El conflicto con su propio partido, una amenaza para el gobierno de Bolsonaro
El presidente advirtió que podría abandonar el derechista PSL, tras cuestionar su administración financiera
RÍO DE JANEIRO.- Conocido por sus polémicas declaraciones y su espíritu conflictivo, en sus 28 años como diputado Jair Bolsonaro cambió ocho veces de partido político. Ahora, con menos de un año en el poder, el presidente brasileño generó un nuevo conflicto con su actual agrupación que amenaza desestabilizar aún más su ya desgastado gobierno.
En medio de reproches y acusaciones cruzadas, Bolsonaro apuntó esta semana que piensa abandonar el derechista Partido Social Liberal (PSL) y, junto a una veintena de legisladores que le son fieles, cuestionó la administración financiera de la agrupación por parte de su presidente, Luciano Bivar, como excusa para que esos parlamentarios puedan dejar la fuerza política sin perder sus mandatos.
"Mi partido es Brasil. Tenemos enemigos dentro y fuera de Brasil. Los de adentro son los más terribles", resaltó Bolsonaro en tono belicista anteayer, luego de presentar al partido el pedido de auditoría a sus cuentas de los últimos cinco años.
Bivar, que resistió los intentos del "clan Bolsonaro" -el presidente y sus hijos políticos- de controlar el partido, ya indicó que piensa contraatacar y que solicitará una auditoría de las cuentas de la campaña electoral de 2018, comandada por el grupo más cercano al presidente. Según miembros del PSL, se inició un proceso que "dejará expuestas las vísceras del partido".
El choque entre los bolsonaristas y los tradicionales integrantes del PSL hacía varios meses que iba in crescendo, aunque ya se preveían desde el año pasado, cuando Bolsonaro se afilió al partido para competir en las elecciones. Había sido un "casamiento por conveniencia", como el mismo presidente suele decir: él, con la popularidad creciente, estaba sin base partidaria, y el PSL, hasta entonces minúsculo, corría el riesgo de desaparecer en los comicios.
Entonces, Bivar aceptó dejar la presidencia del partido en manos del abogado Gustavo Bebianno, jefe de campaña de Bolsonaro. La unión dio frutos para todas las partes: Bolsonaro llegó al Palacio del Planalto; Bebianno fue designado secretario general de la Presidencia, y el PSL, que hasta allí contaba con solamente un legislador, logró que fueran elegidos 53 diputados y tres senadores, la mayoría de ellos novatos, aunque también fortalecieron su lista el senador Flavio Bolsonaro y el diputado Eduardo Bolsonaro, dos de los tres hijos políticos del nuevo mandatario.
Desde aquel resonante triunfo electoral, el clan Bolsonaro buscó dominar al PSL con notorias resistencias. Una de ellas fue la del diputado y exactor porno Alexandre Frota, que solía ser un fanático defensor de Bolsonaro, pero empezó a criticar con dureza sus políticas radicales como presidente y en agosto fue expulsado del partido (fue recibido por el Partido de la Social-Democracia Brasileña, PSDB). Sin embargo, los mayores problemas no fueron por cuestiones ideológicas, sino por dinero: por el manejo de los casi 740 millones de reales (180 millones de dólares) en recursos públicos a los que tiene acceso el PSL hasta 2022 por medio del Fondo Partidario y del Fondo Electoral. Con la vista en un fortalecimiento de su núcleo más duro, los bolsonaristas pretendían usar ese dinero a su voluntad.
Las cuestiones financieras ya habían producido tensiones dentro del partido, luego de que en febrero la prensa reveló presuntas "candidaturas fachada" del PSL en las elecciones de 2018, justamente para que la agrupación recibiera más fondos públicos. En parte por el escándalo, Bolsonaro pidió la renuncia de Bebianno, mientras que dos semanas atrás el actual ministro de Turismo, Marcelo Alvaro Antonio, que era el presidente del PSL en el estado de Minas Gerais durante la campaña, fue acusado por la Policía Federal y el Ministerio Público de financiamiento ilegal; hasta ahora, el presidente lo defiende.
Según Bivar, presidente del PSL, con sus cuestionamientos al partido Bolsonaro quiere tomar distancia del escándalo e irse con los legisladores que le siguen siendo fieles (21 de los 53 diputados y uno de los tres senadores). "Sus declaraciones fueron terminales; él ya está alejado del partido", afirmó Bivar, mientras el senador Major Olímpio acusaba al clan Bolsonaro de conspirar para dar un golpe en el interior del PSL.
Para los analistas, las cáusticas peleas en el interior del partido oficialista no son una buena señal. Sobre todo si se tiene en cuenta que según la última encuesta de Ibope, de fines de septiembre, la popularidad del gobierno de Bolsonaro continúa con tendencia a la baja: mientras la aprobación se ubica en 31% (estaba en 35% en el primer trimestre y en 32% en el segundo), el rechazo subió a 34% (del 27% en abril y 32% en junio).
"Las luchas internas en el PSL perjudican la gobernabilidad de Bolsonaro, se le volverá más difícil articular apoyos en el Congreso. Y ya vimos en estos meses que tuvo grandes obstáculos para organizar el respaldo a sus propuestas legislativas, más allá de la reforma previsional", advirtió a la nacion Jairo Pimentel, de la Fundación Getulio Vargas.
Para el experto, el propio presidente perderá confianza frente a sus otros aliados. Si no supo lidiar con sus correligionarios, ¿qué garantías tendrán otros eventuales socios? Se arriesga a quedar cada vez más aislado, en el círculo de más fanáticos suyos. Como ya le sucedió tantas otras veces en su experiencia como diputado.
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