El delfín cordial al que el presidente no deja de marcarle el territorio
QUITO.- La vida de Lenín Moreno, de 64 años, tuvo un antes y un después del 3 de enero de 1998. Ese día había salido a comprar pan junto con su esposa cerca de su casa, en Quito, y cuando llegaron al estacionamiento fueron asaltados. Aunque no se resistió y entregó tranquilamente las llaves del auto, uno de los malvivientes le disparó a la espalda y lo dejó lisiado de por vida.
Pero su larga y dolorosa lucha por la recuperación tuvo un efecto resiliente y el empresario dedicado hasta entonces a promover el turismo en Ecuador se convirtió en un activo conferencista motivacional. Tiene más libros escritos sobre el humor y los chistes (Ser feliz es fácil y divertido, Ríase, no sea enfermo) que sobre los grandes temas de la política nacional. La amabilidad y la cordialidad impregnaron sus actos de campaña, donde de pronto en medio del escenario fue capaz de tomar la guitarra y ponerse a cantar canciones de Joan Manuel Serrat.
"Con el humor podemos lograr la cultura de la tolerancia, del diálogo y acuerdos mínimos que todo el mundo pregona pero nadie, o casi nadie, cumple", sostuvo Moreno. Este rasgo de afabilidad lo puso en las antípodas de Rafael Correa, quien es conocido por su escaso humor.
Moreno tuvo las primeras noticias acerca de Correa a través de una de sus hijas, que era su alumna en la Universidad de San Francisco. Cuando, en 2005, nombraron al actual presidente ministro de Economía y tomó una serie de medidas innovadoras, Moreno tuvo la iniciativa de sumarlo a la incipiente Alianza País. "Éste es el man que buscamos", le dijo a Gustavo Larrea, otro de los fundadores de la coalición.
A la hora de armar una candidatura para la presidencia, Correa devolvió gentilezas y lo eligió vice para las elecciones de 2006, cuando se consagraron en la segunda vuelta con el 56% de los votos.
En los seis años que ejerció la vicepresidencia se focalizó en la inclusión social y económica de las personas con discapacidad. Su Misión Solidaria Manuela Espejo, un formidable programa científico que salió a buscar y atender a las personas discapacitadas en los rincones más remotos del país, le valió el reconocimiento internacional de las Naciones Unidas y la candidatura al Premio Nobel de la Paz en 2012.
De hecho, cuando dejó la vicepresidencia, en 2013, el entonces secretario general de la ONU Ban Ki-Moon lo designó su enviado especial sobre discapacidad y accesibilidad, un cargo que lo obligó a radicarse en Ginebra.
Así, desde que Correa anunció, en 2015, que no se postularía a la reelección, Moreno surgió como el candidato natural de Alianza País. Pero por vicios propios de ejercer el poder casi absoluto durante una década o porque nunca terminó de convencerlo la candidatura, Correa se ocupó durante toda la campaña de marcarle el territorio al flamante presidente electo.
En varias oportunidades criticó y descalificó las declaraciones del candidato. Incluso tras la primera vuelta electoral, de febrero pasado, el presidente no descartó un triunfo opositor en el ballottage y advirtió que entonces regresaría él mismo en un año para recuperar la gobernabilidad del país.
La propuesta de Moreno es impulsar "un gran acuerdo para la producción y el empleo" y "cárcel para todos los corruptos, los de ayer y los de ahora", en implícita referencia al escándalo Odebrecht, que salpica al gobierno.
Pero resta ver cómo se comportará Correa desde su autoexilio dorado en Europa y si buscará sacar provecho del capital que sigue teniendo como la figura más popular del país.
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