De izquierda a derecha, cruje todo el sistema político tradicional francés
La victoria de Macron en las presidenciales precipitó la crisis de los partidos y puso en marcha un proceso de disolución
PARÍS.- Como la explosión de una bomba de fragmentación, la elección de Emmanuel Macron precipitó la crisis de todo el sistema político francés.
Con un Partido Socialista (PS) en peligro de muerte, el cisma que amenaza a la derecha conservadora de Los Republicanos (LR) y las sórdidas rivalidades que carcomen desde el interior al Frente Nacional (FN) de extrema derecha, el orden que rigió durante 40 años ha comenzado a derrumbarse como un castillo de arena.
La crisis más importante sacude al PS, que intenta sin éxito detener la sangría de diputados e importantes figuras decididas a pasarse al partido del presidente electo, La República en Marcha, y disimular el estallido interno.
Esa división quedó en evidencia ayer, cuando Benoît Hamon -el desafortunado candidato oficial del partido, que llegó en quinto lugar- anunció su intención de crear su propia corriente de "izquierda transversal". Lo mismo hicieron por su parte las alcaldesas de París, Anne Hidalgo, y de Lille, Martine Aubry, y la ex ministra de Justicia Christiane Taubira.
Pero el estrépito del derrumbe había comenzado a escucharse un día antes, cuando el ex primer ministro Manuel Valls dio por hecho en la radio que sería diputado por el partido de Macron.
"El PS está muerto", afirmó Valls para justificar su deserción. Una actitud inaudita para el partido, que inició de inmediato un procedimiento disciplinario.
La declaración de amor de Valls no fue, en todo caso, muy bien acogida por los responsables de La República en Marcha. "El ex primer ministro no responde a los criterios requeridos", dijo Jean-Paul Delevoye, presidente de la comisión de investidura, refiriéndose a que Valls no milita en el nuevo partido.
"Por otra parte es evidente que su candidatura no es demasiado oportuna para nuestro movimiento", agregó. Macron, en efecto, hace esfuerzos para convencer a los franceses de que no es -como afirman sus adversarios- la "continuación" del gobierno de François Hollande. El PS debe resolver además la nueva pugna entre un grupo que desea "no entorpecer la acción de Macron" y la corriente de izquierda que inspira Hamon.
El mismo dilema enfrentan Los Republicanos, divididos entre un grupo sarkozista, partidario de oponer una línea dura al nuevo gobierno, y un sector -inspirado por el ex premier Alain Juppé- que negocia un acercamiento con Macron.
Igual de grave es la situación del FN, que resultó duramente afectado por la penosa presentación de su candidata Marine Le Pen en el debate televisado frente a Macron y por el decepcionante resultado que obtuvo en el ballottage (33,9% de votos).
Esa situación se transformó ayer en melodrama familiar cuando la diputada Marion Marechal Le Pen anunció que abandonará sus cargos electivos y se alejará de la política. La decisión de esa joven ultraconservadora, partidaria de una línea intransigente, por ejemplo en materia de lucha contra el islam, dejó al descubierto el desacuerdo del electorado histórico del partido con la política de "desdiabolización" ejercida por su tía. Una división que podría penalizar las ambiciones del FN de pasar de dos a 50 bancas en la próxima Asamblea.
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