Dos tipos de disconformes con la visita de Francisco
SANTIAGO, CHILE.- La visita del Papa a Chile está dejando un alto saldo de disconformes. Esto afectará los efectos políticos que buscaba el viaje -si es que el Vaticano planeó alguno-. Los disconformes son de dos tipos. Los que no quedaron contentos con sus palabras y los que no quedaron conformes con sus hechos. Entre ambos se levantará la evidente disociación de Bergoglio entre lo que dice o declama y lo que luego hace. Es aquí también donde emergerá el seguro cuestionamiento que se hará al rol de jefe de Estado, que sobrepasa su rol de líder espiritual.
Van dos días de discursos y dos señales claras: una, la que entregó al pedir perdón a las víctimas de abusos sexuales. Dos, y más clara, la de su misa en Temuco, donde abordó el asunto mapuche que vive el sur de Chile y el de la Argentina. Lo que hizo después, sin embargo, disolvió todo lo que dijo en el mensaje de Maquehue, cuando tomó una posición clara sobre el reconocimiento del pueblo mapuche, con la deuda histórica que tiene el Estado y con la visibilización de un problema que incomoda.
Buena jugada, clara y potente, pero después del discurso, cuando se dio la oportunidad del gesto político, del gesto del Papa espiritual, Francisco no lo hizo. Primero, convocó a un almuerzo en el que había representantes del mundo indígena que no están en el conflicto histórico que motivó a Bergoglio a ir a Temuco. Para muchos eran mapuches sometidos al sistema que les quitaron un lugar a los que reivindican la lucha.
Particularmente grave fue lo que ocurrió casi al mismo tiempo, cuando la machi Francisca Linconao se sentó a esperar al Papa donde llegó a comer. El Papa ni siquiera recibió una carta que ella quería entregarle, pudiendo haberlo hecho y siendo aquello coherente con el discurso.
Quedó en evidencia la disociación papal, por segundo día consecutivo, aunque en el caso de los abusos sexuales, uno podría pensar que sí habrá efectos concretos. En el caso de los mapuches, hubo una declamación, se construyó un discurso que no deja muy claros los caminos a seguir, no se proponen alternativas, no hay pautas para que la comunidad pueda empezar a trabajar por el diálogo. El pueblo chileno quiere la unidad y el reconocimiento de los pueblos originarios. El tema es cómo hacerlo y en eso el Papa dejó una sensación de sinsabor, de que su visita, como cantaba Víctor Jara, no es "ni chicha ni limonada".
El autor es analista político de la Universidad Diego Portales
Fernando García Naddaf
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