El chavismo escenifica otra vez su máscara democrática
CARACAS.- El desinterés y la apatía, tan parecidos a los ya vividos en los últimos procesos electorales en Venezuela , confirmaron la abstención como gran protagonista de los comicios a concejales en un país en el que la mayoría dedica sus esfuerzos a sobrevivir en la tormenta. Más aún cuando las elecciones celebradas ayer se realizaron de forma ilegal y por interés exclusivamente revolucionario, un año después de la elección de los alcaldes y sin la participación de los principales partidos opositores.
De esta forma, fueron elegidos más de 2000 concejales en los 334 municipios del país, con la excepción de la Gran Sabana, donde un enfrentamiento entre militares e indígenas provocó la suspensión de los comicios. Todo a pedir de boca del gobierno, que presenció una vez más cómo buena parte de los opositores se devoraban entre ellos, algunos favorables a votar como fuera y otros empeñados en resistir sin acudir a las urnas.
"Las elecciones de hoy son una burla que el país no cree, por eso están los centros vacíos; no podrán engañar a los venezolanos ni al mundo. Nicolás Maduro es un dictador", acusó desde el exilio Julio Borges, expresidente del Parlamento.
"Creo que habrá un nuevo récord de abstención; he caminado buena parte del municipio y solo vi a tres viejitos fuera de un colegio. Mi conclusión es que en cada centro electoral hubo más guardias que personas", evaluó William Sánchez desde la atalaya de su quiosco en la caraqueña Santa Mónica.
La fiesta democrática, como la definió el chavismo, no existió en la realidad. Los centros electorales repitieron estampas ya vistas durante las elecciones presidenciales de mayo y en los procesos del año pasado, tanto para elegir la Asamblea Nacional Constituyente como para las propias municipales.
"En Venezuela existe una democracia protagónica y popular", subrayó Nicolás Maduro en una aparición televisiva. "El que no vote después que no opine. Que no venga a quejarse, porque ya perdió su derecho", añadió su mujer, la primera combatiente revolucionaria, Cilia Flores.
Solo en los 28 municipios en los que gobiernan alcaldes opositores, alianzas de vecinos y algunos de los partidos provoto, alrededor del excandidato presidencial Henri Falcón, movilizaron a grupos de partidarios. Chacao, Baruta y El Hatillo, en la capital, son zonas históricamente opositoras.
"Estamos en elecciones maduristas, un modelo electoral de muy baja asistencia, de elecciones manipuladas, controladísimas por el régimen , todo orientado a desanimar a los opositores y a ganarlas obviamente. Hay una altísima abstención que pone un desafío al mismo régimen, porque necesitan mostrar un músculo electoral que no tienen. Solo lo pueden lograr movilizando a la gente que no tienen con perniles y bonos en bolívares, o por la vía de dar un resultado al final que nadie sabe de dónde lo sacan", resume para LA NACION Luis Salamanca, antiguo rector del Consejo Nacional Electoral (CNE). Observadores independientes denunciaron que el gobierno volvió a recurrir al reparto de bonos de 2000 bolívares soberanos, a través del carnet de la patria, para alentar el voto en zonas populares. La organización Súmate aireó el uso de los llamados "puntos rojos" para organizar los "regalos" gubernamentales en los alrededores de los puntos de votación.
"Es posible que no sepamos el verdadero nivel de la abstención. Hay municipios en los que las opciones opositoras no tienen capacidad para cubrir con testigos todas las mesas. En estos casos el oficialismo puede alterar las cifras de participación", adelanta Félix Seijas, presidente de la encuestadora Delphos.
En las elecciones a la Constituyente del año pasado, la empresa Smartmatic, encargada del voto electrónico, advirtió al mundo que al menos un millón de votos se habían sumado de forma fraudulenta a favor del gobierno. En las elecciones a gobernador, en el estado de Bolívar, el candidato opositor Andrés Velásquez demostró la adulteración aritmética de los votos para apartarlo de la gobernación.
"La oposición va de la peor manera posible, divididos y sin criterio unitario, sin un enfoque, haciendo honor a la situación actual de diáspora interna, de dispersión y falta de claridad. De no saber cómo manejar esto", sostiene Salamanca, crítico de una oposición minoritaria "que cree que defender el voto en abstracto es una estrategia correcta. Todo lo contrario: es hacerle el juego al gobierno".
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