Cuando lo normal se convierte en heroico
ROMA.- Como tantísimos italianos, he escuchado con suma atención los cuatro minutos de conversación entre el comandante del Costa Concordia, Francesco Schettino, y Gregorio Maria De Falco, comandante de la capitanía del puerto de Livorno. Me pareció el diálogo entre un hombre de mar aterrado e incapaz y otro hombre de mar competente y sensato.
Descubro, sin embargo, con estupor, que De Falco es el nuevo héroe de las redes sociales (miren, si no, en Twitter #defalco). Estoy seguro de que el principal sorprendido será el interesado. Esa noche, como otras, ya sea en tierra firme o en alta mar, De Falco hizo todo lo que podía y en circunstancias dramáticas. No puede decirse lo mismo del capitán Schettino y de otros oficiales a bordo. Si en Italia lo normal se convierte en heroísmo, estamos en el horno.
Pero no es así?, no todavía. Millones de compatriotas -muchas veces por poco dinero- cumplen con su propio deber: de Norte a Sur, de día y de noche, en tierra, cielo y mar. Tal vez lo hemos olvidado, si la evidencia de este compromiso nos genera estupor. O tal vez tengamos la necesidad de aplaudir a los competentes, como antídoto contra los demasiado superficiales. Durante estos últimos días, pululan en las redes las consideraciones desconsideradas y la antropología de bar.
Está quien escribe: "¿Pero cuándo dejaremos de confiarles el mando de los barcos a los napolitanos?", y quien, con apresuramiento y simplismo excesivos, ha transformado a dos hombres en personajes de una novela Conrad, encarnación respectiva del coraje y de la desidia, de la fuerza y de la debilidad, del bien y del mal.
Muchos extranjeros nos observan sin comprender. Esperemos que repitan lo que escribió Margherita Masotti ( twitter/mstmgh ), de la ciudad de Grosetto: "Me saco el sombrero por #defalco, ¿pero cómo es posible que la trágica falta de profesionalismo de algunos vuelva especial a la gente normal?". Con 140 caracteres alcanza. No hacen falta más.
Traducción de Jaime Arrambide