Histórico ballottage en Chile: las reacciones y los preparativos para la transición. El adiós de Lagos, con gran apoyo y los pedidos para que vuelva
Se despide con 75% de respaldo; su actuación fue clave para el triunfo de Bachelet
SANTIAGO, Chile (De una enviada especial).- Era uno de los más contentos con el triunfo, incluso cuando sus relaciones con Michelle Bachelet no siempre fueron las ideales entre un presidente y su delfín.
El presidente Ricardo Lagos festejó anteanoche con su gabinete la victoria de su ex ministra de Defensa. Orgulloso y sonriente, una hora antes se había dirigido a los chilenos para confirmar que la Concertación seguiría en el gobierno.
El orgullo tenía sus razones. No pocas habían sido las medidas de riesgo para su imagen que el entonces preocupado presidente se había decidido a tomar, después del débil desempeño de Bachelet en la primera vuelta.
Estaba dispuesto a asegurar que la Concertación no perdiera el poder aun si, para hacerlo, debía exponer su figura. Peor hubiera sido que él, el presidente con imagen de estadista que afianzó el boom económico, modernizó la infraestructura y abrió Chile al mundo con una catarata de tratados de libre comercio, fuera recordado también como el mandatario que tuvo que entregar el mando a la derecha.
El 13 de diciembre, dos días después de la primera vuelta, Lagos se puso en marcha cuando se enteró de que Soledad Alvear no se integraría a un comando de campaña que necesitaba renovación. Su ex canciller había sido protagonista de una de las elecciones legislativas más exitosas y su inclusión en el comando evitaría la fuga de los votantes más moderados del oficialismo, temerosos de una radicalización, en el ballottage.
Lagos autorizó a su entonces ministro de Educación, Sergio Bitar, a sumarse al equipo de Bachelet para encabezarlo y organizarlo. Con esa presencia, la Concertación se aseguraría de dar la imagen de que un gobierno de Bachelet sería la continuidad del de Lagos, que contaba con una tasa de aprobación de entre 65 y 75 por ciento.
El presidente, por su parte, se dedicó de ahí en más a confrontar personalmente con Piñera para dejar en claro que su delfín era Bachelet. Hasta ese momento, el empresario había tratado de presentarse como el sucesor natural de Lagos por su liderazgo, su capacitación y su autoridad.
También emprendió una embestida legislativa concentrada en proyectos de ley polémicos que podían dividir a una derecha que intentaba mostrarse unida. La oposición, indignada, no dejó ni siquiera ayer de recriminarle "el desesperado intervencionismo". Incluso parte del oficialismo, la Democracia Cristiana, le pidió que aplacara su participación para no opacar a Bachelet.
El presidente era consciente de que con semejante plan peligraba parte de "su capital político", de la popularidad que él tanto cuidaba, sobre todo aquella aprobación que parte de la derecha le otorgaba. Sin embargo, según confió una fuente del Palacio de la Moneda a LA NACION, Lagos confía ahora en que, en los próximos meses, podrá recuperar esa porción de popularidad probablemente perdida. También para eso tiene un plan.
Para el presidente, ésta es la semana de Bachelet; la estrella debe ser la próxima mandataria. Después, tal vez pensando en el futuro, él apostará a mantener el protagonismo de siempre: tratará de visitar las 12 comunas que le faltan para haber estado en todas las localidades del país y participará de "actos emblemáticos", según informó la prensa local.
La despedida se completará con los preparativos de traspaso de mando y de los temas pendientes que deja a Bachelet. Debe ser "lo antes posible, porque cuatro años son muy pocos y hay que ponerse a trabajar rápidamente", según dijo la fuente de La Moneda.
El presidente y su sucesora comenzaron con el traspaso ayer a la mañana. Desayunaron juntos en casa de ella, en la residencial comuna de Vitacura.
No muchos fueron los encuentros entre Lagos y Bachelet durante la campaña. La entonces contendiente recelaba del apoyo que el mandatario había mostrado a Soledad Alvear cuando la candidatura todavía no había sido definida. Cuando ambas eran ministras en el gabinete de Lagos, Bachelet había amenazado con presentar su renuncia en dos ocasiones, motivada por una relación tensa con el mandatario, según señaló la prensa local.
Como parte del adiós y del cuidado de la popularidad, Lagos tiene previsto volver lo antes posible a su modesto departamento de siempre y dejar el Palacio de La Moneda, el 11 de marzo próximo, conduciendo su auto privado.
Así, el jefe de Estado dejaría su presidencia "con probidad y humildad". El 12 de marzo comenzará a pensar en su futuro. Le espera la presidencia del Club del Madrid, el descanso y, probablemente, un año de bajo perfil.
En La Moneda, advierten que Lagos no decidió todavía si se presentará a una reelección en 2009. Sí están confiados en que, si lo hiciera, no habría una carrera hacia el ballottage tan desgastante, porque él "ganaría corriendo en la primera vuelta".
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