El terrorismo endógeno, una amenaza constante
PARÍS.- "Francia está sometida a una amenaza seria y constante de lo que llamamos ‘terrorismo endógeno’, que no tiene nada que ver con los ataques islamistas preparados y dirigidos directamente desde la zona irako-siria que conocimos hace unos años", dijo hoy el presidente francés Emmanuel Macron en Bruselas.
Exactamente en ese mismo momento, a 1072 kilómetros al sur de la capital belga, en los alrededores de Carcassonne, los servicios de élite de la policía y la gendarmería francesas lanzaban el ataque y abatían a Redouane Lakdim, un franco-marroquí de 26 años, que había dejado un tendal de 3 muertos y 16 heridos desde que comenzó su loca carrera hacia la jihad, a las 10.45 de la mañana, al grito de "Allahu Akbar" (Dios es grande) y "soy un soldado del Estado Islámico".
La explicación del presidente Macron fue más explícita aún: "Esa amenaza endógena proviene de individuos que actúan solos, que juran fidelidad a grupos terroristas y con frecuencia tienen diversas patologías psiquiátricas", detalló.
En otras palabras, el peligro reside precisamente en ese tipo de perfil. Personajes seguidos por los servicios antiterroristas por su radicalización, pero prácticamente imposibles de detectar cuando deciden pasar al acto. Electrones libres que hacen su propia guerra santa, en momentos en que Estado Islámico (EI) prácticamente desapareció de Siria e Irak.
El perfil de Redouane Lakdim es bastante clásico y similar al de otros numerosos terroristas culpables de actos similares en Francia desde 2015. Se trata de un individuo que -según los primeros elementos- habría actuado solo, que era conocido de los servicios de seguridad y había pasado un tiempo en prisión por delitos comunes.
Los autores de esta nueva y peligrosa forma de terrorismo "doméstico" también se asemejan en la elección de sus objetivos: el 67% de las personas escogidas pertenecen a las fuerzas del orden. Hoy, Lakdim disparó cinco veces contra un grupo de policías en momentos en que terminaban su running matinal.
"En realidad hay un cierto mimetismo en el modo operatorio del agresor, que sin duda se inspiró de lo que otros jihadistas cometieron antes que él", afirma el especialista Jean-Charles Brissard.
Ultimo gesto de emulación, también como en casos anteriores, el atacante volvió a atrincherarse en un sitio público para enfrentar a las fuerzas del orden, condenándose a una muerte segura. Esa es la marca característica de todos los atentados cometidos por EI en Francia desde 2015.
Por todas esas razones, los especialistas advierten que sería un error pensar que la amenaza desapareció del territorio francés por la simple razón de que el EI ha sido desmantelado en Siria e Irak. Todo lo contrario, afirman. En realidad no habría correlación entre la derrota de la organización y un eventual efecto en las redes jihadistas basadas en Europa.
"Basta con recordar que cada semana los servicios antiterroristas desmantelan alguna red que prepara un atentado", dice Brissard.
Como lo declaró Macron, los países europeos deben hacer frente a un terrorismo "endógeno", extremadamente difuso y muy difícil de prever. Y aun cuando los vectores de propaganda y reclutamiento de EI están cada vez más desorganizados a medida que las operaciones de la coalición internacional avanzan hacia una victoria definitiva contra la organización islamista, quedan todavía numerosos enlaces de esa ideología, capaces de precipitar la radicalización de individuos dispuestos a dar sus vidas por una quimera.
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