Después de los drones, los barcos autónomos prometen una revolución

SAN DIEGO.- Después de los aviones no tripulados, que tras un comienzo militar ya se aplican a todo uso, y de los autos sin conductor, cada vez más cerca de salir al mercado, está llegando la hora de los barcos autónomos, lo último en tecnología del transporte que promete revolucionar la guerra, el comercio... y que inquieta a los marineros.

La ciudad de San Diego, sobre la costa del Pacífico, fue testigo anteayer de la presentación del Sea Hunter, una nave de 40 metros capaz de recorrer 18.500 kilómetros por sí sola en busca de submarinos y minas submarinas. Detrás de la proeza están la Agencia de Proyectos Militares de Investigación Avanzada de las fuerzas armadas (Darpa, por sus siglas en inglés) y la armada de Estados Unidos, que probarán el barco durante dos años para ver cómo se maneja entre otras naves y si puede evitar los choques.

A diferencia de otras embarcaciones que funcionan a control remoto, el Sea Hunter puede operar por sí mismo. "Esto no es un videojuego", afirmó el vocero de Darpa, Jared B. Adams, de pie frente a la nave de acero de aspecto futurista, anclada en una terminal de la zona de astilleros de San Diego.

El Sea Hunter, que alcanza los 50 kilómetros por hora, usa radares, sonares, cámaras y sistemas de posicionamiento global. Según explicó Adams, el objetivo es que estas embarcaciones se utilicen para apoyar otras misiones y evitar que los marinos corran riesgos.

Pero no sólo son los expertos del Pentágono los interesados en el éxito del proyecto. La industria naviera comercial también estará observando de cerca los progresos del barco. Cada avance será festejado como un triunfo: las empresas navieras de Europa y Asia ya analizaban la creación de flotas de barcos autónomos para reducir costos y atravesar zonas de piratas.

En esta fase experimental, el Sea Hunter tendrá a mano operadores humanos como reaseguro. Pero cuando demuestre que puede manejarse por sí mismo, operará en forma autónoma y permanecerá en el mar meses enteros. Con sus dos motores diésel, podría llegar desde San Diego hasta la isla de Guam, del otro lado del Pacífico, según los diseñadores. Por ahora no se planea colocar armamentos a bordo.

"Hay un montón de potenciales ventajas que todavía estamos analizando", dijo el director del programa, Scott Littlefield.

Al igual que sucede con los automóviles autónomos que se están desarrollando en la actualidad, la nave sin tripulantes siembra un mar de dudas en cuestiones de seguridad. En nombre de su profesión, una de las más antiguas del mundo, la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte, que representa a más de la mitad del millón de marineros del mundo, dice que no cree que la tecnología sea capaz de reemplazar la capacidad humana de prever y reaccionar a los distintos peligros del mar.

Otros críticos han expresado asimismo su preocupación porque el control de las naves pueda caer en manos de hackers profesionales. Los expertos del Pentágono, sin embargo, responden que están trabajando en el desarrollo de sistemas a prueba de hackers y dicen que es posible construir barcos invulnerables a esos peligros.

El Sea Hunter fue construido frente a la costa de Oregon y transportado en barcazas a San Diego. Si bien el programa representa una inversión de 120 millones de dólares, los responsables de Darpa afirman que una vez superada la fase de pruebas el costo de una embarcación de este tipo será de unos 20 millones de dólares.

Julie Watson