El gobierno populista cede y revisará las metas de déficit para Italia
Luego de que la UE rechazara dos veces el proyecto, Salvini y Di Maio negociaban un ajuste por debajo del 2,4%
ROMA.- ¿Una luz al final del túnel? Después de semanas de una pulseada inédita y de consecuencias impredecibles con Europa, que rechazó dos veces el proyecto de presupuesto para 2019 presentado por Italia -que contempla un objetivo de déficit del 2,4%, el triple de lo pactado-, el gobierno populista italiano por primera vez dio señales de apertura hacia una revisión de esa cifra.
"Creo que nadie está aferrado a eso", dijo el hombre fuerte del gobierno, Matteo Salvini, ministro del Interior y vicepremier, cuando se le preguntó si el objetivo del 2,4% del PBI para el déficit público era intocable. "Si hay un plan presupuestario que hace que el país crezca (el déficit) podría ser 2,2% o 2,6% (...) Los decimales no son el problema, el problema es ser serio y concreto", agregó Salvini, que también es el líder de la ultraderechista y xenófoba Liga.
Luego de un enfrentamiento sin precedente con la Unión Europea (UE), que siempre consideró excesivo el déficit del 2,4% planeado por el gobierno, teniendo el país una deuda pública gigantesca, del 131% del PBI, la apertura de Salvini a una posición de diálogo, menos desafiante y provocadora, descomprimió una situación a todas luces explosiva.
Proceso correctivo
El miércoles pasado, en efecto, harta de la actitud intransigente del gobierno populista, que pese a una primera advertencia presentó un borrador con cambios cosméticos, en el que insistió en no modificar sus números, la UE comenzó los primeros trámites para poner a Italia dentro de un "brazo correctivo". Con el llamado "procedimiento de déficit excesivo", la UE puso en marcha un proceso disciplinario muy largo que podría concluir con la suspensión de fondos europeos y una multa mínima equivalente al 0,2% del PBI, es decir, con un plan de austeridad que resultaría durísimo y afectaría finalmente a todo el bloque.
La apertura a una revisión del objetivo de déficit -con el que el gobierno populista espera mantener sus promesas electorales de una renta de ciudadanía para los desocupados y una reforma de las pensiones- fue celebrada por los mercados. Después de días al rojo vivo ante el temor de que la frágil situación de Italia pueda contagiar al resto, las bolsas europeas cerraron en positivo. Y el tan temido "spread", el diferencial del rendimiento de los bonos a diez años alemanes e italianos, un termómetro de la confianza de los inversores, bajó a 290 puntos, debajo del umbral de los 300 que había alcanzado en las últimas semanas.
También el italiano Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, reaccionó con satisfacción al cambio de línea y estrategia del gobierno, que por primera vez pareció darse cuenta de la trampa mortal en la que estaba cayendo con su obstinación a no escuchar las advertencias de economistas y organismos internacionales.
"Solo puedo decir que al momento hay un diálogo, siempre tuve confianza en que podía alcanzarse un acuerdo. Muchas veces dije que los países con una deuda alta deben reducirla porque reduciéndola se refuerzan", agregó Draghi, ante un pregunta de un diputado del Parlamento Europeo.
En una clara alusión a los planes del gobierno populista italiano, que está convencido de que con más déficit la economía podrá crecer -planteo que la UE rechaza-, Draghi advirtió también que "la zona euro puede ser expuesta a riesgos originados en políticas domésticas insostenibles que llevan a deudas demasiado altas, vulnerabilidad en el sector financiero y falta de competitividad".
Riegos de contagio
Y alertó sobre riesgos que "pueden contagiar a países con fragilidades similares". Draghi también destacó que "políticas insostenibles llevan al final a medidas socialmente dolorosas y financieramente costosas", en alusión al proceso disciplinario puesto en marcha.
La apertura a una revisión del déficit llegó después de una cena que tuvieron el sábado pasado en Bruselas el primer ministro, Giuseppe Conte, con el presidente de la Comisión europea, Jean Claude Juncker. Juncker le hizo entonces entender a Conte que si Italia no cambiaba de posición no iba a poder "frenar a los halcones" del bloque, que ya no están dispuestos a que Italia viole las reglas.
Se esperaba para esta noche una cumbre de la coalición de gobierno para tratar todo este cambio de estrategia, asunto que por supuesto divide a Salvini y a su socio del Movimiento Cinco Estrellas (M5E) y vicepremier, Luigi Di Maio. Descolocado por la apertura de Salvini, Di Maio también se mostró abierto a un cambio de números, siempre y cuando se respete su gran promesa electoral, es decir, una renta de ciudadanía de 780 euros mensuales para los cerca de 6 millones de pobres y desocupados. "El tema no son los números, sino los objetivos. Si después en la negociación disminuye el déficit, no es importante", dijo, dejando él también de lado ese tabú que hasta ahora fue el déficit planeado del 2,4%.
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