“El gran reset”: las ciudades de EE.UU. empiezan a revertir la decadencia que causó el Covid
Los datos indican que en grandes metrópolis, como Nueva York o San Francisco, la gente está regresando a medida que se levantan restricciones
NUEVA YORK.- El temor a que la pandemia de coronavirus terminara vaciando las ciudades de Estados Unidos está cediendo ante las incipientes señales de reanimación, según una serie de análisis que indican que los trastornos del año pasado serán pasajeros.
De hecho, algunos datos sugieren que el proceso ya empezó a revertirse. El año pasado, la empresa de rastreo de celulares Unacast había advertido que durante la noche los usuarios se conectaban desde locaciones fuera de la ciudad de Nueva York, pero ahora parecen estar volviendo.
“Nueva York está volviendo a crecer”, dicen en la empresa, y agregan que la ciudad sumó un neto de 1900 personas en los primeros dos meses de 2021, en comparación con una pérdida de 1700 durante el mismo periodos de 2019 y los 110.000 usuarios que según la empresa habían abandonado la ciudad durante el 2020.
El giro habría empezado hacia fines del año pasado, cuando el aumento estacional habitual de la población que responde a la llegada de los estudiantes universitarios fue bastante similar al del año anterior, “y hubo una gran afluencia desde los alrededores de la ciudad, tal vez el retorno de algunos de los que se habían había ido en el momento álgido de la pandemia”, dice la empresa en su nuevo informe de investigación.
Manhattan y el Bronx “exhiben una especial resiliencia” y sumaron 21.000 residentes en los dos primeros meses de 2021. Tres de los cinco condados de la Ciudad de Nueva York relevados por la empresa perdieron población, aunque uno, el condado de Kings, exhibió una desaceleración de esa pérdida en comparación con antes de la pandemia.
En la misma línea, los economistas del Bank of America escribieron la semana pasada que “no se advierte un éxodo urbano generalizado”, una conclusión que combina el análisis de los datos de gastos con tarjetas emitidas por el propio banco, así como del estudio de otros informes.
En los mercados inmobiliarios más caros, como el de Nueva York o el de San Francisco, la tendencia a la pérdida de población ya existente se aceleró, dicen los analistas del Bank of America. Pero a continuación advierten que la gente tiende a mudarse cerca de esas ciudades. Y ahora que los precios de las propiedades en esos lugares han caído, los innumerables jóvenes que durante la pandemia tuvieron que quedarse a vivir en casa de sus padres, tal vez ahora empiecen a buscar su propio lugar.
“Creemos que ambas ciudades tienen potencial de recuperación en el corto plazo. Nueva York y San Francisco siguen siendo el mercado de elección para los inquilinos jóvenes”, escribieron en su informa los analistas del banco. “Con la cantidad de adultos que comparten el mismo techo en máximos históricos durante 2020, es probable que haya un poco de demanda contenida.”
Ese y otros informes que descreen de cualquier cambio importante en los patrones migratorios debido a la pandemia son solo uno de los indicadores de que las consecuencias económicas a largo plazo del 2020 tal vez no sean tan profundas como se temía.
Mercado laboral
Pero todavía hay muchos factores inciertos. Para empezar, en el mercado laboral norteamericano hay 4 millones de personas menos que antes de la pandemia, ya sea trabajando o buscando trabajo, y muchas de ellas quedan marginadas por problemas de salud, el cierre de las escuelas y guarderías, y otras continuas complicaciones de la vida diaria en este último año. Nadie sabe cuánto tardarán en empezar a resolverse esos problemas, ni qué tan rápido esas personas regresarán a sus trabajos o retomarán la búsqueda de empleo.
La consolidación del teletrabajo también podría influir en la vida económica de las ciudades, en particular en el destino de los edificios de oficinas y los locales comerciales que los rodean, más allá del crecimiento o no de la población. Una nueva investigación de los economistas José María Barrero, Nicholas Bloom y Steven J. Davis sugiere que a raíz del teletrabajo, el consumo en las ciudades puede sufrir un impacto permanente de entre el 5% y el 10%.
Pero un análisis reciente de la Reserva Federal norteamericana, por ejemplo, reveló que los pedidos de quiebra y concursos de acreedores de las empresas han sido mucho menores de lo previsto. Los niveles de morosidad de las hipotecas y créditos no se han disparado como se temía, y las cuentas bancarias familiares en general se han mantenido en niveles de solvencia, o incluso se han llenado de ahorros, debido a las pocas opciones de consumo y a la inyección de ayuda financiera del gobierno.
La campaña de vacunación en marcha despierta la esperanza de un regreso generalizado a la normalidad, incluso en los centros urbanos más densamente poblados.
Un informe de principios de este año del portal inmobiliario Zillow concluyó que en 2020 no se evidenció un freno importante en los mercados de vivienda urbana.
“A lo largo de 2020, las viviendas suburbanas se vendieron más rápido que las urbanas, pero el crecimiento del valor de la vivienda, el volumen de ventas y el tráfico web de Zillow en las zonas urbanas ha mantenido o superado el fujo de interés por las zonas suburbanas”, concluyó la empresa.
Si bien el discurso inicial sobre un declive de la población urbana parecía obvio y una cruda realidad, el economista de la Reserva Federal de Cleveland, Stephan Whitaker, cree que a las personas que abandonaban los vecindarios más densos puede haberse sumado que había menos personas que llegaban a vivir a ese lugar, un efecto que trató de desenredar en un estudio realizado en febrero utilizando los datos de consumo con tarjeta de crédito al consumidor, que permite establecer con exactitud dónde vivían las personas y adónde se habían mudado.
Whitaker concluyó que el impacto de la pandemia no se debió tanto a que las personas abandonaban los vecindarios más densos y poblados, sino más bien a que la gente dejó de mudarse a esos barrios, una idea consistente con el hecho antes mencionado de que los jóvenes tuvieron que refugiarse en casa de sus padres y retrasaron su independencia.
Si bien las mudanzas de salida de los barrios urbanos más densos aumentaron un 3,7% -de 266.000 a 276.000 entre marzo y septiembre de 2020, en comparación con los mismos meses de 2017 a 2019-, la inmigración a esos lugares se redujo al doble de ese ritmo, de 238.000 a 220.000 por mes, una caída del 7,5%.
“La emigración de muchos barrios urbanos aumentó, pero en magnitudes que ni remotamente calificaría de éxodo”, escribió Whitaker. “Lo que es seguro es que hubo cientos de miles de personas que en un año típico se habrían mudado a un barrio del centro de la ciudad y que en 2020 no quisieron o no pudieron hacerlo.”
Agecia Reuters