El incendio del Museo Nacional agita la campaña electoral en Brasil
RIO DE JANEIRO.- El incendio que destruyó el Museo Nacional en Río de Janeiro -lamentado en Brasil y en todo el mundo- no se había convertido en un tema de controversia en la campaña presidencial. Todos los candidatos habían hecho declaraciones de duelo, expresado su tristeza por los invaluables tesoros históricos perdidos, y asumido una indignación general por el abandono del patrimonio, a tono con el sentir social; nada fuera de lo esperado. Todos menos el ultraderechista Jair Bolsonaro, que se mantuvo en silencio. Hasta ahora.
"Ya fue. Ya se prendió fuego. ¿Qué querés que haga?", contestó con irritación el representante del Partido Social Liberal (PSL) a periodistas brasileños que le preguntaron sobre la institución científico-cultural más antigua del país, el mayor museo de historia natural y antropológica de América Latina. El diputado incluso ironizó al respecto: "Mi segundo nombre es Mesías, pero no puedo hacer milagros".
Según él, la solución para evitar que sucedan tragedias como el siniestro de la noche del domingo es "no aceptar indicaciones políticas para todas esas funciones en Brasil", y resaltó que el rector de la Universidad Federal de Río de Janeiro , que administra el museo, Roberto Leher, es afiliado al izquierdista Partido Socialismo y Libertad (PSOL). Luego, cuando se lo cuestionó por propuestas ante la falta de recursos para el mantenimiento de instituciones culturales respondió: "Si no hay dinero…paciencia".
Destacó que en cambio sí había recursos para exposiciones de arte como "Queermuseu", que fue censurada y cerrada el año pasado por el Santander Cultural en Porto Alegre luego de protestas y amenazas de boicot de grupos conservadores y religiosos que apoyan a Bolsonaro (la muestra se inauguró finalmente el mes pasado en la Escuela de Artes Visuales del Parque Lage, en Río, a través de una campaña de financiamiento colectivo). Y criticó a la prensa que, según él, "quiere tirarlo contra la cultura".
Sin embargo, no fueron los periodistas quienes sugirieron acabar con el Ministerio de Cultura. Fue él quien en marzo de este año había hecho tal propuesta. "Vamos a extinguir el Ministerio de Cultura y tendremos apenas una secretaria para tratar el asunto", dijo entonces. Más tarde llegó a decir, ya como una broma en un video, que podría nombrar como titular de Cultura a uno de sus más coloridos simpatizantes, el exactor pornográfico Alexandre Frota.
Ni bien el presidente Michel Temer asumió el gobierno, en mayo de 2016, en medio del proceso de impeachment contra Dilma Rousseff, anunció la rebaja del Ministerio de Cultura al rango de Secretaría, pero la polémica que se generó fue tal que tuvo que dar marcha atrás.
Bolsonaro aclaró ayer que "la cultura es importante", pero defendió la revisión de la legislación de incentivos fiscales para eventos y obras culturales, la llamada Ley Rouanet.
"Yo quiero saber de cultura, cultura de raíz. Recursos sí vía Ley Rouanet para artistas que está iniciando su carrera, música del interior, sertanejo, y esas cosas…No para que esos 'globalistas' (de la red televisiva Globo) se queden mamando de nuestra teta", resaltó sin manifestarse sobre el valor cultural del acervo de unos 20 millones de objetos de cultura brasileña (que tiene raíces indígenas, africanas, europeas, asiáticas) y las más variadas civilizaciones 'globales' (de todo el planeta) que fueron consumidos por las llamas en el Museo Nacional.
Con la impugnación –el viernes último- de la candidatura de Luiz Inacio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), por el Tribunal Superior Electoral, Bolsonaro quedó en las encuestas como el candidato presidencial con más apoyo, un 22% de las preferencias. Le siguen en intención de voto la ecologista Marina Silva, de la Red Sustentabilidad, con 16%; el exgobernador de Ceará Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista, con 10%; y el exgobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, del Partido de la Social Democracia Brasileña, con 9%. Bastante más atrás se ubicaría el presunto reemplazante de Lula en la fórmula petista, el exalcalde de San Pablo Fernando Haddad, con 4%.
Silva había calificado la destrucción del Museo Nacional como una "catástrofe equivalente a una lobotomía en la memoria brasileña". Para Gomes, el "desgobierno en Brasil permitió que sucediera esta tragedia con nuestro más querido patrimonio histórico". Alckmin indicó que "frente a la pérdida irreparable del mayor acervo museológico brasileño, debemos rescatar el compromiso de velar permanentemente por la preservación del patrimonio y de la memoria". Y Haddad consideró "lamentable la desatención del patrimonio histórico".
En las calles y en las redes sociales, el siniestro en el Museo Nacional polarizó el debate de otra manera. Para simpatizantes de izquierda, la falta de recursos para el mantenimiento de las instituciones culturales se debe a los recortes presupuestarios y el congelamiento de gastos públicos impulsados por la gestión "salvaje" de Temer en los últimos dos años. En cambio, para sectores de centro y de derecha, los problemas vienen de larga data, de las administraciones "corruptas" del PT –Lula y Rousseff-, que prefirieron gastar dinero público en estadios para el Mundial de Fútbol de 2014 e instalaciones para los Juegos Olímpicos de 2016 en vez de invertir en el cuidado del patrimonio histórico-cultural.
Esperanza tras el incendio
Los bomberos hallaron ayer fragmentos de huesos de una colección entre los escombros aún humeantes en el interior del Museo Nacional, lo que despertó esperanzas de que el célebre cráneo de Luzia, uno de los fósiles más antiguos descubiertos en América, se haya salvado de las llamas que redujeron a cenizas miles de piezas científicas.
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