El silencio vuelve a la calle, el miedo sigue
BEIRUT.- Por primera vez en muchos meses, los bombardeos no los despertaron ni formaron parte del sonido ambiente diario. Sin embargo, los habitantes de las ciudades más castigadas por el régimen sirio están lejos de volver a tener una vida normal.
El alto el fuego logrado ayer por el enviado especial de las Naciones Unidas, Kofi Annan, entró en vigor al amanecer.
Hacia el mediodía, según muestran los videos grabados por los activistas, las calles de los distritos que fueron campo de batalla durante meses seguían en silencio, vacías y cubiertas de escombros causados por explosiones de gran magnitud.
Los comercios pudieron abrir sus puertas de par en par. Mientras tanto, las ventanas de los edificios de departamentos, vacías y sin vidrios, y las cortinas flotaban ominosamente por la brisa.
Hace trece meses que la oposición en Siria decidió salir a la calle para protestar contra el autoritarismo del presidente Bashar al-Assad. Pero la "primavera árabe" terminó por transformarse en una brutal represión que dejó más de 9000 muertos, según datos oficiales de las Naciones Unidas. Además de áreas totalmente devastadas en los focos rebeldes más firmes.
Ayer, los distritos de Homs que son bastiones de la oposición -Khalidiya, Hamidiya, Bayada, Joret al-Shayah y Qarabees- estaban tranquilos pero desiertos, según reportes de los activistas.
"Los francotiradores, los tanques y los soldados siguen ahí, no se fueron a ninguna parte. La gente está preocupada y no cree que la tregua vaya a durar. Nadie sale de su casa", dijo Yazan, un activista de Homs.
Breves fragmentos de videos tomados desde escondites en los pisos altos de los edificios bombardeados o a través de orificios abiertos en las paredes de hormigón por el fuego de artillería muestran a los soldados sirios relajados, como disfrutando de la tregua.
En el distrito Kisweh, de la ciudad de Damasco, un soldado se paseaba con la cabeza descubierta entre barricadas de bolsas de arena, llantas de auto, tambores de combustible y metal corrugado. En Deraa, dos uniformados apostados en un tejado junto a una ametralladora sostenían sus cascos en la mano, despreocupadamente.
En la capital, los ciudadanos se mantienen precavidos, con un temor generado por meses de violencia, que tardará mucho tiempo en desaparecer. "La gente sigue andando con precaución, pero al menos pudieron ir hoy a la panadería y comprar pan, sin miedo a ser tiroteados por un francotirador", señaló el activista Haitham al-Abdullah.
En el barrio Khalidiya de Homs, que hasta hace 24 horas estaba bajo el fuego de la artillería pesada, Waleed dijo que ayer por la mañana reinaba la calma, pero que había tensión en el aire.
"El fuego cesó pero el armamento sigue acá. En algunos sectores hay movimientos, pero sigilosos. Hay algunas zonas que siguen fuera de los límites a causa de los francotiradores", indicó Waleed vía Skype.
Barrios desiertos
El silencio vino a reemplazar el rugido de las ametralladoras y el estruendo de las explosiones que predominaban en los informes en video de los activistas durante los últimos meses, y que no pueden ser verificados por la prensa independiente porque el gobierno sirio no permite su ingreso al país.
En esos videos, activistas cuya imagen no se ve susurran la fecha y el lugar que están filmando.
En Aleppo, tres tanques detenidos protegían ayer un enorme edificio de hormigón y con sus cañones apuntaban hacia afuera.
En Hama, había unos pocos autos detenidos frente a un puesto de control donde flameaba la bandera siria. Cerca, detrás de una barrera de tierra levantada con topadoras, un transporte militar blindado vacío se mantenía firme, con la escotilla abierta.
En Homs, "la mayoría de la gente abandonó la ciudad. Hay barrios enteros donde no queda nadie. Los vecinos se fueron hace dos meses", dijo un activista en el Barrio Viejo.
"Todavía no volvió la luz. Falta comida y de la infraestructura no queda nada. ¿Esto es vida? ¿De qué tregua están hablando?", añadió.
Imágenes capturadas a escondidas muestran vehículos armados, uno en la calle, otro estacionado dentro de los restos de un edificio en ruinas. Tiradores apostados en los techos vigilaban la calle.
"No hay cambios de ayer a hoy", manifestó un activista que dijo llamarse Mohammad, del distrito de Douma, en las afueras de la capital.
"Los tanques siguen acá y los soldados están en las calles. Paran a la gente que anda por la calle, la detienen durante unos minutos, la abofetean y la dejan ir", denunció.
Traducción de Jaime Arrambide
Douglas Hamilton y Miriam Karouny
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