"El Holocausto fue una horrenda tragedia", dijo el Papa
JERUSALEN.– El silencio es total. La llama que recuerda a seis millones de judíos, víctimas del nazismo, en el memorial de Yad Vashem, uno de los sitios más emblemáticos de Israel, flamea en un ambiente oscuro, cargado de dolor.
Las manos del Papa alemán, entrelazadas sobre su hábito blanco, reflejan tensión, sufrimiento interno. La cabeza baja, los ojos entrecerrados, su íntimo deseo de zanjar de una vez por todas cualquier duda acerca de su posición sobre el Holocausto.
"Que los nombres de esas víctimas no mueran. Que sus sufrimientos nunca sean negados, olvidados o despreciados", declaró el Papa.
Al llegar ayer a Israel, la etapa más compleja y riesgosa de su peregrinaje a Tierra Santa, Joseph Ratzinger no sólo condenó en forma contundente "la horrenda tragedia de la Shoah [Holocausto]" y el "repugnante" antisemitismo que sigue existiendo en el mundo, sino que también habló en favor de la existencia de un Estado palestino.
"Suplico a los que ocupan cargos de responsabilidad explorar cualquier posible vía para la búsqueda de una solución justa, para que los dos pueblos puedan vivir en paz en una patria que sea de ellos, con fronteras seguras e internacionalmente reconocidas", dijo el Papa no bien aterrizó en el aeropuerto de Tel Aviv, procedente de Jordania.
Al hablar ante el presidente Shimon Peres y el premier Benjamin Netanyahu, Benedicto XVI sorprendió a todos al abordar las dos cuestiones más calientes de su agenda en esta tierra: la reconciliación con los judíos y la cuestión palestina. Y reiteró que había viajado hasta aquí como peregrino a los lugares sagrados para cristianos, judíos y musulmanes, pero también para darle un impulso a la paz.
"Aunque el nombre de Jerusalén significa «ciudad de la paz», es evidente que, por décadas, la paz ha eludido trágicamente a los habitantes de esta tierra santa. Los ojos del mundo están en los pueblos de esta región, mientras éstos luchan por alcanzar una solución justa y duradera a los conflictos que han causado tanto sufrimiento", dijo el Papa, que mañana visitará Belén, en los territorios palestinos.
"Las esperanzas de innumerables hombres, mujeres y niños de un futuro más seguro y más estable dependen del resultado de las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos", agregó, al defender luego la necesidad de que surja un Estado palestino independiente, algo que provocó malestar.
Hasta ahora, de hecho, el flamante gobierno de derecha de Netanyahu jamás se mostró favorable a esta solución.
En efecto, ayer, después de recibir al Papa en el aeropuerto, el premier israelí viajó a Egipto para reunirse con el presidente Hosni Mubarak. Con él también evitó hablar de un Estado palestino, pese a que la semana próxima tiene previsto un crucial encuentro en Washington con Barak Obama, que sueña con desbloquear el dramático conflicto que ensangrienta esta tierra desde hace más de 60 años.
Decidido a superar incomprensiones del pasado, también desde el aeropuerto, el Papa, que recientemente desató una ola de protestas en el mundo judío al levantarle la excomunión a un obispo que niega el Holocausto, quiso mandar un nuevo y rotundo mensaje de condena a la matanza de judíos y al antisemitismo.
Contra el antisemitismo
"Trágicamente, el pueblo judío experimentó las terribles consecuencias de ideologías que niegan la fundamental dignidad de cada persona humana. Es justo y conveniente que, durante mi estadía en Israel yo tenga la oportunidad de honrar la memoria de seis millones de judíos víctimas de la Shoah y de rezar para que la humanidad nunca más sea testigo de un crimen de semejante enormidad", dijo el Papa, criticado aquí por haber pasado por las Juventudes Hitlerianas durante la adolescencia, algo a lo que fue obligado.
"Lamentablemente, el antisemitismo sigue levantando su repugnante cabeza en muchas partes del mundo. Esto es totalmente inaceptable. Hay que hacer todos los esfuerzos para combatir el antisemitismo donde quiera que se encuentre y para promover el respeto y la estima hacia los pertenecientes a cualquier pueblo, raza, lengua y nación en todo el mundo", agregó.
Benedicto XVI, también criticado aquí por su deseo de beatificar a Pío XII -considerado en esta tierra "el papa del silencio", porque no levantó su voz para denunciar el Holocausto-, volvió a hablar en el memorial de Yad Vashem de la "horrenda tragedia de la Shoah", pero en términos más reflexivos.
Tanto es así que, más allá de lo simbólica que fue la presencia del Papa alemán en el principal monumento en memoria de las víctimas del Holocausto, muchos consideraron que sus palabras fueron suficientemente contundentes (ver aparte).
Evidentemente emocionado, el Papa encendió una llama en memoria de los seis millones de muertos provocados por el nazismo y depositó en su honor una corona de flores blancas y amarillas.
En su discurso, pronunciado en inglés, el Santo Padre hizo una clara alusión al escándalo de Richard Williamson. Es decir, el obispo británico lefebvrista (que vivía en la Argentina) que niega que en los campos nazis hubiera habido cámaras de gas destinadas al asesinato en masa de judíos, y al que recientemente levantó la excomunión.
"¡Que los nombres de estas víctimas nunca mueran!", clamó en medio del silencio, en referencia a todos los que fueron asesinados en los campos de concentración nazi, a los que, sin embargo, no mencionó, lo que causó decepción entre algunos.
"Su grito aún retumba en nuestros corazones. Es un grito que se levanta en contra de cualquier acto de injusticia y de violencia. Es una perenne condena contra el derramamiento de sangre inocente", agregó.
Por la noche, en tanto, se registró un escándalo durante un encuentro del Papa con organizaciones del diálogo interreligioso en Jerusalén cuando el jeque islámico Taysir Tamimi, juez supremo de la corte religiosa en Cisjordania y Gaza, denunció "la ocupación israelí y sus prácticas opresivas".
Antecedentes
Hoy
- Jerusalén: el Papa visitará la Cúpula de la Roca, en la explanada de las mezquitas de Jerusalén y luego se reunirá con el Gran Muftí. Tras rezar en el Muro de los Lamentos, Benedicto XVI será recibido por los dos Grandes Rabinos de Jerusalén en el Centro Hechal Shlomo, de Jerusalén. Terminará la jornada con una misa en el valle de Josafat.
Mañana
- Visita a Belén: el Papa se reunirá con el presidente palestino, Mahmoud Abbas; dará una misa y visitará el campo de refugiados Aida y la Gruta de la Natividad.
Jueves
- Nazaret: luego de una misa en el Monte del Precipicio, el Santo Padre será recibido por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en el convento franciscano de Nazaret. También saludará a los líderes religiosos de Galilea y visitará la Gruta de la Anunciación.
Viernes
- Jerusalén: el Papa mantendrá un encuentro ecuménico en el Patriarcado greco-ortodoxo y luego visitará el Santo Sepulcro, en Jerusalén. Al mediodía regresará a Roma desde Tel Aviv.
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