El momento de repartir premios y castigos
WASHINGTON.- Terminada la guerra en Irak, el gobierno de George W. Bush no se demoró un instante en comenzar con el reparto de premios y castigos a los países que apoyaron o rechazaron la intervención militar contra Saddam Hussein.
La administración de Estados Unidos tomó nota de cada uno de los gestos de las naciones y de los compromisos que asumieron frente a la guerra y empezó a pagar los favores o a demorar la resolución de asuntos pendientes con algunos países.
El primero es el caso de España, con la inclusión de Batasuna en la lista de las organizaciones terroristas. El segundo es el caso de Chile, con la demora de la aprobación del acuerdo de libre comercio en el Congreso.
El gobierno de Bush no ha olvidado, y menos aún perdonado, a las naciones que se opusieron en el Consejo de Seguridad a la aprobación del uso de la fuerza en Irak. En esta lista está Francia a la cabeza, pero también dos socios privilegiados en América latina, como lo son -o lo eran hasta el comienzo de la guerra- México y Chile.
Lo de España no es una casualidad. José María Aznar reclamaba desde hacía tiempo la inclusión del brazo político de ETA en la lista de las organizaciones consideradas enemigas de Estados Unidos. Pero su incorporación recién llega ahora, después de que Aznar se convirtió en el principal sostén público de la coalición que derrocó a Saddam Hussein, junto con el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair.
Polonia será otro de los países que recibirán los beneficios de haberse sumado a Estados Unidos. El Pentágono financiará el desplazamiento de 1500 soldados que el gobierno de Varsovia enviará a Irak para el mantenimiento de la paz para hacerse cargo del comando de uno de los tres sectores en los que se dividirá el control militar en el territorio iraquí.
Pero también estudia otorgarle un préstamo directo de 1000 millones de dólares para apoyar el desarrollo económico del país. Polonia será en Irak la cara de la "nueva Europa", como llama el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, a las naciones que apoyaron a Estados Unidos y enfrentaron a Francia, Alemania y Rusia, con el riesgo de dividir a Europa.
Polonia, Rumania y Bulgaria -estos dos también integraron la coalición de los dispuestos- podrían ser en pocos meses sede de las bases militares norteamericanas que están en Alemania desde el final de la Segunda Guerra Mundial y que el Pentágono proyecta desplazar.
Singapur, el pequeño país del sudeste asiático que se sumó a la coalición internacional, se convirtió en las últimas horas en la contracara de Chile en la negociación del tratado de libre comercio. En una ceremonia con toda la pompa de la Casa Blanca, en la que participó gran parte del gabinete republicano, Bush firmó el acuerdo de libre comercio que le permitirá a Singapur ingresar con sus productos en este país sin pagar un solo dólar de arancel. De ese modo, desplazó a Chile del privilegio de ser el primer país en alcanzar ese entendimiento después del Acuerdo de Libre Comercio (Nafta) entre EE.UU., México y Canadá).
De Chile a Singapur
"Estoy decepcionado. Trabajamos muy estrechamente con nuestros socios de Chile y esperábamos su apoyo en un momento que sentíamos que era muy importante para nosotros", dijo el representante comercial de Estados Unidos (USTR), Bob Zoellick, respecto del acuerdo con el país andino, tras la firma del entendimiento con Singapur.
El subsecretario interino para América latina del Departamento de Estado, Phillip Chicola, dijo ayer en una reunión de la Cámara de Comercio norteamericana que el gobierno está "muy decepcionado" con los países latinoamericanos que no avalaron a Estados Unidos en el Consejo de Seguridad, en referencia directa a Chile y a México. Pero destacó que van a tratar de que se apruebe rápidamente en el Congreso el acuerdo comercial con Chile. Pero el pasado cuenta. "Cada una de las naciones tendrá que tener en cuenta su conducta pasada y lo que pueden haber hecho o han dejado de hacer", señaló el vocero del Departamento de Estado, Richard Boucher.
En América latina los primeros beneficiados por haber apoyado a Estados Unidos fueron Honduras y Nicaragua. El gobierno de Bush prorrogó hasta el 5 de enero de 2005 el Estatos de Protección Temporal (TPS, en sus siglas en inglés) para cientos de miles de hondureños y nicaragüenses ilegales que viven en Estados Unidos, que los protege de ser deportados a sus respectivos países.
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