incitar a matar a manifestantes", indicaron las fuentes de los servicios de seguridad egipcios. También fue detenido un asesor del Guía supremo, Rached Bayumi, agregaron.
Poco antes, las autoridades habían lanzado órdenes de captura contra el Guía y su adjunto, Jairat al Chater, por haber incitado a matar manifestantes que protestaban el pasado domingo frente a la sede de los Hermanos Musulmanes en Moqattam, un barrio del sur de El Cairo. Desde ese día y hasta ayer, hubo 39 muertos por enfrentamientos con motivos políticos, a los que, después del golpe de Estado, se sumaron 10, según el Ministerio de Salud.
Morsi y varios dirigentes islamistas serán interrogados el lunes por "insultos a la institución de la Justicia", indicaron fuentes judiciales. Además del derrocado presidente, ocho personas, en su mayoría dirigentes de los Hermanos Musulmanes, serán interrogados, entre ellos Saad al Katatni, jefe del Partido de la Justicia y la Libertad, brazo político de la cofradía, detenido ayer.
La detención del principal y más influyente dirigente de los Hermanos Musulmanes es la última etapa de una serie de medidas adoptadas por las autoridades desde el inicio del golpe de estado que derrocó al primer presidente egipcio elegido democráticamente.
Esta mañana, una fuente militar indicó que Morsi estaba detenido preventivamente, dando a entender que el ex jefe de estado podría ser procesado. Ayer, inmediatamente después de sus destitución, el ex mandatario y todo el equipo presidencial fueron detenidos "en el club de la Guardia Republicana de la presidencia", indicó Gehad al-Haddad, dirigente de los Hermanos Musulmanes. Luego el presidente fue "separado de su equipo y trasladado al ministerio de Defensa", agregó.
Tal vez consciente de los riesgos de una sociedad polarizada, el nuevo mandatario interino, el hasta hoy presidente del Tribunal Supremo Mansur Adly, aprovechó la ceremonia de asunción para expresar un signo de paz a los Hermanos Musulmanes.
"Los Hermanos Musulmanes son parte de este pueblo y están invitados a participar en la construcción de la nación ya que nadie estará excluido y, si responden a la invitación, serán bienvenidos", expresó Mansur.
"Estado policial"
Sin embargo, el movimiento islámico rechazó de plano cualquier diálogo con el gobierno interino y denunciaron la instauración de un "Estado policial", al que llamaron a rechazar con una "manifestación pacífica en todas las provincias de Egipto" el próximo viernes.
"Anunciamos nuestro rechazo categórico al golpe de Estado contra el presidente elegido y la voluntad del pueblo, y rechazamos la participación en cualquier trato con la nueva autoridad", había declarado previamente la Hermandad en un comunicado difundido en su página web.
La detención del principal y más influyente dirigente de los Hermanos Musulmanes es la última etapa de una serie de medidas adoptadas por las autoridades desde el inicio del golpe de estado
Además, pidió a los manifestantes que sean pacíficos durante las protestas y criticó cualquier tipo de violencia.
"Rechazamos las prácticas represivas del Estado policial, como los asesinatos, las detenciones y la restricciones a la libertad de los medios de comunicación y el cierre de los canales", agregó el comunicado.
El derrocamiento de Morsi luego de un año en el poder marcó otro giro en la turbulenta realidad que vivió la nación más poblada del mundo árabe en los dos años que siguieron a la caída del líder autocrático Hosni Mubarak en 2011 en el marco de la denominada Primavera Arabe.
Naciones Unidas, Estados Unidos y otras potencias mundiales no calificaron la destitución de Morsi como un golpe de Estado militar, ya que hacerlo podría desencadenar sanciones.
La intervención de las Fuerzas Armadas en medio de la fuerte crisis económica y social, con manifestaciones masivas, fue respaldada por millones de egipcios, incluyendo a líderes liberales y figuras religiosas que esperan nuevas elecciones. Los militares egipcios han estado en el centro del poder desde el derrocamiento del Rey Farouk en 1952.
Agencias AFP, EFE y Reuters
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