El Papa ratificó sus reformas con la elección de nuevos cardenales
De los 19 prelados que serán creados en el consistorio del mes próximo, seis son latinoamericanos, entre ellos el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli; también hay dos africanos y dos asiáticos
ROMA.- Jorge Bergoglio volvió a dejar ayer en claro el rumbo y estilo que quiere imprimirle a la Iglesia Católica al revelar los nombres de los primeros cardenales de su pontificado. Y, una vez más, Francisco sorprendió al designar a varios nuevos cardenales de la periferia del mundo, en un fiel reflejo de esa Iglesia "pobre para los pobres" que dijo desear no bien asumió como sucesor de Joseph Ratzinger, en marzo pasado.
Privilegió, por otra parte, al hemisferio sur, que recibió más birretes que el Primer Mundo, en otro cambio que habla de universalidad y una mayor internacionalización del Colegio Cardenalicio. En medio de inmensa expectativa, Francisco decidió nombrar a 16 cardenales electores, es decir menores de 80 años y con derecho a voto en un futuro cónclave, de 12 países. Son seis europeos (de los cuales cuatro prestan funciones en la curia romana); cinco latinoamericanos -entre ellos el argentino Mario Aurelio Poli, sucesor de Bergoglio en la arquidiócesis de Buenos Aires-, dos africanos, dos asiáticos y un canadiense.
Además, nombró otros tres cardenales eméritos, mayores de 80 años y sin derecho a voto.
El Papa aprovechó el Angelus de ayer para anunciar los nombres de sus primeros purpurados, que creará en el consistorio del 22 de febrero próximo.
Los tres mayores de 80 años, que no podrán participar del cónclave que deberá elegir al sucesor de Francisco, pero sí de las cruciales reuniones que preceden esa votación, son tres prelados a los que quiso expresarles un especial reconocimiento.
Uno es el italiano Loris Capovilla, de 98 años, el famoso secretario de Juan XXIII -que será canonizado el 27 de abril próximo junto a Juan Pablo II-; otro es Fernando Sebastián Aguilar, arzobispo emérito de Pamplona, de 84 años, y Kelvin Felix, presidente emérito de la Conferencia Episcopal del Caribe.
Con esta primera selección de cardenales, los máximos colaboradores del papa, Bergoglio ratificó el impulso renovador de su pontificado y el fin del eurocentrismo en el Vaticano.
De hecho, sorprendió al designar a cinco nuevos cardenales de esa periferia del mundo de la que habla desde que fue elegido para el trono de Pedro, en reemplazo de Benedicto XVI, hoy papa emérito.
Así, decidió nombrar cardenales a Philippe Ouedrago, arzobispo de Ouagadougo, Burkina Faso, uno de los países más pobres de África; a Jean-Pierre Kutwa, arzobispo de Abiyán, Costa de Marfil; a Orlando Quevedo, arzobispo de Cotabato, en la conflictiva zona de Mindanao, en Filipinas; a Chibly Langois, obispo de Les Cayes, Haití, uno de los países más pobres del planeta, que aún lucha por levantarse del terrible terremoto que lo devastó en enero de 2010.
Es la primera vez que Haití cuenta con un cardenal, que, por otra parte, no es titular de la capital de la isla, sino de una ciudad secundaria. Además, el nuevo cardenal haitiano es el más joven de toda la tanda, con sólo 55 años.
Siempre privilegiando el sur del mundo, el papa Francisco también designó al arzobispo de Seúl y administrador apostólico de Pyongyang, Corea del Norte, el surcoreano Andrew Yeom Soo-jung.
Respeto a la tradición
Más allá de la evidente atención hacia la periferia del mundo, el Papa respetó la tradición que indica que algunos cargos de la curia romana son cardenalicios. De hecho, tal como anticipó LA NACION, designó a su flamante "número dos", es decir, al secretario de Estado del Vaticano, arzobispo Pietro Parolin, hasta hace poco nuncio en Caracas, que cumplirá 59 años el viernes próximo.
Además, al actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el alemán Gerhard Müller -amigo de Benedicto XVI, que lo nombró en julio de 2012 en ese puesto clave- y a los italianos Beniamino Stella y Lorenzo Baldisseri, prefecto de la Congregación del Clero y secretario general del Sínodo de Obispos, respectivamente.
Si en cónclaves anteriores los europeos solían llevarse la mayor cantidad de púrpuras, con Francisco las cosas cambiaron.
Apuntando a un Colegio Cardenalicio más internacional, el Papa designó sólo a dos europeos (sin contar a los cuatro "curiales"): al británico Vincent Nichols, arzobispo de Westminster, en Londres, y a Gualtiero Bassetti, arzobispo de Perugia.
Esta última designación fue la que más ruido hizo en Italia, donde muchos esperaban que el papa argentino designara a los arzobispos de ciudades como Venecia y Turín.
Pero, en otra señal de qué tipo de Iglesia quiere, Francisco prefirió darle la púrpura a una ciudad como Perugia, sin tradición cardenalicia, pero cuyo titular, vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana, es alguien que estima mucho.
América latina, donde vive cerca de la mitad de los católicos del mundo, y que en ocasiones anteriores estuvo poco representada, esta vez salió ganando.
Al margen de nombrar cardenal a Poli, su sucesor en Buenos Aires, fueron designados los arzobispos de Santiago de Chile, Ricardo Ezzati; de Río de Janeiro, Orani João Tempesta, anfitrión de la exitosa Jornada Mundial de la Juventud de julio pasado, y de Managua, el nicaragüense Leopoldo Brenes.
En América del Norte, finalmente, el papa Francisco designó a Gérald Cyprien Lacroix, arzobispo de Québec, Canadá, que está a punto de cumplir 57 años.
En tanto, en lo que significó otra sorpresa, el Sumo Pontífice no designó a ninguno de los arzobispos de Estados Unidos que se consideraban candidatos.
Bautismo para 32 chicos en la Capilla Sixtina
El Papa continuó con la tradición iniciada por Juan Pablo II y bautizó a 32 chicos en la Capilla Sixtina. "Son ustedes los que tienen el deber de transmitir la fe a estos chicos. Es la herencia más bella que les pueden dejar", les dijo a los padres.
Entre los bautizados se encontraba Giulia, una bebe de siete meses, hija de una pareja italiana sólo casada por civil. En su homilía, el Papa explicó que Jesús no tenía la necesidad de ser bautizado, pero "con su cuerpo y su divinidad, bendijo todas las aguas para que tuviesen el poder de dar el bautismo".
En una Capilla Sixtina en la que resonaban los llantos de los bebes, el Papa dijo que éstos eran "el coro más bonito". "Algunos llorarán porque están incómodos o tienen hambre", dijo, e invitó a las madres a alimentarlos. "¡Tranquilas! Denles de comer, que hoy ellos son los protagonistas", exclamó el Pontífice.