EI no se detiene y ahora golpea a Yemen con otra masacre
Por lo menos 140 personas murieron en ataques simultáneos de jihadistas suicidas contra tres mezquitas chiitas en el país más pobre del mundo árabe, sólo dos días después de los atentados en Túnez
SANÁ.- En la segunda masacre terrorista en menos de una semana, atacantes suicidas se hicieron volar ayer en tres mezquitas de Yemen, dos de ellas en la capital, en lo que la milicia de Estado Islámico (EI), que se atribuyó los atentados, describió como una "operación bendita" y que en los hechos fue una matanza con casi 140 muertos.
En un mensaje difundido por la radio de EI, Al-Bayan, que transmite por Internet, un locutor leyó un comunicado de la milicia en el que señala que los ataques -que además dejaron unos 350 heridos- forman parte de "una serie de hazañas llevadas a cabo diariamente por los soldados del califato contra los enemigos de Alá y de su religión".
Las explosiones en las mezquitas configuraron el ataque más grave sucedido en Yemen en años. Además, se trata del primer atentado reivindicado por EI en este territorio y sucedió tres días después de la sonada masacre en el Museo del Bardo de Túnez, que dejó 23 muertos, 17 de ellos extranjeros, también en nombre del califato. Hace unos meses, el grupo islamista lanzó una ofensiva que incluye atentados en varios países musulmanes, no sólo en Irak y Siria.
Todo sucedió durante el rezo de los viernes, cuando las mezquitas de Yemen y del mundo musulmán se cubren de cientos de fieles congregados para el tradicional rezo semanal.
Los ataques fueron perpetrados por cinco suicidas que llevaban cinturones explosivos. Cuatro de ellos irrumpieron en las mezquitas de Badr y Hashush, en Saná, la capital de Yemen, en ataques de dos en dos. Uno debía detonar su carga explosiva en el puesto de control establecido fuera de la mezquita, y el segundo aprovechó la situación para irrumpir en el templo y hacer estallar sus explosivos entre la multitud. Un quinto terrorista operó en solitario en un templo de Saada, en el norte del país.
La televisión mostró numerosos cadáveres, entre ellos, también de chicos, mientras los hospitales de la capital solicitaban donantes de sangre para tratar al gran número de heridos. Un testigo dijo que contó al menos 25 cuerpos ensangrentados tirados en la calle y dentro del templo.
Otro hombre de la zona dijo que escuchó dos explosiones seguidas en una de las mezquitas, la de Badr, que se encuentra en un concurrido barrio de la capital. "Iba a rezar a la mezquita cuando oí la primera explosión y un segundo después oí otra", señaló.
Las mezquitas del centro de Saná son conocidas por ser concurridas principalmente por simpatizantes del grupo musulmán chiita de los hutíes, envuelto en una sangrienta disputa por el poder del país, el más pobre del mundo árabe.
Milicianos hutíes se hicieron con el control de la sede de gobierno el 20 de enero pasado, pusieron en fuga al presidente, Abd Rabo Mansur Hadi, y anunciaron la disolución del Parlamento y la puesta en funciones de un Consejo Presidencial.
Pero la violencia no hizo más que aumentar. Además de los hutíes, sobresale entre las facciones en pugna el poder de fuego de las milicias sunnitas de Al-Qaeda. Las dos agrupaciones armadas se enfrentan entre sí y también al derrocado Hadi, que luego de su expulsión del poder se instaló en la ciudad portuaria de Adén, donde quiere seguir gobernando. Ayer mismo aviones de combate bombardearon su residencia en el exilio, por segunda vez en dos días, y tropas leales respondieron con artillería antiaérea.
En este río revuelto de facciones hizo ayer su aparición EI, en nombre de los sunnitas y en contra de los "apóstatas" chiitas, que considera enemigos mortales.
"Los hutíes tienen que saber que los soldados de EI no van a estar tranquilos hasta erradicarlos y cortar el brazo del proyecto chiita en Yemen", dijo el locutor de la radio islamista, en alusión al intento de los hutíes de consolidarse como gobierno y que condujo al país a una profunda crisis política y de seguridad.
La radio agregó que "esta operación es sólo el principio de lo que va a venir en el futuro" y dijo que los jihadistas "se vengarán por la sangre de los musulmanes que fue derramada y por las mezquitas que fueron destruidas".
Un miembro de la oficina política de los hutíes, Ali al-Qahum, acusó a los terroristas de "declarar la guerra al pueblo yemení". Otro activista afirmó que los agresores pretenden llevar a los hutíes a una situación como la de Irak y Siria, donde EI se hizo fuerte hasta declarar un califato a mediados del año pasado.
"Su objetivo es provocar una respuesta de nuestra parte y transformar la crisis política en el país en un conflicto armado con aspecto sectario, pero nosotros no vamos a responder y actuaremos con sabiduría", agregó.
Signo de los tiempos, un comando de hombres armados, presuntos miembros de Al-Qaeda, tuvieron ayer su propia cuota de violencia criminal. Ejecutaron a 29 soldados del ejército de Yemen en la ciudad del Al-Hota, en el sur del país, luego de atacar las instalaciones del gobierno en esa localidad a 60 kilómetros de Adén. Fuentes de la policía señalaron que los atacantes se llevaron a los militares a una casa en la ciudad antes de sacarlos a la calle, donde los mataron con disparos en público.
La rama yemení de la red que fundó Osama ben Laden es considerada la más peligrosa a nivel mundial y es capaz de golpear en el corazón de la capital, como el 7 de enero pasado, cuando se adjudicó un ataque con explosivos frente a la Academia de Policía, que causó la muerte de decenas de reclutas.
A pesar de la reivindicación de EI, la Casa Blanca reaccionó ayer con prudencia al anuncio de que las explosiones suicidas en las mezquitas llevaban su firma. A menudo, EI "reivindica la responsabilidad de ataques para objetivos puramente propagandísticos", dijo el vocero de la Casa Blanca, Josh Earnest. Pero admitió que estos atentados demuestran cómo "todos en la región están amenazados por el ex ISIS".
Agencias EFE, AFP, DPA, ANSA, AP y Reuters
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