Dilma convocó a una reunión de emergencia tras las marchas en su contra
La presidenta de Brasil busca hacer frente al descontento popular junto a sus ministros más fieles
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BRASILIA .- Las imágenes de la jornada de ayer hablan solas. Miles de brasileños salieron a las calles con pancartas, con muñecos, para reclamar la dimisión de la presidenta brasileña Dilma Rousseff y repudiar la actitud del ex presidente Lula da Silva , envueltos en un escándalo de corrupción por desvío de fondos de la petrolera estatal Petrobras.
Ante esta situación, Rousseff encabezó una reunión de emergencia con sus principales ministros para analizar el impacto político de las multitudinarias protestas realizadas ayer en todo el país.
La mandataria mantuvo un encuentro con ministros en el Palacio del Alvorada, residencia oficial de Brasilia, luego de las marchas que reunieron más de 3 millones de personas según los cálculos de las policías estaduales, la mayor de ellas en San Pablo.
Según la Policía Militarizada paulista hubo 1,4 millones de inconformes en la Avenida Paulista, mientras Datafolha contabilizó 450.000 asistentes, cifra que según esa encuestadora es la más alta desde 1984.
Rousseff analizó el impacto político de las marchas, que se realizaron en los 27 estados de la Unión, junto al jefe de gabinete Jaques Wagner, el ministro de Hacienda Nelson Barbosa, el abogado general de la Unión José Eduardo Cardoso y otros funcionarios.
El encuentro se prolongó hasta altas horas de la noche del domingo, pero poco antes de iniciarse, la presidencia divulgó un comunicado en el que aseveró que "la libertad de manifestación es propia de las democracia y debe ser respetada por todos".
"El carácter pacífico de las ocurridas este domingo demuestra la madurez de un país que sabe convivir con opiniones divergentes y garantizar el cumplimiento de las leyes", señaló el comunicado de la presidencia.
"Las protestas no nos sacan el sueño, o mejor dicho nos pueden sacar el sueño pero tenemos que seguir adelante", declaró José Guimaraes, jefe del bloque del gobierno en la Cámara de Diputados.
Lo ocurrido ayer agrava la ya difícil situación de Rousseff, que además de la campaña de impugnación afronta una creciente investigación de fiscales federales sobre corrupción en la gigante petrolera estatal Petrobras.
La alta participación podría desencadenar la ruptura de la frágil coalición de gobierno, según analistas. "Hay una situación de ingobernabilidad", comentó Francisco Fonseca, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Católica Pontificia de San Pablo. "La presidenta tiene pocas cartas".
Sin embargo, señaló que las protestas mostraron "un descontento generalizado con el sistema político" que no reforzaría necesariamente a ningún político o partido opositor en concreto.
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Agencias ANSA y AP
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