El Vaticano rindió homenaje al cardenal Pironio a 20 años de su muerte
ROMA.- A veinte años de su muerte, la figura del cardenal argentino Eduardo Pironio fue recordada hoy por altos prelados del Vaticano en una jornada especial para honrar su memoria, organizada por la embajada argentina ante la Santa Sede.
"Los que conocieron a Pironio saben que irradiaba una serenidad que sólo la amistad con el Señor puede dar. Impresionaba la atención que le daba a cada uno como si fuera la única persona. Se podia entrever su unión con Cristo: Cristo para él era todo, era la razón de su vida", destacó el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado y segundo del Papa, que abrió la conferencia.
Al igual que los otros expositores -introducidos por el embajador argentino ante la Santa Sede, Rogelio Pfirter-, Parolin recordó las características que tuvo esta gran figura de la Iglesia argentina, pero también de la curia romana, muy similares a las del actual Pontífice. "Pironio siempre estuvo del lado de los crucifijados, fue compañero de viaje de tantos pobres, tantos desesperados, que encontraban en él un padre y un hermano. Su puerta siempre estaba abierta. Quería involucrar a todos en la evangelización", elogió Parolin.
Declarado "siervo de Dios" en 2006 y en proceso de canonización, Pironio fue el "inventor" de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) y "papable" en 1978, en los dos cónclaves después de la muerte de Pablo VI. Siempre fue considerado demasiado progresista por algunos sectores, siendo muy amigo tanto del futuro santo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, así como del obispo Enrique Angelelli, sacerdotes que fueron ambos asesinados por su compormiso social.
Ulitimogénito de 22 hijos, Pironio nació en 1920 en Nueve de Julio en el seno de una familia de inmigrantes italianos de la región del Friuli (noreste). Se ordenó a los 23 años en Luján, donde sus restos hoy descansan, por su voluntad y tuvo una vida marcada por una fase "latinoamericana" y otra "romana", como señaló el historiador de la Comunidad de San Egidio, Gianni La Bella. Después de pasar por Mercedes y luego por el seminario de Villa Devoto de Buenos Aires, donde fue rector, fue obispo auxliar de La Plata, luego obispo de Mar del Plata y tuvo diversos cargos en la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM), de la que fue presidente. Su rol fue clave en la recordad reunión de Medellín, hace 50 años.
Perseguido en la Argentina por ser considerado demasiado cercano a la izquierda –amenazado de muerte en el período de violencia que precedió la dictadura-, fue llamado a Roma por Pablo VI en 1974 para ser prefecto de la Congregación de los Institutos de Vida Consagrada. Dos años más tarde, lo creó cardenal.
"Era profético su modo de describir la situación que se vivía en la Argentina y en otros países del continente de violencia, desigualdad social, injusticia: al mismo tiempo aires de liberación y búsqueda de soluciones nuevas", subrayó el obispo de Chascomús, Carlos Malfa, representante de la Conferencia Episcopal Argentina en la jornada, que fue secretario de Pironio cuando fue obispo de Mar del Plata. "Como obispo latinoamericano Pironio conoció la cruz que carga un padre que no tiene alimentos suficientes para sus hijos, la madre de un hijo desaparecido y un joven desocupado", indicó Malfa.
Tal como recordó el obispo italiano Renato Boccardo, que colaboró con él en la realización de diversas JMJ, cuando san Juan Pablo II lo nombró en 1984 presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, el propio Pironio confesó que "me parecía haber retrocedido a un cargo de serie B". Pero que más tarde se dio cuenta de que eso había sido una "promoción, porque los laicos son la mayoría del pueblo de Dios".
El cardenal argentino Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, que conoció a Pironio cuando era rector del seminario donde se formó, leyó la afectuosa carta que le escribió para su ordenación sacerdotal, en diciembre de 1967, cuando le deseó que su vida fuer "sencillamente una permanente presencia de Cristo entre los hombres". "Auspiciamos que su camino de baetificación pueda proceder sin ninguna dificultad ".
Sonrisa y sintonía con los jóvenes
El cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio y ex secretario de Estado durante el pontificado de Juan Pablo II, destacó la estima que le tuvo el papa polaco a "esta gran figura de pastor que contribuyó mucho a hacer bello el rostro de la Iglesia" y su rol clave en las JMJ.
Todos los expositores recordaron no sólo la sonrisa, espiritualidad y sintonía con los jóvenes de Pironio, sino también el hecho de que, tanto en América latina, como en Roma, fue muy criticado, incluso calumniado. Pero que él siempre reaccionó a eso con mansedumbre y perdonando a sus enemigos. "Podemos decir con franqueza que no siempre fue bien comprendido ni en América latina, ni en Roma, por su trato y decisiones, pero esto no debe escandalizarnos", admitió Sandri.
El arzobispo español Fernando Vérgez Alzaga, que durante 23 años fue secretario personal de Pironio y que fue nombrado por Francisco secretario general del Governatorato –la administración central del Estado del Vaticano-, evocó en forma muy emotiva la entereza con la que enfrentó la enfermedad, un cáncer de huesos y la muerte, el 5 de febrero de 1998, a los 77 años. "El cardenal aceptó la enfermedad, pero no en forma pasiva: luchó contra ella, se preguntaba por qué y su conclusión era siempre la misma: la oración aprendida en friulano, que decía ‘ El Señor sabe lo que hace, si el Señor quiere que sea así, la Virgen está contenta, sigamos adelante’. No es resignación, sino esperanza cristiana", contó. "Pese a los fuertes dolores, pidió que no se permitiera la suministración de morfina si no era estrictamente necesario. Nunca sentí que se quejara, sino que se rindió totalmente en manos del Señor. Nos falta un sabio y un amigo".
El padre argentino Augusto Zampini, director del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que no lo conoció, subrayó finalmente la actualidad del mensaje de Pironio, "su amor por los pobres, que remarcaba que había que aprender a leer los signos de los tiempos y que no hay que mirar los síntomas, sino las causas y que esto da esperanza de cambio". "Pironio hablaba de una Iglesia en camino, Francisco de una iglesia en salida".
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