El polémico exnuncio dijo que no busca vengarse del Papa, que reapareció luego del escándalo
ROMA.- Pese al escándalo provocado por la carta de un exnuncio que lo acusó, junto a muchos otros, de encubrimiento y pidió su renuncia, el Papa se mostró ayer totalmente sereno cuando reapareció en público durante la audiencia general de los miércoles.
En la catequesis, en la que recordó su difícil visita a Irlanda del fin de semana, Francisco volvió a reconocer que la Iglesia no supo enfrentar de forma adecuada el escándalo de abusos en el clero y reiteró su determinación de "perseguir con firmeza la verdad y la justicia, pudiendo así renovar la Iglesia en Irlanda y en todo el mundo".
"Esta visita mía a Irlanda, además de la gran alegría [por el Encuentro Mundial de las Familias], debía también hacerse cargo del dolor y la amargura por los sufrimientos causados en ese país por varias formas de abusos, también por parte de miembros del clero y por el hecho de que las autoridades eclesiásticas en el pasado no siempre hayan sabido enfrentar en forma adecuada estos crímenes", dijo.
Francisco recordó especialmente su reunión con ocho víctimas de abusos el sábado pasado, en la nunciatura de Dublín, que le dejó "una marca profunda". Además recordó que más de una vez pidió perdón.
"Varias veces, y especialmente en Knock, pedí perdón al Señor por esas acciones y pedí la intercesión de la Virgen para que conceda la gracia de la sanación a las víctimas y nos dé la fuerza para perseguir con firmeza la verdad y la justicia", afirmó.
Recordó, además, que los obispos irlandeses "han comenzado un camino de purificación y reconciliación con aquellos que han sufrido abusos y que, con la ayuda de las autoridades nacionales, han establecido una serie de normas severas para garantizar la seguridad de los jóvenes".
Aunque algunos diarios italianos de ayer aseguraron que "el Papa está amargado" por el revuelo creado por la carta de un exnuncio, pero que "no piensa dimitir", según escribió la agencia ANSA, fuentes de su entorno aseguraron a LA NACION que está totalmente en paz y sereno. Muestra de esto, al llegar a la Plaza San Pedro en papamóvil, se detuvo como siempre varias veces para besar bebes y chicos que le alcanzaban, como si nada hubiera pasado. Y apareció sonriente, totalmente ajeno al clima de intrigas e internas que volvió a sacar a flote la epístola bomba de Carlo Maria Viganò.
Este prelado de 77 años, desaparecido desde que tiró su incendiario testimonio -en el que no solo acusó al Papa, sino a decenas de cardenales de gran influencia en los pontificados anteriores-, repentinamente reapareció.
Así como fue ayudado a escribir su J'accuse por Marco Tosatti, periodista detractor de Jorge Bergoglio, Viganò volvió a "hablar" a través de una entrevista que le concedió al blog de Aldo Maria Valli, otro periodista que resiste la línea de Francisco, de la cadena estatal RAI.
"No soy el cuervo y quiero que la verdad salga a la luz", aseguró el polémico exnuncio en Estados Unidos, que negó haber sido el disparador de VatiLeaks, el escándalo por la filtración de documentos del despacho de Benedicto XVI, que estalló en 2012. También negó haber tirado la bomba que significó su carta, por "vendetta" o resentimiento por no haber sido designado cardenal.
"Nunca tuve sentimientos de venganza o de rencor en todos estos años en los que fui puesto a prueba por muchas calumnias y falsedades sobre mí", dijo. "Siempre creí que la jerarquía de la Iglesia habría encontrado recursos para sanar tanta corrupción. Incluso les escribí esto mismo a los tres cardenales encargados [por Benedicto XVI] de indagar sobre el caso VatiLeaks", agregó.
Aludió así a Julián Herranz, Jozef Tomko y Salvatore de Giorgi y al informe que elaboraron a fines del pontificado de Joseph Ratzinger, que renunció en febrero de 2013.
Es más, evidentemente inspirado por el Papa -que en la conferencia de prensa en el avión pidió a los periodistas leer detenidamente la carta del exnuncio-, Viganò dijo: "Me dirijo a los periodistas: ¿por qué no le piden cómo terminó la caja de documentos que todos hemos visto que Benedicto le entregó a Francisco en Castelgandolfo?".
Viganò negó que su carta formara parte de un complot.
Consultado sobre las reacciones que provocó su texto, Viganò, si bien reconoció haber leído de todo sobre su persona -hasta que había estado internado por consumo de drogas-, destacó que había recibido mensajes de sacerdotes y fieles que le agradecen porque su testimonio "para ellos fue una luz de esperanza por una nueva Iglesia".
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