Crecen en España las críticas a Aznar
Comparecerá hoy ante el Congreso
MADRID (De nuestra corresponsal).- Pasaron dos días y medio desde la noticia de la muerte de siete españoles en Irak para que el presidente José María Aznar enfrentara por primera vez a los familiares y compañeros de las víctimas, asesinadas en una feroz emboscada de la resistencia.
Acompañado por su mujer, Ana Botella, el presidente llegó por fin a la capilla ardiente de los siete agentes de inteligencia. No había estado 24 horas antes en el aeropuerto, cuando sus cuerpos volvieron a casa, ni había tenido oportunidad de encontrarse con sus deudos hasta ayer, cuando lo hizo en la intimidad del velatorio.
Golpeado por la tragedia y por lo que significa para su solitario e impopular apoyo a la guerra, Aznar trata de apurar este trance. Hoy mismo, apenas horas después del entierro y en plena jornada de luto, comparecerá voluntariamente ante el Congreso para -según el parte oficial- "informar sobre el atentado" y ratificar su política de apoyo a la invasión.
Pero ese gesto generó durísimas críticas. "Es inconcebible que impulse un debate parlamentario sin atender el luto ni el dolor de los españoles. Y más inconcebible resulta su apuro frente a todos los meses en que ignoró nuestros reclamos de informes", dijo el vocero socialista en el Congreso, Jesús Caldera.
Otros bloques objetaron en igual tono la "insensibilidad" del presidente para con los muertos y sus familias. Aznar parece urgido a cerrar el capítulo. Hoy, tres horas después de enterrar a los muertos, protagonizará el primer debate parlamentario sobre la guerra de Irak que concede desde febrero último, antes de que el conflicto estallara.
Desde entonces, los bloques de oposición le pidieron en vano su presencia. La última vez, hace dos semanas, ante la creciente inseguridad en Irak.
En forma paralela, el ministro de Defensa, Federico Trillo, dio ayer su versión oficial sobre el atentado, según la cual los españoles "resistieron durante veinte minutos o media hora" el ataque de sus agresores. Precisó que lo hicieron "con armas cortas", frente a los lanzagranadas con los que fueron atacados.
Se mostró convencido de que los agentes fueron entregados "por un soplo, delación o traición" de alguien de su entorno. Dijo también que "no tenían aspecto occidental" ni motivos para ser advertidos, lo que en primera instancia resulta difícil de compartir para cualquiera que conozca la zona, donde un ve-hículo de doble tracción y bien equipado delata automáticamente a un extranjero.
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