El ataque a Siria buscó enviar un mensaje político y evitar una escalada internacional
PARIS – "Que quede absolutamente claro: el ataque militar conjunto de las fuerzas británicas, estadounidenses y francesas contra centros de producción, investigación y lanzamiento de armas químicas en Siria tuvo un único objetivo: advertir al régimen de Bashar al-Assad y a todos aquellos tentados de imitarlo, que la comunidad internacional no tolerará la utilización de armas químicas, prohibidas desde hace un siglo", repitió varias veces esta mañana la primera ministra británica, Theresa May, en conferencia de prensa.
En otras palabras, la acción limitada de los tres aliados occidentales estuvo perfectamente pensada como para enviar un mensaje político al régimen de Bashar al-Assad, evitando todo riesgo de escalada internacional con sus aliados, Rusia e Irán.
Pocas horas antes, en las primeras horas de la madrugada europea, aviones y buques de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, habían lanzado un ataque coordinado contra sitios precisos en Siria, con el objetivo de destruir el principal centro de investigación de armas químicas, dos centros de producción y una base aérea de la cual partieron los helicópteros que transportaban esas armas letales utilizadas el 7 de abril en la ciudad de Duma, en la región de la Guta oriental, provocando la muerte de más de 40 personas, entre ellas numerosos niños.
Esta intervención militar fue dos veces más enérgica que la acción unilateral lanzada por Donald Trump el 6 de abril del año pasado, después de que Al-Assad bombardeó a los habitantes de la ciudad de Khan Cheikhoun con armas químicas. En aquella ocasión, 20 aviones sirios fueron destruidos (más o menos el 20% de la fuerza aérea siria). Estados Unidos disparó 59 misiles Tomahawk, pero no utilizó aviones, para limitar el riesgo de pérdidas norteamericanas.
Evitar el polvorín
En el ataque de esta mañana, los occidentales lanzaron unos 105 misiles, lo que a juicio de los expertos militares "no significa una gran escalada". Pero, sobre todo, teniendo en cuenta el contexto de tensión internacional actual, tanto Washington, como Londres y París tomaron todas las medidas necesarias para mantener abierto el contacto con el presidente ruso, Vladimir Putin , informándolo ampliamente de sus intenciones y evitar así la chispa que prendiera fuego al polvorín.
Theresa May y Emmanuel Macron hablaron telefónicamente con el jefe del Kremlin en los últimos días, obteniendo incluso un acuerdo de exclusión aérea sobre la zona donde debían caer los misiles occidentales -sin informarle cuáles serían los blancos precisos-, a fin de evitar toda pérdida rusa o iraní. También se preocuparon por hacer conocer su intención públicamente, a través de declaraciones y entrevistas a la prensa.
La habitual retórica de guerra rusa durante toda la semana previa al ataque occidental y las amenazas de eventuales "consecuencias" lanzadas esta mañana por la diplomacia del Kremlin podrían dejar pensar en una ampliación inminente del conflicto. Pero la verdad es que Putin tiene aun menos interés que Macron, May o Trump en verse envuelto en un conflicto internacional en el cual, sin ninguna duda, sería el gran perdedor: excepto por su arsenal nuclear, Rusia tiene una capacidad militar diez veces inferior a la de Estados Unidos. Washington gasta unos 550.000 millones de dólares por año en equipamiento militar, Moscú apenas 70.000 millones. Rusia tiene un solo portaviones, Estados Unidos posee 20.
Alivio en Rusia
Esta mañana, académicos y especialistas rusos afirmaban que, a pesar de la enérgica condena emitida por Vladimir Putin, reina en el Kremlin una evidente sensación de alivio por los limitados resultados de la intervención.
El alivio también se leía en la cara de los líderes occidentales, porque todo permite pensar que la intervención fue realmente "quirúrgica" y no produjo ninguna víctima rusa, iraní o civil. Para no correr ese riesgo, los militares que prepararon la operación en los tres países escogieron blancos alejados de las zonas de peligro.
"Los objetivos fueron alcanzados. Buena parte del arsenal químico sirio fue destruida", precisó en París Jean-Yves Le Drian, ministro de Relaciones Exteriores francés, advirtiendo -no obstante- que ante una reutilización de armas químicas, habría "nuevos ataques contra Siria".
Para no perder la batalla de la imagen frente a su opinión pública, Putin podría decidir alguna forma de retorsión. Por ejemplo, aumentando la capacidad de las defensas antiaéreas de Siria -completamente obsoletas- o lanzando algún ataque de otra naturaleza -por ejemplo, un cíberataque- contra algún blanco occidental. Sin embargo, teniendo en cuenta que su país está en vísperas de recibir la Copa Mundial de Fútbol, es probable que decida quedarse solo en la gesticulación.
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