El editorial de La Tercera, de Chile. El rostro que refrescó al oficialismo
SANTIAGO (La Tercera de Chile).- El claro triunfo conseguido por Bachelet representa un doble hito para la historia de Chile: por primera vez una mujer llegará a la presidencia y, además, la Concertación ha logrado un cuarto mandato consecutivo.
Ambos hitos están íntimamente ligados. Tras 16 años en el poder, la Concertación necesitaba un rostro que refrescara su mensaje. Y fue capaz de encontrarlo en su candidata, cuyo surgimiento logró interpretar a parte de un electorado que buscaba un liderazgo cercano, confiable y dispuesto a resolver los problemas de la gente. Al mismo tiempo, la campaña dejó en claro que el fenómeno Bachelet no bastaba por sí mismo para retener La Moneda y que requería del respaldo de su coalición y de su gobierno. Porque la victoria de la abanderada oficialista no fue tan sencilla.
Bachelet tuvo que ir a una segunda vuelta, realizó algunos ajustes importantes en su campaña y recibió un muy amplio refuerzo desde el gobierno, más intenso que el que ningún candidato de la Concertación haya tenido. Un nivel de apoyo que no se condice con los parámetros que definen los límites del respaldo estatal a un candidato en una democracia moderna.
Aunque se ha preocupado de emitir señales acerca del tono que tendrá su gobierno -por ejemplo su opción por el alma liberal de la Concertación en cuestiones económicas-, de ahora en adelante la presidenta electa deberá empezar a desplegar decisiones que finalmente mostrarán ya no a una candidata en campaña, sino una jefa de Estado eligiendo equipos y políticas que determinarán el estilo y el contenido de su gobierno. Bachelet ofreció un atisbo de lo que serán sus prioridades, asumiendo compromisos de dimensiones históricas. Anunció la creación de un sistema de protección social para el año 2010 y que el 11 de marzo "marcará el comienzo de un nuevo estilo en la política nacional".
La brevedad del mandato presidencial y el hecho -también inédito desde 1990- de que la coalición oficialista cuente con mayoría parlamentaria marcarán asimismo su gestión. Lo primero fijará los ritmos del gobierno y lo segundo -con un giro a la izquierda en la composición del Congreso- probará la forma de liderazgo que asuma la presidenta y la manera en que se relacionará con una oposición disminuida. Para ésta ha llegado la hora de hacer un contundente análisis que explique su imposibilidad para ofrecer una alternativa de poder creíble para la mayoría del electorado.
lanacionar