Duque y los acuerdos de paz, bajo presión desde todos los frentes
La camioneta que voló por los aires y dejó una decena de muertos en la escuela de oficiales de policía de Bogotá golpeó también al presidente colombiano, Iván Duque. Corrido por derecha y por izquierda, le esperan tiempos difíciles y se abren nuevas dudas sobre el futuro de la paz.
Con un índice de popularidad del 27% cuando no lleva un año en la presidencia, Duque quedó más debilitado de lo que estaba frente a sus adversarios políticos e ideológicos, que según analistas buscarán con todas sus fuerzas sacar partido de la explosión y avanzar con sus propias agendas en materia de seguridad.
¿Pero quién será el que logre torcerle el brazo, si es que consiguen hacerlo? Vaya donde vaya, a cada vuelta de esquina, el presidente encontrará un rival listo para echarle en cara su real o presunta incapacidad para gestionar una auténtica salida a la violencia.
"Si bien ha tenido un discurso de mano dura, Duque es un dirigente moderado y había resistido al ala más radical de la derecha. Todo esto fortalece a esa derecha radical y puede afectar los acuerdos con las FARC y cualquier posible negociación con el ELN", dijo a la nacion la politóloga colombiana Laura Gil.
Esa misma extrema derecha, según Gil, es la que viene trabando la puesta en práctica de los acuerdos de paz firmados con las FARC.
Tras la firma de 2016, los guerrilleros entregaron las armas. Pero la ayuda económica y logística prometida para salir adelante con sus flamantes cooperativas les llega en cuentagotas, si les llega. Ahora el atentado daría la justificación para presionar a Duque a dar un paso más y "hacer trizas los acuerdos".
Del otro lado las cosas no se ven mejor. Los sectores de izquierda y de centro están disgustados por ese paso de tortuga con que avanzan los acuerdos con las FARC, un recorrido que gira en falso y que ven como un laberinto, cuando no como un callejón sin salida.
"Si se confirma que el autor del atentado fue el ELN, el gobierno tiene dos escenarios -dijo a la nacion el politólogo Rafael Nieto-. Se radicaliza, rompe todo diálogo e inicia una persecución a fondo, o termina cediendo y abre una mesa de diálogo con el ELN, que es lo que quiere ese grupo".
"No logro medir cuál será la reacción de Duque. Va a recibir presiones importantes de los que estaban en la Unidad Nacional del expresidente Juan Manuel Santos, que impulsaron las negociaciones con las FARC. Esos sectores van a presionar para que haya una mesa de diálogo con el ELN", agregó.
Queda por ver si el propio Duque podrá superar las pruebas que le esperan y tomar una posición guiado por sus propias sensaciones.
Por ahora no parece conformar a nadie. Ni a sus propios votantes, malhumorados, además, por una gestión económica que consideran decepcionante, y que tuvo como punto más bajo la reforma tributaria que intentó extender el IVA del 52% al 100% de la canasta básica, detenida luego en el Congreso.
Por si faltaba algo, cayeron las bombas. Y con ellas, recuerdos de otras décadas, cuando guerrilleros y narcos sembraban de explosivos la vida diaria. "Nosotros ya habíamos olvidado lo que eran las bombas en las ciudades -lamentó Gil-. Esto es como un regreso al pasado muy fuerte".
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