Debilitado, Rajoy resiste las presiones para que renuncie
Tras el fracaso en su intento de formar gobierno y el escándalo por un nombramiento en el Banco Mundial, pidió a su partido una moción de respaldo
MADRID.- Un día después de fracasar en su intento de investidura presidencial, Mariano Rajoy sintió ayer el verdadero peso de la derrota: las presiones para desplazarlo del poder se dispararon, perdió a sus únicos aliados y vio cómo sus rivales socialistas reflotaban la amenaza de formar un gobierno alternativo en España.
Urgido de respaldo, reunió ayer a la cúpula del Partido Popular (PP) y le arrancó un apoyo a su continuidad como líder de los conservadores y como candidato en el muy probable caso de que el bloqueo institucional derive en unas nuevas elecciones, las terceras en un año.
Pero la imagen de fortaleza que quería transmitir quedó diluida ante la difusión de una noticia escandalosa, que causó malestar incluso entre sus partidarios: la decisión del gobierno interino de nombrar como representante de España ante el Banco Mundial al ex ministro José Manuel Soria, que debió renunciar en abril cuando los Panamá Papers revelaron que había ocultado empresas en paraísos fiscales.
El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, lo consideró motivo suficiente para dar por muerto el acuerdo que había firmado con el PP para la investidura fallida. "Rajoy, sin ningún pudor, nombra en el Banco Mundial a un ministro renunciado por tener dinero negro. ¿De verdad no hay otro español para ese cargo? Es intolerable y debe darnos explicaciones", advirtió en un acto en la capital vasca, Vitoria.
Rivera insistió en que los conservadores deben pensar en un "candidato viable" si quieren renovar el pacto que los unió. El mensaje no necesitó traducción: la solución pasa, según él, por que se vaya Rajoy.
El socialista Pedro Sánchez también se aferró al caso Soria para bombardear a su enemigo: "Por cosas como ésta tenemos que pasar de etapa". Sin postularse explícitamente, convocó a Ciudadanos y a Podemos a dialogar sobre un gobierno alternativo. "Trabajaremos sin descanso, con humildad y generosidad para entendernos con las fuerzas políticas del cambio y poner fin al fracaso de Rajoy", anunció.
Sus posibilidades de éxito son remotísimas. Sánchez tiene apenas 85 de 350 diputados y la relación Podemos-Ciudadanos es de extrema hostilidad. A lo que aspira es a mostrarse con iniciativa en medio de la pelea interna que sostiene para retener el liderazgo del PSOE.
La semana horrible de Rajoy frenó el impulso ganador que logró en los comicios de junio pasado, cuando salió primero con más votos que en diciembre. Pero ni así consigue apoyo para la renovación del mandato. Anteayer le faltaron 6 votos (perdió 180 a 170).
Si de aquí a dos meses nadie forma gobierno, habrá que convocar a nuevos comicios generales para la segunda quincena de diciembre.
Aunque ayer ardían todos los puentes de negociación, el PP necesitaba arropar a su jefe sin perder tiempo. "Le transmitimos a nuestro candidato unidad, entereza y apoyo a todo lo hecho. Tenemos legitimidad para seguir intentándolo. El presidente nos prometió defender la victoria electoral de diciembre y de junio", dijo la secretaria general de la formación, Dolores de Cospedal. Era perentorio mostrar que no está en debate la sucesión.
El caso Soria enturbió la reunión. Las mentiras del ex ministro sobre sus negocios en paraísos fiscales habían indignado en su día a muchos de sus compañeros de partido. Y al enterarse ayer de que Rajoy le regalaba un puesto de lujo, con un sueldo de 20.000 euros al mes, algunos estallaron. "No me aprieten. Mi opinión sobre el señor Soria es ciertamente mejorable", respondió a la prensa Juan Vicente Herrera, el presidente de Castilla y León.
La jefa del gobierno de Madrid, Cristina Cifuentes, tampoco ocultó el fastidio: "Tendrán que explicarlo quienes lo hayan nombrado".
Rajoy no habló del tema ante la cúpula del PP. Su urgencia era despejar dudas sobre su futuro antes de volar a China para la cumbre del G-20 y prevenir una crisis interna antes de las cruciales elecciones regionales de Galicia y el País Vasco, que se celebrarán el 25 próximo.
Casi resignado a no conseguir una investidura negociada, Rajoy necesita maniobrar para que Sánchez tampoco lo consiga.
Mientras se mantenga la parálisis seguirá gobernando con funciones limitadas.
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