El G-20 de Osaka: tres reuniones claves y la urgencia de un acuerdo económico
Los líderes mundiales vuelven a juntarse tras el encuentro en Buenos Aires; las reuniones bilaterales de Trump con Xi, Putin y Erdogan concentran las expectativas
PARÍS.- El previsto tête-à-tête entre los presidentes Donald Trump y Xi Jinping, en plena guerra comercial entre Estados Unidos y China, constituirá el eje central de la cumbre del G-20 que se realizará el 28 y el 29 de junio en la ciudad japonesa de Osaka, que -por el contexto geopolítico y económico- aparece como la más importante desde la crisis financiera internacional de 2009.
En la agenda, preparada por el gobierno japonés de Shinzo Abe, figuran el crecimiento económico y la reducción de desigualdades; las infraestructuras de calidad y la salud; las problemáticas mundiales como el cambio climático y los desechos plásticos en los océanos; la economía numérica, y los desafíos planteados por el envejecimiento de las sociedades. Sin embargo, el encuentro entre Trump y Xi Jinping será el plato fuerte de la cumbre.
Cumbres recientes, especialmente la de Hamburgo en 2017, fueron memorables por las divisiones que estallaron entre los grandes poderes presentes en el G-20. En particular entre Estados Unidos -con un Donald Trump recién llegado a la Casa Blanca- y los países de la UE sobre cuestiones de comercio internacional, migración y cambio climático.
Los obstáculos que existían en ese momento no han desaparecido. Por el contrario, se podría decir que se agravaron. Entre ellos, los desacuerdos sobre comercio global. En Hamburgo, por ejemplo, la canciller alemana, Angela Merkel, se esforzó por obtener una enérgica reafirmación del G-20 en defensa del intercambio internacional, mientras Donald Trump consiguió que el comunicado final incluyera la afirmación de que los países pueden proteger sus mercados con "instrumentos legítimos de defensa comercial". Fue un anuncio de la agresiva política que desarrollaría después, en particular contra China.
Esta cuestión esencial volverá a ser el tema central en Osaka, después de que Pekín y Washington se enfrentan desde hace más de un año en una pulseada que podría terminar transformándose en una guerra comercial generalizada, con ambos actores imponiéndose centenares de miles de millones de dólares en tarifas aduaneras.
Verdadero riesgo para el crecimiento mundial, la generalización de las tasas sobre las exportaciones podría provocar una contracción de 0,5% del PBI global en 2020, según el FMI. Por esa razón, la confirmada reunión entre Trump y Xi Jinping en Osaka podría eclipsar el resto de la agenda.
En varias ocasiones Trump expresó optimismo en cuanto a una eventual resolución del litigio. Ambas partes llegaron a una tregua el año pasado en la Argentina, cuando acordaron postergar la aplicación de tarifas aduaneras suplementarias. Esa decisión lanzó desde entonces una serie de negociaciones que permiten esperar que ambos hombres alcancen en Japón un acuerdo final.
Otro acontecimiento que concentrará la atención de la prensa internacional será sin duda el previsto encuentro entre Donald Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin. Motivos de discordia no faltan. Estados Unidos debe hacer frente a las intervenciones rusas en Ucrania, Siria y, ahora, en Venezuela. Sin embargo, a pesar de las persistentes dudas que dejó el informe del consejero especial Robert Mueller sobre la interferencia rusa en las elecciones de 2016, la química entre el líder del Kremlin y el jefe de la Casa Blanca siempre funcionó muy bien.
Y mientras todos los ojos del G-20 estarán puestos en los encuentros de Trump con Xi y con Putin, un tercer encuentro podría resultar crucial para las relaciones este-oeste: el del presidente norteamericano con su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan. Su país, miembro de la OTAN, recibirá el mes que viene los nuevos misiles S-400 comprados a Rusia. Ese sistema no solo es incompatible con los que utiliza la alianza atlántica, sino que también afectará las capacidades del avión caza norteamericano F-35 y proveerá datos sobre sus vulnerabilidades al Kremlin.
En resumen, esa compra no solo significó un desafío mayor de Erdogan a Estados Unidos y a la OTAN, sino que representa el éxito más grande obtenido por Rusia en sus esfuerzos por fracturar la alianza atlántica. Y aunque la crisis bilateral existe desde hace meses, la reunión entre ambos hombres en Osaka será para Erdogan la última chance para evitar las sanciones que el Congreso norteamericano podría tomar contra Ankara.
Del G-20 los defensores del medioambiente esperarán con ansiedad los resultados de tres temas abordados que serán abordados por la cumbre: el cambio climático, la energía y el tratamiento de los desechos plásticos en los océanos, que amenazan seriamente los ecosistemas marinos y plantean un serio riesgo para la salud mundial.
¿Cuál será el resultado final? En el actual contexto de incertidumbre planetaria, un indicador del éxito de este tipo de cumbres es la capacidad de sus miembros para superar los desacuerdos que inevitablemente aparecen entre líderes y obtener un consistente comunicado final. El aparente clima de distensión actual, con un Trump mejor dispuesto que en ocasiones precedentes, debería facilitar la tarea.
Otra razón que convierte esta cumbre del G-20 en especial es la inminente partida de varios líderes mundiales, incluyendo la primera ministra británica, Theresa May, que debe dejar en poco tiempo sus funciones. Otros que podrían alejarse del poder el año próximo son el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y Merkel.
Este año, como desde hace una década, el G-20 volverá a despertar grandes expectativas, aun cuando nunca haya conseguido colocarse a la altura de las ambiciones que generó durante la crisis financiera internacional. La razón es simple: las decisiones del G-20 no son vinculantes y carecen de mecanismos formales que aseguren la aplicación de los acuerdos obtenidos en las cumbres.
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