El exnuncio Viganò, condenado a devolverle casi 2 millones de euros a su hermano
ROMA.- Carlo Maria Viganò, el exnuncio que a fines de agosto desencadenó una tormenta al acusar al Papa de encubrir los abusos de un excardenal, fue condenado por la justicia italiana a devolverle a su hermano casi 2 millones de euros.
En una decisión que tuvo mucha repercusión en Italia y el Vaticano, el arzobispo famoso por haberse convertido en el "gran acusador" de Francisco, a quien hasta le pidió la renuncia, deberá resarcir a su hermano Lorenzo, también sacerdlote, con 1.824.000 euros. ¿Por qué? Por haberle sustraído esa cifra de la millonaria herencia paterna, según resolvió, después de años de investigaciones e idas y venidas, una sentencia de la jueza de Milán, Susanna Terni.
Todo se remonta a 1961, cuando al morir el padre del exnuncio en Estados Unidos, rico empresario del acero de Milán, ocho -entre hermanos y hermanas- de la familia heredaron una fortuna. Un tesoro estimado, en 2010, en 20.400.000 euros de bienes inmuebles y casi 7 millones de euros en efectivo.
Monseñor Viganò y su hermano Lorenzo, biblista algunos años mayor, que vive en Estados Unidos, entonces decidieron mantener este patrimonio en "comunión hereditaria", pero con una gestión directa del dinero líquido en manos del prelado vaticano. Así funcionaron las cosas durante décadas, hasta que todo se precipitó cuando don Lorenzo, que en 1996 tuvo ACV, pidió a su hermano explicaciones porque las cuentas no le cerraban y reclamó la división del manejo de la herencia.
Viganò, que mientras tanto había ido escalando posiciones y había llegado a ser el número dos del "governatorato" del Vaticano -el ente que maneja las licitaciones, entradas y demás obras del mismo-, acusó a su turno a su hermano ante la ley de "incapacidad" y "debilidad psicológica".
Estalló entonces una verdadera "guerra fratricida" y una batalla legal, con golpes y contragolpes de lo más telenovelescos, en los que incluso intervinieron dos hermanas. La pelea judicial por la herencia -comenzada en septiembre de 2010-, no sólo destruyó a la familia, sino que hasta se vio enredada en el famoso VatiLeaks, el escándalo por la filtración de cartas reservadas de Benedicto XVI (2005-2013), en los últimos años de su pontificado.
El 7 de julio de 2011, en efecto, Viganò, que no quería irse como nuncio a Washington, sino quedarse en el "governatorato" -y, es más, ser nombrado cardenal como premio a su labor de supuesta limpieza-, intentó utilizar la enfermedad de su hermano Lorenzo para convencer a Benedicto XVI. En una misiva que disparó el VatiLeaks, le escribió al papa alemán: "Me angustia, además, el hecho de que, teniendo lamentablemente que cuidar personalmente a un hermano mío, también sacerdote, que padeció un ACV que lo está debilitando progresivamente, yo deba irme".
"Es verdad que tuve un ACV, pero luego me recuperé. Lo que le escribió Carlo María al Papa es falso no sólo porque no se ocupaba de mí personalmente, sino porque no nos veíamos desde 2009", hizo saber entonces don Lorenzo, experto en Sagradas Escrituras que ya había roto todos sus puentes con su hermano arzobispo luego de descubrir sus turbios manejos de la herencia.
Diez años más tarde, la Justicia le dio ahora la razón a don Lorenzo. Una sentencia de un tribunal de Milán dictaminó que el ex nuncio, que siempre percibió los ingresos de bienes inmuebles, conservando toda la liquidez que formaba parte de la comunión hereditaria, se benefició "de operaciones por un importe neto de 3.649.866,25 euros". Y que ahora le deberá pagar al hermano la mitad de esa cifra, más los intereses acumulados.
Como no podía ser de otra manera, la condena de Viganò, prelado que, como punta de lanza de un sector ultraconservador, acusó al Papa y a varios altos prelados del Vaticano de encubrir los abusos sexuales del excardenal estadounidense Theodore McCarrick, causó gran repercusión.
"Las cuestiones de herencia son asuntos privados que no deberían interesarnos. Pero como fieles no nos puede dejar indiferente la doble moral de Viganò: por un lado, la moral pública con la que el exnuncio emite periódicamente mensajes en los que exhorta a sus hermanos obispos a salvar la Iglesia del mal absoluto y de la corrupción. Por otro, la moral privada, que detrás de los reflectores le permitió, tal como indica una sentencia, con mucha desenvoltura, manejar un ingente patrimonio y sumas de dinero, perjudicando a su hermano, además, enfermo", comentó Damiano Serpi, en Il Sismografo, sitio especializado en temas del Vaticano.
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