El exceso de confianza puede volverse contra el hombre fuerte
ROMA.- El diario Corriere della Sera intentó ayer desdramatizar las cosas al hablar de "la crisis más loca del mundo" y hacer un collage de las imágenes surrealistas que se vieron en el Senado: Matteo Salvini besando el rosario, omnipresente en su bolsillo, antes de que comenzara el discurso de Giuseppe Conte, que, a su vez, antes de decirle de todo, le dio una palmada en la espalda al "querido Matteo".
Pero la verdad es que Italia pasó del caos más absoluto de los últimos días a la incertidumbre total. ¿Qué pasará ahora?
Nadie se atreve a pronosticar cómo podrá resolverse esta enésima crisis política de Italia -desde 1946 tuvo 65 gobiernos-, que se presenta más que intrincada.
¿Habrá elecciones anticipadas a fines de octubre, o en la primavera del año que viene, como querría Salvini? ¿O las demás fuerzas políticas, principalmente el Partido Democrático (PD, de centroizquierda y hasta ahora en la oposición) y el M5E, que estuvo hasta ahora con la Liga, lograrán juntarse pese a los odios pasados y las visiones distintas, para detener el ascenso del "capitán"?
Nadie duda de que será el presidente Sergio Mattarella quien ahora pasará a tener un rol más que importante en el manejo de una crisis política que, si bien se esperaba, muchos creen que Salvini hizo estallar a destiempo.
En un clima de enorme incertidumbre por lo que vendrá, si hay alguna certeza es que la jugada de Salvini, muy arriesgada, puede terminar siendo un gol en contra.
Si bien logró, como quería, dinamitar al gobierno del que fue viceprimer ministro y ministro del Interior, nadie puede asegurar ahora que pueda salirse con la suya. Salvini ahora tiene muchos enemigos.
Así como le sucedió al expremier Matteo Renzi, su ambición de poder y arrogancia hicieron que él mismo se convirtiera en su peor enemigo.
En este sentido, el discurso de ayer de Conte, una figura moderada que en estos 14 meses al frente de Palazzo Chigi, sede del gobierno, se ganó el respeto de los italianos, que lo acusó de "irresponsable" al haber hundido a Italia en el caos, sin pensar en el país, sino en su propio interés, fue devastador.
Y dejó en el aire una pregunta: ¿tiene hoy Salvini ese 38% de intención de voto que los sondeos decían que tenía hace dos semanas, en vísperas de hacer saltar por el aire el gobierno?
"Hace falta una política con pe mayúscula. Cada joven que se va de Italia es una derrota para el país", le espetó en su discurso Conte, que también lo acusó de abusar de los símbolos religiosos cuando suele revolear el rosario en los actos políticos o invocar a la Virgen María, como hizo en su réplica, cuando también citó a Juan Pablo II.
"Son episodios de inconsciencia religiosa que ofenden los sentimientos de los creyentes y oscurecen el principio de laicidad del Estado moderno", le dijo Conte.
Su discurso fue muy aplaudido en el Senado -salvo por la Liga, que lo silbó- y lo puso bajo los reflectores. De hecho, se cree que Conte, de 55 años, podría llegar a ser nuevamente el primer ministro de Italia, esta vez al frente de un nuevo gobierno "rojo-amarillo", es decir, formado por el PD y el M5E.
Ayer, el expremier Renzi, del PD y denostado por muchos "grillini", consciente de que su presencia representaría un obstáculo a ese gobierno, adelantó que no formaría parte del mismo. En su discurso en el Senado, Renzi, que fue puesto en la mira por el otro Matteo, es decir, Salvini, también salió al contraataque. Recordó que los resultados económicos del gobierno fueron "un fracaso", que Salvini llegó al poder luego de las elecciones de 2018 en las que obtuvo apenas el 17% y que no hay nada de malo si se forma otro gobierno con los mismos parlamentarios votados en esa oportunidad.
"No es un golpe de Estado cambiar el gobierno, es un golpe de sol abrir la crisis. Este es el Parlamento, no es el Papeete", disparó, refiriéndose al nombre del establecimiento balneario de Milano Marittima, en el que Salvini hizo campaña en traje de baño y chancletas, cosechando selfies y consenso.
Entonces el líder de la Liga probablemente comenzó a sentirse invencible y a planear una jugada que, ahora es claro, puede salirle mal.
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