El colono argentino que se sintió traicionado
Yehuda Heimenrat, que vive en Israel hace 30 años, perdió su casa de Gaza por el "plan de desconexión"
JERUSALEN (De una enviada especial).- "Si Sharon sigue viviendo, es lo mejor que nos puede pasar, porque sabemos que igual ya no va a ser primer ministro. Lo que menos necesitamos ahora es el gran festival fúnebre de Sharon, que toda la prensa internacional tiene listo."
Yehuda Heimenrat, uno de los 8000 colonos que en agosto último, en medio de escenas dramáticas, debieron dejar su casa de uno de los asentamientos de Gaza, al hacerse realidad el denominado "plan de desconexión" de Ariel Sharon, no oculta sus sentimientos.
Este argentino, nacido en Belgrano hace 52 años y que vive en Israel desde hace más de tres décadas, siente que Sharon le falló.
"A mucha gente le destruyó la vida, pero a la familia Heimenrat, no. Nos dejó de un día para el otro sin casa, como refugiados, sin ninguna indemnización, pero eso no quiere decir que no vamos a seguir adelante", agrega, sacando todo el orgullo que tiene adentro. Aunque resulta claro que detesta al general que siempre respaldó, y que de un día para el otro "traicionó todos los valores israelíes", Heimenrat, un hombre religioso -con barba larga, kipá y que no da la mano al saludar a esta cronista por ser mujer- prefiere no exagerar.
"Sharon está en una situación bastante mala y creo que no sería patriota decir lo que pienso de él a la prensa extranjera", aclara. Junto con su mujer y sus tres hijos varones, como muchos otros colonos de Gaza desarraigados, Yehuda está viviendo desde agosto en un modesto hotel de esta ciudad.
"Mi situación es un millón de veces mejor que la de otros colonos, porque por suerte tengo empleo. La mayoría de los colonos está sin trabajo porque muchos eran agricultores, y al estar dando vueltas sin casa y sin trabajo todo el día, uno se vuelve loco", afirma, en una entrevista con LA NACION en el hall del hotel donde vive.
Yehuda, que es ingeniero y trabaja en una empresa de alta tecnología de Askelon, dice que el Estado de Israel todavía no le pagó "ni un centavo de indemnización".
Teóricamente, debería recibir entre 180.000 y 200.000 dólares para poder construir una nueva casa, según dice. Por ahora, sin embargo, lo único que sabe es que en dos meses lo trasladarán a lo que él llama una "villa miseria" cerca de Askelon, en un espacio donde el gobierno está construyendo un lugar para unas 200 familias de Gaza.
"La llamo villa miseria porque no son casas, sino casuchas prefabricadas, y porque allí vivirá mucha gente que está sin trabajo", explica, sin ocultar su frustración. Si todo va bien, Yehuda, que nunca pensó en volver a vivir a la Argentina "porque pertenezco a este país, y no les voy a dar el gusto a los que me querían echar", deberá esperar otros dos años para poder construir su casa definitiva, en el Sur, en el desierto del Negev.
Aunque se siente traicionado por el Estado de Israel, y especialmente por Sharon -que apoyó en las últimas elecciones, y que hizo construir la mitad de las casas de Neve Dekalim, el asentamiento donde vivía, según destaca-, Yehuda no siente odio, ni deseos de vendetta.
-¿Cómo se siente?
-Nosotros somos religiosos, y cada cosa no pasa así nomás porque sí... Si nos tiraron acá es porque acá teníamos que estar... Pero los que nos hicieron esto tienen que pagar. La época de Sharon se terminó. Aun si sobrevive, él ya no va a ser primer ministro, y esperamos que toda esta etapa de pasos unilaterales que premiaron al terrorismo se terminen.
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