El personaje en la noticia. El polémico magnate que reconquistó a los italianos
Berlusconi apeló a su carisma y se mostró más moderado
ROMA.- Con sus implantes capilares, retoques de bisturí, tacos, capa de maquillaje anaranjado y sonrisa perfecta, Silvio Berlusconi lo logró una vez más.
Pese a su marcapasos, sus 71 años, su controvertida historia judicial y el conflicto de intereses entre su imperio económico y su cargo político, el Cavaliere , un animal político con gran carisma y dominio escénico, volvió a conquistar a la mitad de los italianos.
Poco puede decirse de nuevo de un personaje que domina la vida pública italiana desde hace 15 años. Suelen compararlo con Juan Domingo Perón por su populismo y rasgos autoritarios, pero con él sólo tiene en común que es una figura que divide: es amado u odiado.
Considerado "no apto" para gobernar por The Economist , la "biblia" de la derecha liberal, y por la mitad del electorado italiano, Berlusconi, famoso por sus gaffes seguidas de desmentidas, ha sido fenómeno de estudio y tema de varios libros desde que como "zar" de la televisión privada italiana decidió bajar a la arena política, en 1994.
Cantante de cruceros de turismo, donde se destacaba con los barzellette (chistes), Berlusconi construyó su fortuna, la tercera de Italia, según la revista Forbes, de la nada.
Berlusconi, hijo de donna Rosetta -la mamma que idolatraba y que murió hace unos meses-, y de Luigi Berlusconi, un empleado bancario, comenzó a sondear el imaginario colectivo vendiendo aspiradoras en la calle.
Después de recibirse en Derecho con una tesis sobre publicidad, el joven Silvio entró en el mundo de los negocios como empresario de la construcción. Empezó a amasar su fortuna levantando Milano 2 y Milano 3, barrios residenciales anónimos, de clase media alta, con colegios, gimnasios, pequeños lagos artificiales, supermercados y mucho verde, en las afueras de su ciudad.
Su nombre comenzó a aparecer en las listas de los multimillonarios del mundo cuando olfateó el gran negocio del mundo de la televisión. Tras comprar en la década del 70 una televisora regional, en 1979 creó Canale 5, que es hoy la joya de Mediaset, el mayor grupo televisivo privado del país, con tres canales.
El imperio
Hoy, al margen de poseer impresionantes mansiones en Arcore, en Cerdeña y hasta en el Caribe, Berlusconi es dueño de Fininvest, el holding que controla Mediaset (que en la actualidad manejan sus hijos mayores, Marina y Piersilvio); del Milan, el equipo de fútbol de sus amores; un gran banco (Mediolanum); la principal editorial italiana (Mondadori); un diario ( Il Giornale ), y una revista ( Panorama ). Además, tiene empresas vinculadas con la telefonía, la publicidad y los seguros.
Sus detractores, que vinculan su meteórico ascenso con el reciclado de dinero de la mafia siciliana, aseguran que el Cavaliere decidió dedicarse a la política en 1994 para salvarse de la Justicia.
Entonces, creó Forza Italia (el grito que entonan en la cancha los tifosi de la selección italiana de fútbol), partido que obtuvo gran éxito al llenar el vacío que había dejado la vieja y tradicional Democracia Cristiana. Este partido había estallado en mil pedazos con el terremoto provocado por la Tangentopoli , es decir, la operación anticorrupción Mani Pulite de 1992, que dejó al descubierto el financiamiento ilegal de los partidos políticos.
Con Forza Italia, partido que usa el color azzurro de la selección, Berlusconi ganó las elecciones de 1994. Ese primer gobierno duró poco, apenas un año, traicionado por la Liga Norte, de Umberto Bossi. En 1996, el Cavaliere volvió a ser candidato de la Coalición de la Casa de la Libertades (CDL), pero fue derrotado por Romano Prodi, al frente del Olivo.
En 2001, Berlusconi se tomó su revancha, cuando obtuvo un aplastante triunfo sobre Francesco Rutelli, el entonces candidato de la centroizquierda. El gobierno que encabezó Berlusconi en ese momento batió todos los récords, ya que logró mantenerse en el poder durante los cinco años que duran en Italia las legislaturas parlamentarias.
Entonces, si bien Berlusconi contó con una amplia mayoría en las dos cámaras del Parlamento, se limitó a hacer leyes a medida, para salvarse de ir a la cárcel debido a sus varios problemas judiciales, según sus enemigos.
En ese quinquenio, la economía italiana sufrió un verdadero estancamiento. Por eso, en las elecciones de abril de 2006, Berlusconi fue derrotado por un puñado de votos por su rival de siempre, Romano Prodi.
Lo demás es historia conocida. Fue líder de la oposición de centroderecha durante el corto gobierno de Prodi, período en el cual hizo de todo por "mandar a casa" al Professore .
En esta campaña electoral, Berlusconi, obsesionado por aparentar menos años, más de una vez apareció sin corbata y con camisa negra, abierta, al parecer aconsejado por su hija Barbara.
El capítulo familia es otro tema. Las malas lenguas dicen que Berlusconi ama tanto a la familia, que tiene dos. Se casó en primeras nupcias con Carla Dall Oglio, con la que tuvo dos hijos, Piersilvio y Marina, que hoy manejan la fortuna familiar, antes de divorciarse. Luego, se casó con la ex actriz Veronica Lario, con quien tuvo otros tres hijos. Veronica hace unos años se quejó públicamente, por medio de una carta en el diario La Repubblica , de las actitudes demasiado "galantes" de su marido con otras mujeres.
Como dato quizá decisivo, en estas elecciones Berlusconi no fue agresivo como en otras oportunidades. Todo lo contrario: intentó mostrarse más moderado.
No vendió sueños ni fantasías, sino que más de una vez adelantó que iba a tener que tomar medidas impopulares. Quizá sea la clave de su nuevo éxito, con la mira puesta en el sillón presidencial, su gran ambición.
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