El gobierno de Pekín se enfrenta a su propio Chernobyl
WASHINGTON.- Debido a los encubrimientos y las negativas de un primer momento sobre la expansión del SARS (síndrome agudo respiratorio severo) algunos analistas han bautizado a esta crisis "el Chernobyl de China".
El ocultamiento inicial del ex régimen soviético, después del accidente nuclear de Chernobyl, que ignoró por completo los intereses de la salud pública, es considerado por los historiadores uno de los mayores errores de un sistema totalitario cerrado que finalmente lo llevó a su caída.
Como consecuencia de ese desastre, Mikhail Gorbachov se vio obligado a poner en marcha la "glasnost", o apertura, para recuperar la legitimidad del gobierno y del Partido Comunista. Pero, como lo descubrió Gorbachov, abrir un sistema cerrado es un presagio de su muerte.
¿Ocurrirá lo mismo en China? La rápida expansión del SARS y el creciente número de víctimas mortales causan alerta y ansiedad en todo el mundo. En el país, hubo furiosos rumores que despertaron la imaginación pública. Estos incluyen la noción de que el SARS se inició en China en instalaciones de investigación con armas biológicas. En verdad, muchos chinos creen que el Partido Comunista chino apoyó secretamente a Osama ben Laden como una manera de amenazar a Estados Unidos.
Verdaderos o no, estos rumores revelan la frágil legitimidad de regímenes tales como los de China o la antigua Unión Soviética, que están basados en el control totalitario de la información: cuando no se puede confiar en que los gobiernos dicen la verdad, la gente cree cualquier cosa. Luego, cuando ese régimen dice la verdad, lo hace poniéndose en peligro.
El tardío "glasnost" de Hu
Sin duda, si el SARS continúa extendiéndose en China hasta proporciones epidémicas, el tardío "glasnost" del nuevo líder supremo de China, Hu Jintao, deteriorará su credibilidad en lugar de reforzarla. Todos se preguntan ahora: ¿por qué no actuó antes? ¿Cómo podemos vivir en un sistema que valora más el control de la información que la salud pública?
¿Esconder información sobre algo tan peligroso como el SARS puede haber sido decidido en los altos niveles? Ningún simple ministro de Salud o alcalde de Pekín habría tenido el coraje de esconder este tipo de información. Sus recientes dimisiones son la historia de siempre: los funcionarios más bajos son chivos expiatorios por la irresponsabilidad de los más altos.
Lo que es inusual en este caso es que los chivos expiatorios pertenecen a diferentes fracciones. Uno proviene del lado de Hu Jintao; el otro es aliado de Jiang Zemin, predecesor de Hu y, aún hoy, su competidor. ¿Tuvieron terribles peleas internas y no pudieron ayudarse mutuamente causando una parálisis mientras el SARS se extendía rápidamente en todo el país o, al darse de pronto cuenta de lo que estaba en juego, decidieron una tregua donde cada lado perdería un chivo expiatorio a fin de salvaguardar su piel común, el Partido Comunista?
No lo sabemos. Sólo podemos decir esto: la mayoría de los chinos cree que el régimen es culpable de esconder información sobre una enfermedad infecciosa que amenaza al país entero. El gobierno comunista tuvo que admitir este hecho, y las consecuencias deben ser claras.
Por último, hay una gran diferencia entre el desastre del SARS y Chernobyl. Durante la crisis de Chernobyl, Occidente criticó severamente a la Unión Soviética. Esa presión fue en gran parte lo que la convirtió en un punto de inflexión que llevó al colapso soviético. Por el contrario, los líderes occidentales hoy necesitan el apoyo de Pekín en su propia disputa interna sobre Irak y en su trato con Corea del Norte. Más que una lástima, sería un error histórico dejar pasar esta oportunidad para responsabilizar a los líderes de China ante su propio pueblo y ante todo el mundo. La próxima vez el virus será más virulento.