El ex presidente que busca revancha
SANTIAGO, Chile (De nuestro corresponsal).- La historia parece haber sido injusta con Eduardo Frei. Su presidencia (1994-2000), la primera de seis años luego del retorno de la democracia, es considerada por moros y cristianos la más débil de los veinte años de gobiernos de la Concertación.
La crisis asiática que golpeó a Chile durante los últimos dos años de su administración dejó un sabor amargo entre la población y relegó al olvido los primeros dos tercios de una presidencia destacada, con hitos históricos como la reforma de la Justicia, tasas de crecimiento cercanas al 8%, obras públicas y de infraestructura pocas veces vistas, la apertura de Chile al mundo a través de numerosos tratados de libre comercio y la compleja operación internacional que se lanzó para liberar al general Augusto Pinochet de su cautiverio en Londres.
En el caso de Frei, la larga sombra de su padre -Eduardo Frei Montalva, que también fue presidente (1964-1970)- lo ha perseguido durante gran parte de su vida política, hasta el punto de que oscureció su mérito personal en la actividad pública.
No deja de ser sintomático que su llegada al poder, en 1994, se asocie a su apellido y a su eterna carga de "hijo de", como tampoco parece una casualidad que Frei Montalva haya vuelto a hacerse presente -con la revelación de que fue asesinado durante la dictadura- en la misma semana en la cual su hijo enfrenta el desafío más grande de su carrera política.
En rigor, fue ésta la primera elección competitiva que enfrentó el actual senador por la región de Los Ríos. Todas sus campañas anteriores -que incluyen dos senatoriales y una presidencial- fueron ante rivales sumamente débiles. Incluso en 1993 llegó al poder con un 58% de los votos, récord en Chile. Se suma a ello su rol de senador vitalicio como ex presidente, que desempeñó entre 2000 y 2006, hasta que se derogó la figura de los senadores designados diseñada por Pinochet.
Proveniente de una familia de origen suizo, a Frei se lo ha caracterizado como un tipo hosco y de poca gracia. Su continuo seseo al hablar y su manifiesta seriedad han complotado contra la imagen renovada que busca proyectar para su potencial segundo período presidencial.
El Frei versión 2.0 ha hecho esfuerzos por ser distinto. Asesores de imagen cambiaron su look , ahora sin el pelo engominado, y le impusieron un vestir más casual.
Un mes de oxígeno
Considerado un continuista por excelencia por sus detractores, se impuso en las primarias del oficialismo por el abandono de otros rivales más potentes -Ricardo Lagos y José Miguel Insulza-; por la debilidad de su único contrincante, el radical José Antonio Gómez, y por la negativa de los partidos para aceptar la participación en ellas de Marco Enríquez-Ominami.
Con todo, y pese al desbordante y sorpresivo repunte final del diputado independiente, Frei logró superar el más complicado de los obstáculos, lo que le otorga otro mes de oxígeno a la Concertación, la cual desde este minuto contará sin lugar a dudas con los votos de la extrema izquierda y buena parte de los ahora huérfanos partidarios de Enríquez-Ominami.
Sus debilidades se expresan en su desabrida imagen, que en las calles de Santiago se asocia con "más de lo mismo", y su ambiguo programa de gobierno, que más que destacar sus propios méritos y propuestas se apoya en la continuación programática de la gestión de la Concertación.
Clave en ello ha sido su aliado de último minuto, el ex presidente Ricardo Lagos, quien ha insistido hasta el hartazgo en que una Bachelet no se explica sin un Lagos y que éste se sostiene sobre el primer gobierno de Frei, heredero, claro está, de las bases de la transición establecidas por Patricio Aylwin.
En palabras sencillas, el mensaje es que sólo Frei será capaz de continuar la obra de Bachelet.
Su eslogan "Vamos a vivir mejor" apunta a los réditos electorales que la popularidad de la presidenta supo darle sólo con cuentagotas en esta primera vuelta.
Para ello apunta precisamente a la prolongación del aura de protección social de la mandataria. Asimismo, Frei aceptó dejar de lado su manifiesto aislamiento de los partidos y decidió entregar la batuta para el ballottage a los expertos del Palacio de La Moneda.
La apuesta es alta, pero el premio, en caso de desbancar a Piñera, no tiene límites. La historia, siempre tan mezquina con él, lo recordará esta vez no sólo como uno de los contados presidentes que consiguieron llegar dos veces al poder, sino también como el genuino salvador de la Concertación de Partidos por la Democracia, la coalición más exitosa de Chile en sus dos siglos de vida independiente.
Su programa
- Reforma constitucional . Convocar a una Alta Comisión de Reforma Constitucional, para hacer una propuesta de Nueva Carta Magna que debe ser entregada el 18 de septiembre de 2010, fecha del Bicentenario de Chile.
- Protección social . Continuar con los programas sociales de la presidenta Michelle Bachelet y extenderlos a la clase media.
- Educación . Recortar los años de carreras universitarias y establecer discriminación positiva para la educación superior, dando preferencia a la admisión de estudiantes de menos ingresos y de pueblos originarios.
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