El Eurotúnel atrae a los inmigrantes ilegales
SANGATTE, Francia.- En cuatro idiomas, los carteles en las paredes del refugio local de la Cruz Roja previenen acerca de los peligros de tratar de ingresar clandestinamente en Inglaterra a través del Eurotúnel: riesgo de electrocución, riesgo de aplastamiento, trenes de gran velocidad, peligro de muerte...
Pero hasta la propia gente que colocó esas listas no espera que sirvan de mucho.
Los cientos de inmigrantes ilegales albergados en ese refugio -un cavernoso ex taller parecido a un hangar rodeado de cultivos de papa- tienen un objetivo común: atravesar el Eurotúnel, que se halla a pocos metros de allí. Algunos buscan asilo, pero muchos simplemente esperan encontrar trabajo tan pronto ingresen en Gran Bretaña, en tanto que para otros será un lugar de escala hasta que puedan seguir viaje y llegar a los Estados Unidos o Canadá.
Noche tras noche intentan cruzar. Un joven afgano, que dijo llamarse Rashid, señaló que en los últimos dos meses y medio trató de atravesarlo en 41 oportunidades y añadió, con evidente entusiasmo, que pronto volvería a hacerlo.
"Quienes nos pueden hacer pasar clandestinamente nos dirán esta tarde si podremos cruzarlo esta noche", advirtió.
El año pasado, las autoridades del Eurotúnel gastaron millones para tratar de frenar la corriente clandestina de inmigrantes, que tratan de ocultarse en los camiones y trenes que se aproximan al Eurotúnel.
El complejo de nueve hectáreas con sendas de hormigón armado y vías férreas se ha convertido en una especie de fortaleza con alambre de púas, vallados electrificados, reflectores, sensores infrarrojos y policías que patrullan con perros.
Sin embargo, los inmigrantes, más temerarios e imaginativos debido a las nuevas barreras que deben sortear, no cejan en su propósito.
Actualmente suelen saltar desde puentes a los techos de camiones que se desplazan lentamente. También rondan por estaciones de servicio con la esperanza de esconderse en vehículos que se dirigen hacia el Eurotúnel. Algunos saltan a las vías, cuando ven que se aproximan trenes de carga, para que aminoren la velocidad y de ese modo otros puedan trepar a bordo.
Grandes riesgos
Hace unos días, nueve inmigrantes ilegales, incluida una niña de tres años, fueron descubiertos cuando viajaban ocultos en el armazón metálico que sostenía la caja de un vagón de un tren de alta velocidad que llegó a Londres. Casi a temperaturas bajo cero, estuvieron viajando a 270 kilómetros por hora. Los pasajeros los oyeron pedir auxilio golpeando desde abajo.
Para muchos, esos riesgos valen la pena porque se cree que ya decenas de miles de inmigrantes ilegales lograron atravesar el Eurotúnel, y las informaciones consignaron sólo un caso de muerte. A principios de este mes, un hombre iraquí fue hallado muerto después de haber quedado atrapado entre una plataforma y el vagón del tren en el que iba.
En los últimos meses, los inspectores de seguridad han descubierto cada noche entre 150 y 200 inmigrantes ilegales tratando de cruzar por el Eurotúnel. "Todo comienza entre las 20 y las 21", indicó François Borel, director de comunicaciones del grupo anglofrancés privado que financia y administra el Eurotúnel.
"Comienzan a salir del refugio de la Cruz Roja en grupos de 20 o 30 y se encaminan hacia aquí. Esa actividad nos consume cada vez más recursos y es extremadamente peligrosa para esa gente", agregó Borel.
Algunos funcionarios locales exhortaron a desmantelar el refugio de la Cruz Roja, que fue inaugurado hace tan sólo un año y medio. Piensan que atrae a los inmigrante ilegales y les proporciona la base desde la que una y otra vez intentan pasar por el túnel. Por su parte, los funcionarios de la Cruz Roja expresaron que su función es ayudar al necesitado y no ejercer un control policial.
El número de inmigrantes comenzó a aumentar cuando estalló la guerra en Kosovo, pero otros conflictos también multiplicaron su caudal. El refugio ha albergado también a rusos, ucranios y checos. Actualmente, son kurdos, iraníes y afganos. Muchos de los inmigrantes son gente instruida y en sus respectivos países han sido médicos o ingenieros, o son parientes de empresarios exitosos.
Algunos llegaron a pagar entre 25.000 y 40.000 dólares para llegar hasta allí, y están dispuestos a pagar entre 300 y 500 dólares más a quienes acepten transportarlos de polizón. Quienes no pagan muchas veces son víctimas de la prepotencia de las bandas que controlan ese mercado.
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